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Protegidos bajo Tu ala tutelar

Del número de octubre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A Federico siempre le ha gustado ver dibujos animados. Cuando era muy pequeño los personajes que más le gustaban eran los superhéroes. Para él siempre han sido algo muy especial. Y en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana aprendió que en la Biblia hay otro tipo de héroes que hicieron cosas maravillosas, pero éstas eran personas de verdad, no personajes de dibujos animados. Tal es el caso de David, un joven que con su fe en Dios derrotó a un guerrero gigante que se llamaba Goliat. Véase 1 Sam., cap. 17.

Fede también ha aprendido que hay un solo Dios que es omnipresente, todopoderoso y sólo manifiesta el bien. Omnipresente significa que está siempre presente. Cuando ocurre algo terrible, como un terremoto, bombas, inundaciones, guerra, o algo así, él sabe que no provienen de Dios. Sabe muy bien que podemos mantener nuestro pensamiento lleno de bondad y amor, y hacer las cosas que son buenas y nos gustan, dado que la bondad y la seguridad forman parte de nuestra naturaleza, porque somos los hijos de Dios, y Él nos protege todo el tiempo.

Fede asiste a la Escuela Dominical desde que era muy chiquito. Mucha gente piensa que los niños pequeños se distraen fácilmente y no pueden aprender mucho en la Escuela Dominical. ¡Qué equivocados están! A Fede le encanta que le hablen de Dios y le cuenten historias sobre Cristo Jesús, así como pensar en cosas buenas y hacer el bien. Como dice la Sra. Eddy en Ciencia y Salud: "Los niños son más dóciles que los adultos y aprenden más pronto a amar las sencillas verdades que los harán felices y buenos".Ciencia y Salud, pág. 236.

Federico ha tenido curaciones en la Ciencia Cristiana. Pero lo mejor de todo es que ha disfrutado de muy buena salud gracias a esta Ciencia, que le enseña a cuidar su pensamiento y su cuerpo de todo mal, y le ayuda a saber que tiene un Padre-Madre, Dios, que es amoroso y todopoderoso (o sea que tiene todo el poder posible). En una época en que Fede ya sabía esto, tuvo una experiencia muy especial.

Era el día siguiente al terremoto que estremeció a la Ciudad de México, en septiembre de 1985. Fede estaba en su casa con su hermanita, sus padres y una amiga de la familia, cuando comenzó otro terremoto. Todos ellos habían visto cosas horribles en la televisión que mostraban que el primer terremoto había devastado algunas áreas de la ciudad. Muchos edificios se habían derrumbado, y mucha gente estaba todavía atrapada entre los escombros. Hasta algunos de sus amigos habían sido afectados muy de cerca por el sismo. Los padres de Federico pidieron que todos se arrodillaran debajo de una mesa muy fuerte. Ellos vivían en el cuarto piso de un edificio de apartamentos.

Aunque sus padres estaban muy asustados, Fede con mucha calma y su linda sonrisa comenzó a cantar el Himno N° 30 del Himnario de la Ciencia Cristiana, escrito por Mary Baker Eddy, que comienza así:

Oh, bajo Tu ala tutelar
seremos en el bien
alondras que para anidar
la misma rama ven.
La flecha que nos da dolor
no parte del devoto amor.

Las palabras de este himno eran un recordatorio de que los hijos de Dios, entre ellos Federico y su familia, están siempre rodeados por el amor de Dios. Su hermanita comenzó a cantar con él, sonriendo, y luego sus padres empezaron a cantar también. Mientras cantaban el temor de los padres desapareció, y siguieron cantando hasta que el edificio dejó de sacudirse.

Después de ese día Federico les decía a sus padres que no hablaran acerca del terremoto con temor o tristeza. Les decía que pensaran en cosas buenas y lindas.

Nota de la madre: Cuando comenzó el terremoto, sentí un dolor muy fuerte en el pecho y me di cuenta de que tenía miedo; el primer terremoto había dañado el primer piso de nuestro edificio de apartamentos. Pero cuando escuché a mi hijo cantar ese himno, me calmé y supe que todo estaba bien. La amiga que estaba con nosotros se mostró de lo más sorprendida con la reacción de los niños, y dijo: "Realmente pienso que tus hijos tienen un 'cassette' diferente en la cabeza. ¡No lo puedo creer! Mientras los otros chicos lloran y se hacen pipí en la cama, ¿tus hijos cantan?"

Estoy muy agradecida a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana donde los niños tienen la oportunidad de comprender que "en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor..." 1 Juan 4:18.

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