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¿Qué vas a ser cuando seas grande?

Del número de octubre de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡Cuántas Veces Nos habrán hecho esta pregunta en nuestra niñez! Pero, al final, llega una etapa en nuestra vida en la que necesitamos tomar decisiones trascendentes relacionadas con nuestra vocación. ¿Qué carrera seguir? ¿Qué colegio o universidad elegir? ¿Voy a ser maestro, obrero, ingeniero, ama de casa, abogado?

Probablemente te preguntes cosas como: ¿Puedo estar segura de que estoy eligiendo lo mejor? ¿Qué pasará si en el futuro cambio de opinión? ¿Qué necesito para sentirme realizado y feliz? Y hasta puede ser que no sepas qué hacer realmente. Pero podemos recurrir a Dios al explorar estos temas, y mirar a nuestro futuro desde una perspectiva espiritual.

En el primer libro de la Biblia, el Génesis, podemos leer afirmaciones inspiradoras sobre la identidad espiritual del hombre. Por ejemplo: "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". Gén. 1:26. Dios, el Espíritu, es nuestro origen, nuestro creador, entonces nuestra naturaleza como reflexión del Espíritu no puede ser material, sino totalmente espiritual. En realidad, somos las ideas individuales de Dios, la Mente divina, sin una sola inclinación o elemento malo. Al manifestar cada uno de nosotros, de una manera muy particular, las cualidades cuya fuente es la Mentedivina, le imprimimos a nuestras actividades un matiz único y original.

Ahora mismo poseemos capacidad espiritual ilimitada para hacer el bien, para trabajar en nuestra labor diaria. Por medio de la oración podemos obtener inspiración y buenas ideas que respondan a nuestras inquietudes. La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: "El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones".Ciencia y Salud, 1:11.

Cuando estaba cursando el último año de mis estudios secundarios, me preguntaba qué carrera universitaria debía seguir. Me encantaba estudiar matemáticas y literatura, y me llamaban la atención las actividades comerciales. Otro factor importante era que no me agradaban las tareas monótonas o faltas de creatividad. Parecía que no podría compatibilizar todos mis gustos en una misma carrera universitaria, por lo que decidí buscar respuestas a mis dudas. Leí detenidamente una guía estudiantil donde figuraban todas las carreras. Además, me sometí a un test vocacional preparado por una entidad estatal. Las conclusiones del test no aportaron nada nuevo.

Desde pequeña había concurrido a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, donde había aprendido acerca de Dios, el Amor divino y omnipresente. La Biblia nos relata cómo Él guió a los patriarcas y profetas, así como a Cristo Jesús, a tomar la decisión correcta en el momento oportuno. Dios guió a Moisés durante cuarenta años a través del desierto y llevó a los hijos de Israel a la tierra que les había prometido. Asimismo, la oración les mostró qué comer y beber en medio del desierto.

Decidí que yo también, al igual que Moisés, iba a confiar en Dios para que me mostrara qué debía hacer. Oré persistentemente durante muchos meses, afirmando que Dios, mi Padre-Madre, me proveía de pensamientos inspirados e iluminaba mi camino. Me di cuenta de que, cualquiera fuera mi profesión, deseaba dedicarme a hacer el bien, a ayudar a los demás, y a ser útil en la solución de problemas.

Ingresé en la universidad para seguir la Licenciatura en Administración de Empresas, y también cursé algunas materias en un Profesorado de Matemáticas.

Mis estudios resultaron sumamente interesantes y me dieron oportunidades para comprobar el hecho de que mi individualidad, como reflejo de Dios, por siempre expresa inteligencia, lucidez, discernimiento y libertad. Pero cuando llegó el momento de buscar un empleo estable, fue difícil encontrar un trabajo específicamente relacionado con lo que estaba estudiando. Entonces, nuevamente me volví a Dios buscando dirección para tomar decisiones con sabiduría. Mientras tomaba diversos pasos, oraba con la convicción de que Dios me mostraría el lugar que debía ocupar y los pasos que necesitaba dar.

Al estudiar la Biblia, encontré que se comparaba a Dios con un pastor que cuida de su rebaño, llevándolo a buenos pastos y a lugares de reposo. Realmente sentí de corazón que Dios me cuidaba tiernamente y me mostraba el camino correcto. Esto demostró ser verdad cuando encontré un empleo estable. La empresa donde ingresé me dio un salario dos veces mayor al que yo pretendía. Además, comencé a trabajar en una especialidad que ha colmado mis expectativas.

Al tomar decisiones sobre nuestro porvenir, es importante liberarnos del temor y de aceptar puntos de vista limitados, sea que provengan de nuestro propio pensamiento o de lo que digan los demás. Es de suma importancia no permitir que la mediocridad, la escasez de medios económicos, la creencia en la mala suerte o el azar, la recesión o el subdesarrollo limiten o posterguen nuestro progreso.

Cada fase de nuestra experiencia es una oportunidad para descubrir el poder de Dios, el Amor divino, que rige nuestra vida y nuestro destino. Dios cuida de todas las ideas de Su creación. Podemos estar seguros de que somos Sus hijos valiosos. únicos e irreemplazables.

En Escritos Misceláneos, la Sra. Eddy dice: "Dios es la fuente de luz, y cuando somos obedientes, El ilumina nuestro sendero. Los desobedientes dan sus pasos antes de que Dios dé los Suyos, o los dan demasiado tarde y no pueden seguirlo. Estad seguros de que es Dios quien dirige vuestro camino; luego, apresuraos a seguirle bajo cualquier circunstancia". Esc. Mis., pág.117.

Tal como nuestras huellas dactilares, por ser irrepetibles, son el medio perfecto de identificación física, así nuestras cualidades espirituales, y la manera en que las expresamos cada día, son nuestra identificación verdadera, el "modelo" que constituye nuestra naturaleza individual. Si utilizamos constantemente este potencial, no habrá barreras que impidan nuestro desarrollo y progreso.

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