Mi Hermana Menor fue la primera en nuestra familia que compró un rizador eléctrico para el cabello. En aquel tiempo ella estaba en la escuela secundaria, y yo vivía y trabajaba en una ciudad a varias horas de distancia.
Cuando fui a casa de vacaciones, ella me preguntó si quería usar el nuevo invento de belleza. Yo había visto rizadores eléctricos en los negocios, pero nunca los había probado. Mi hermana me enseñó cómo usarlo y lo intenté. No era tan fácil como parecía. Mi poca destreza, mi torpeza al intentar usarlo produjo en mí un peinado inusual, y en mi hermana una risita entrecortada.
"iOlvídate!" Le grité llena de frustración. "Yo no puedo hacer esto". Ella se rió un poco, pero no me permitió darme por vencida, y pacientemente continuó con sus instrucciones. Por fin, logré manejarlo y recibí muchos elogios por mi elegante peinado. No obstante, el incidente me produjo un inexplicable sentimiento de incomodidad.
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