El Redactor Adjunto habló con acerca de la función que desempeñan actualmente las mujeres en la iglesia. La Sra. Jenks es practicista y maestra de la Ciencia Cristiana, formó parte de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana, y ocupó el cargo de Presidente de La Iglesia Madre.
Russ Gerber: Betty, ¿qué despertó tu interés en convertirte en practicista y luego en maestra de la Ciencia Cristiana?
Betty Jenks: Bueno, fueron varias cosas. En primer lugar, crecí en una familia donde todos eran Científicos Cristianos. Mi mamá y mi papá tomaron instrucción en clase Primaria con una persona que había vivido en la casa de Mary Baker Eddy. O sea que, desde muy chica, mi religión fue muy importante para mí. Y de algún modo siempre tuve la idea de que todos terminaríamos siendo practicistas de la Ciencia Cristiana. Por lo tanto, fue como algo establecido: "Voy a ser eso, una practicista". Fue algo que siempre estuvo en el fondo de mi pensamiento. Pero pienso que lo que más me impulsó a entrar en la práctica, fue el ejemplo de otras personas. Mientras crecíamos, tuve la oportunidad de ver la manera en que mi mamá hacía frente a muchos, pero muchos desafíos. Ella era muy firme, llena de fortaleza y de valor, y tenía éxito. Y yo pude ver todo eso. También tuve una hermana que influyó mucho en mí. y cuando fui a la universidad, tuve ocasión de vivir en la casa de una practicista de la Ciencia Cristiana, y su trabajo de curación me dio mucha inspiración.
Concurrí a una universidad de alto nivel y tuve profesores muy destacados, algunos habían obtenido el Premio Nobel. Fue una experiencia muy estimulante. Pero cuando regresaba a mi casa después de las clases, en especial después de las de filosofía, reflexionaba en la cantidad de siglos transcurridos durante los cuales la gente seguía tomando en cuenta a los grandes filósofos. En realidad, no había nada de malo en la calidad de pensamiento que expresaron esos filósofos. Pero al pensar en la Sra. Eddy, me di cuenta de que ella era una mujer consagrada por entero a las enseñanzas de Cristo Jesús. Y que a diario, sanaba, alentaba y elevaba espiritualmente a gente de todas las razas. Me parecía que ella había hecho cosas, mientras que los demás, simplemente hablaban. Para mí, las únicas evidencias tangibles de los cambios reales y vitales que se han producido en el mundo, provenían del verdadero cristianismo, y lo consideraba algo muy natural. Por lo tanto, yo sabía que me iba a dedicar a la práctica. Y que algún día llegaría el momento.
Otra de las cosas que yo pensaba cuando era niña, era que uno se convierte en practicista cuando ya se es una persona mayor. Por lo cual me sentí un poco asustada, cuando siendo madre de tres niños aún pequeños, comencé mi práctica. Llegó el momento en que tuve que tomar una decisión acerca de la práctica. Yo tenía dos jardines de niños con los que me iba muy bien, y estaba por iniciar el tercero. Mi esposo y yo analizamos detenidamente el asunto y con su apoyo incondicional —él fue otra de las influencias que pesaron en mi decisión de entrar en la práctica— nos dimos cuenta de que la decisión era clara. Comprendimos que eso podía significar una merma en los ingresos. Y ése había sido un problema que aparentemente, nos había atormentado por mucho tiempo. Pero parecía muy importante entrar en la práctica pública de la Ciencia Cristiana. Ambos sabíamos que era lo correcto.
En tres ocasiones en un período de nueve años, presenté la solicitud para ser maestra de la Ciencia Cristiana. Durante ese tiempo, mis hijos fueron creciendo y mi práctica se fue expandiendo. Finalmente, fui aceptada como maestra. Pienso que aun si no hubiese sido aceptada, el proceso de examen de consciencia que requería la solicitud, era muy importante.
Russ: ¿Cuál fue el mayor de los desafíos que tuviste que enfrentar por tu condición de mujer al servicio del ministerio de tu iglesia?
Betty: Creo que nunca tuve que enfrentar un desafío específicamente por ser mujer. Aunque pensándolo bien, tal vez hubo algunos desafíos. Por ejemplo, cuando los niños eran aún pequeños, por lo cual resultaba obvio que estaba muy ocupada, alguien me preguntó: "¿Cómo ora usted?" Y yo le contesté: "Generalmente lo hago de rodillas. Pero sinceramente, lo hago de esta manera porque al mismo tiempo limpio la leche que se derramó o busco algún zapato que quedó debajo de la cama". Descubrí que debía vivir la Ciencia Cristiana en todo momento. Pero en general, no creo que el hecho de ser mujer, me haya presentado desafíos especiales que los hombres no deban enfrentar.
Russ: Te desempeñaste varios años como miembro de La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana. Mientras ocupabas ese cargo, ¿tus propuestas eran consideradas con mismo respeto que las de tus colegas hombres en el momento de tomar decisiones?
Betty: Sin ninguna duda. La Junta Directiva opera como un cuerpo. No son cinco individuos, trayendo cada uno su agenda. La agenda llega a nosotros y cada uno ora. Pero la participación de cada uno es absolutamente esencial y valiosa. No tuve problema alguno en ese sentido.
Nunca hubo un momento en que me sentí dejada de lado o dominada. Yo sentía un tremendo respeto por lo que cada uno de los directores aportaba individualmente. Cada integrante de la Junta Directiva es un practicista y maestro de la Ciencia Cristiana. Cada uno, él o ella, ha probado la Ciencia Cristiana por sí mismo y hay un tremendo respeto por la contribución que cada uno de ellos ha brindado. No tiene nada que ver con la condición masculina o femenina sino con la calidad de pensamiento y trabajo de curación.
Russ: ¿Piensas que las mujeres aportan cualidades especiales al gobierno de la iglesia?
Betty: Sí. Y pienso que es natural que sea así. Esto me lleva nuevamente a pensar en mi mamá, porque ella tenía cualidades maravillosas que eran muy útiles para el manejo de nuestro hogar. Ella era la imagen típica de la mujer de hogar, ama de casa y anfitriona afectuosa de los primeros nueve o diez años de mi vida. Y entonces, se produjo lo que se llamó la gran depresión. Y mi mamá, repentinamente, se vio obligada a buscar trabajo. Nunca se le ocurrió pensar que estaba en medio de un mundo de hombres. Por lo cual, ella fue una de las primeras mujeres que hizo algo que hasta entonces nunca se había hecho en los Estados Unidos: comenzó a dar clases para adultos en la zona donde residíamos. Ella tenía capacidad para hacer muchas cosas. Por eso, yo nunca sentí esas barreras que a menudo se relacionan con el hecho de ser mujer. El éxito que ella tenía se debía a que ella conocía su propia identidad.
Por lo tanto, pienso que las cualidades que una mujer aporta a las responsabilidades de la iglesia, de los negocios, de la política o de cualquier otra actividad, incluye esa "cualidad maternal" que no es exclusiva de la mujer, pero que ejerce una gran influencia en su vida. Se caracteriza por la ternura, la paciencia, la tolerancia y la disposición de escuchar. Como madre, uno debe escuchar durante muchas horas, o por lo menos, uno debiera hacerlo. Y uno aprende muy pronto que es conveniente escuchar, porque si no lo hace, se va perdiendo la comunicación con los hijos. Pienso que desde ese punto de vista, las mujeres son excelentes comunicadoras. Aunque nada de eso excluye a los hombres. La Sra. Eddy estaba firmemente convencida de la necesidad de que hubiera hombres en el movimiento, debido a lo que ellos podían aportar al movimiento. Pero es también importante notar que la Fundadora de este movimiento era una mujer que, evidentemente, aportó al movimiento las cualidades que normalmente se asignan a los hombres, tales como fuerza, creatividad y perspicacia para los negocios.
Aunque la Sra. Eddy dijo que "el elemento masculino es un fuerte apoyo para la religión, como así también para la política y necesitamos en nuestras filas de energía divina, el armamento espiritual fuerte, fiel e incansable",The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 355. esa declaración, ciertamente, no quiere decir que las mujeres no tengan esas cualidades. Las mujeres además expresan paciencia y una ternura propia de la maternidad.
Russ: Últimamente, Betty, hemos observado que ha cesado en parte la resistencia a que las mujeres ocupen puestos de elevado nivel en la mayoría de las iglesias. ¿A qué lo atribuyes?
Betty: De la manera en que yo lo veo, eso se debe al legado que la Sra. Eddy dio al mundo a través de la Ciencia del Cristianismo por medio de su descubrimiento de las leyes de Dios que gobiernan a cada uno de nosotros: la igualdad de los sexos, una igualdad absoluta de los sexos, sin perder por ello la diferencia de la femineidad o masculinidad de cada individuo. Pienso que la resistencia se está desmoronando debido a que estamos superando las barreras de la tradición. Estamos descubriendo una mayor libertad. Y esto nos conduce a una de las afirmaciones que hizo Cristo Jesús, y que para la Sra. Eddy era tan importante: "Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres". Juan 8:31, 32. Ella vio en esta verdad, todo lo que las enseñanzas de Jesús sacaron a la superficie, o sea, que nada puede impedirnos ser aquello que Dios, al crearnos, ha dispuesto que seamos. Su expresión individualizada manifiesta todas las cualidades semejantes a Dios, sin ninguna de las limitaciones impuestas por la tradición, el sexo, la economía o la raza. La Ciencia Cristiana, simplemente, derriba las barreras de cualquier índole.
Por tradición, hemos pensado en términos de raza. Por tradición, hemos pensado en términos de clase. Pero la Sra. Eddy descubrió la libertad universal que no se basa en acciones humanas ni está limitada por tradiciones u opiniones humanas, sino en la libertad que cumple la promesa de Jesús, que afirma que si "permaneciéramos en su palabra", entonces seremos verdaderamente sus discípulos, y podremos conocer la verdad y la verdad nos puede liberar de las limitaciones. Lo interesante es que cuando uno analiza las limitaciones, descubre que las limitaciones y la carencia son una misma cosa. Pueden parecer diferentes, pero básicamente se apoyan en el mismo argumento. Cuando superamos uno, es mucho más fácil superar el otro. Pienso que estamos en un período en el cual el mundo, de pronto, ha percibido que cuando una tradición desaparece, la gente a veces siente que ya no tiene a qué aferrarse. La tradición fue muchas veces para nosotros una muleta o una manta protectora.
Russ: Mencionaste a la tradición y a la limitación. ¿Has encontrado otros problemas claves para las mujeres?
Betty: El estereotipo. La tendencia a catalogar a las mujeres, parece ser un problema en diversas sectas del cristianismo. Pero en realidad es un problema a nivel mundial. Las mujeres están comenzando a desafiar el hecho de que muchas veces han sido catalogadas como ciudadanos de segunda clase. Conozco a una mujer —una ministra de Kansas— que superó este desafío. Leí un artículo acerca de ella que apareció en un diario que alguien me envió. Ella dice: "Una vez que uno comprende a Dios y la relación que tiene con Dios, los desafíos quedan atrás. Simplemente, se sigue avanzando. Uno hace lo que sabe que debe hacer". Y añade: "Las mujeres han comenzado a comprender, a percibir que muchas de las restricciones y limitaciones se las han impuesto ellas mismas. Hemos aceptado el rótulo que nos han puesto".
Hace más de cien años, la Sra. Eddy enfrentó abiertamente el desafío del estereotipo. Y eso no le impidió fundar una religión que se ha extendido por todo el mundo. Ella se aferró al concepto de Padre-Madre Dios. Y durante más de cien años, la gente ha estado orando partiendo de esa base. Pero están los que consideran que el concepto de un Padre-Madre Dios, es un descubrimiento totalmente nuevo, que a nadie ni siquiera se le había ocurrido la idea de que Dios pudiese ser una madre a la vez que un padre. Los Científicos Cristianos de todo el mundo, han reconocido por más de cien años, la paternidad y maternidad de Dios y, en consecuencia, al hombre a Su imagen y semejanza, como la expresión de las cualidades paternas y maternas reunidas en un mismo individuo, sin sacrificar la identidad de esa persona.
Russ: ¿Piensas que la humanidad está más cerca de aceptar el concepto de Dios como Padre-Madre?
Betty: Por supuesto que sí. A medida que la tradición se derrumba, el amor de Dios como Padre y también como Madre, se vuelve más obvio.
Considero que en la actualidad, el mundo está en medio de un descubrimiento monumental: el descubrimiento de la identidad del hombre a través del entendimiento de un Dios lleno de amor, en lugar de ver a Dios como un poder vengativo y lleno de ira. Y ése ha sido el concepto acerca de Dios durante muchos siglos. Pero Jesús mostró la ternura del amor de Dios, esa ternura que reconocemos como la maternidad de Dios.