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El hombre y la mujer de la creación de Dios

Del número de enero de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En Los Últimos Meses los medios de comunicación han hablado sobre muchos casos de hostigamiento sexual en el lugar de trabajo, lo que ha aumentado aún más el debate sobre la posición que ocupa la mujer en la sociedad. Se han puesto al descubierto muchas injusticias, tales como un menor pago por el mismo trabajo, y violencia en contra de las mujeres. Aun antes de que hubiera este debate en los medios de comunicación, cuando yo misma tuve que enfrentar tal discriminación, llegué a la conclusión de que una confrontación entre los sexos no puede resolver estos problemas.

Tiempo después, mi esposo me dio a conocer la Ciencia Cristiana y su libro de texto Ciencia y Salud. En ese libro encontré la interpretación espiritual del Padre Nuestro. La primera línea me pareció muy notable y revolucionaria. Dice así: "Padre nuestro que estás en los cielos: Nuestro Padre-Madre Dios, del todo armonioso".Ciencia y Salud, pág. 16.

Aquí, Dios era descrito como Padre y Madre, masculino y masculino y femenino. Esta nueva idea fue para mí fascinante y maravillosa a la vez. La Biblia dice en Génesis: "Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó". Gén. 1:27. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe lo siguiente sobre este pasaje de la Biblia: "Para dar énfasis a ese pensamiento trascendental, se reitera que Dios creó al hombre a Su imagen, para que refleje al Espíritu divino. Se infiere, entonces, que hombre es un término genérico. Los géneros masculino, femenino y neutro son conceptos humanos".Ciencia y Salud, pág. 516.

Por lo tanto, si tenemos que reconocer nuestra integridad espiritual como el hombre y la mujer de la creación de Dios, debemos dejar a un lado todos los conceptos mortales que dividan las cualidades de acuerdo con el género.

La Biblia describe a Dios, el Espíritu, como Amor, Alma, Verdad, Vida, Legislador, como el Todopoderoso que todo lo sabe, y es supremo, lleno de cualidades tales como misericordia, bondad, justicia, fortaleza, ternura, cordialidad y paciencia. También dice la Biblia que Dios es el único creador del hombre y que Su creación es perfecta y buena. En consecuencia, el hombre no puede poseer nada que no proceda de Dios.

En contraste con esto en el segundo y tercer capítulo del Génesis leemos acerca de la creación material y la caída del hombre. Este relato termina cuando Adán y Eva son alejados del paraíso y condenados, por su género, por así decirlo. La Biblia nos dice que Dios los maldijo de esta manera: "A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido; y él se enseñoreará de ti". Veáse Gén. 3:16-19. Y a Adán no le fue mucho mejor. Fue condenado a una vida de pesar y trabajo antes de morir y volver al polvo.

¿Acaso estas imágenes no le resultan familiares? Una mujer que se sacrifica con pesar por sus hijos y que depende de su marido, y un hombre que trabaja para alimentar a su familia con el sudor de su frente. ¡Se supone que éste fue el castigo para ambos!

Podemos considerar que estas imágenes son una ficción mortal, un pensamiento limitado que no tiene nada en común con la realidad divina. Son el resultado de pensamientos que están separados de Dios. Como semejanza espiritual y perfecta de Dios, el hombre no tiene características biológicas; él refleja cualidades divinas, que caracterizamos como masculinas y femeninas por su naturaleza. Cada uno de nosotros puede reclamar todas esas cualidades y expresarlas con plenitud. En otras palabras, no existe tal cosa como una mujer sin iniciativa o inteligencia, y no existe un hombre que no sea compasivo y protector.

Nuestro Maestro, Cristo Jesús, expresó tanto cualidades masculinas como femeninas con perfecta armonía. La Biblia habla de su gran delicadeza y compasión, así como de su lucidez y valor. Él aceptó únicamente la perfecta semejanza de Dios, sin permitir que el mal o las nociones preconcebidas entraran en su evaluación de los demás. Él se preocupaba tanto por los hombres como por las mujeres.

Al rechazar los clichés limitativos en nuestras oraciones y reemplazarlos con la verdad divina sobre la plenitud del hombre, ayudamos a aquellos que sufren a consecuencia de tales ideas preconcebidas. También podemos tener curaciones nosotros mismos.

Probé esto cuando un quiste uterino que me habían diagnosticado con anterioridad, comenzó a dolerme otra vez, y yo a alarmarme más y más. Después de ese diagnóstico conocí la Ciencia Cristiana, y decidí sanar ese problema con la oración. Reconocí que había sido creada perfecta y que ningún defecto podía entrar furtivamente en la acción de la ley divina. También oré para entender mejor que no podía estar expuesta a ciertas enfermedades debido a mi género, como frecuentemente se publican artículos. Como idea completa de Dios, yo podía tener las buenas cualidades masculinas y femeninas. El dolor desapareció muy pronto después de eso, y sentí que también había superado el temor.

Sin embargo, al día siguiente, me llamó una amiga. Ella tenía el mismo problema que yo, y se iba a hacer una pequeña operación. Tan pronto colgué con ella, el temor me invadió otra vez. Inmediatamente, recurrí a Dios en oración con todo mi corazón, inspirada por el testimonio de la curación de una enfermedad común en las mujeres que había leído en un número anterior de esta revista. Estudié entre otras cosas, este pasaje del Apocalipsis: "Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas". Apoc. 12:1.

Es bien sabido que la luna es el símbolo de la femineidad. Se dice que influye el período menstrual y que tiene otros efectos alterantes en las personas que son sensibles a ella. Pero como la mujer está "vestida de sol" — la luz divina, la Vida, la Verdad, el Amor — y tiene a "la luna debajo de sus pies", eso significaba para mí que ella tenía dominio sobre todos los alegatos que generalmente se atribuyen a su sexo. No es la luna — el alegato material — que la ilumina y compone la naturaleza de su ser, sino la Verdad divina. Ella solo refleja la luz divina. De esto comprendí que todas las mujeres — entre ellas mi amiga y yo — realmente estamos hechas para expresar a Dios. Esta comprensión disipó completamente todos los temores que tenía por mi amiga y por mí. Cuando cuatro días más tarde la llamé por teléfono, me dio mucho gusto saber que ya se había recuperado y que pudo irse a su casa antes de lo esperado.

Por supuesto, que la manera que yo elegí para tratar este problema físico fue totalmente diferente al de mi amiga, porque la Ciencia Cristiana no combina la oración con la medicina. Al confiar solamente en la oración fui sanada y esto me demostró lo verdadera que es esta declaración de Ciencia y Salud: "Aceptemos la Ciencia, renunciemos a todas las teorías basadas en el testimonio de los sentidos, abandonemos los modelos imperfectos e ideales ilusorios; y tengamos así un solo Dios, una sola Mente, y ese uno perfecto, produciendo Sus propios modelos de excelencia.

"Que aparezca el 'varón y hembra' de la creación de Dios".Ciencia y Salud, pág. 249.

Mi experiencia prueba que no estamos indefensos a merced de los "modelos imperfectos". El reclamar todas las cualidades de Dios nos brinda infinitas bendiciones a nosotros y a los demás.

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