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Caminos que son vanos

Del número de febrero de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ways that are vain

Certain individuals entertain the notion that Christian Science Mind-healing should be two-sided, and only denounce error in general, — saying nothing, in particular, of error that is damning men. They are sticklers for a false, convenient peace, straining at gnats and swallowing camels. The unseen wrong to individuals and society they are too cowardly, too ignorant, or too wicked to uncover, and excuse themselves by denying that this evil exists. This mistaken way, of hiding sin in order to maintain harmony, has licensed evil, allowing it first to smoulder, and then break out in devouring flames. All that error asks is to be let alone; even as in Jesus’ time the unclean spirits cried out, “Let us alone; what have we to do with thee?”

Animal magnetism, in its ascending steps of evil, entices its victim by unseen, silent arguments. Reversing the modes of good, in their silent allurements to health and holiness, it impels mortal mind into error of thought, and tempts into the committal of acts foreign to the natural inclinations. The victims lose their individuality, and lend themselves as willing tools to carry out the designs of their worst enemies, even those who would induce their self-destruction. Animal magnetism fosters suspicious distrust where honor is due, fear where courage should be strongest, reliance where there should be avoidance, a belief in safety where there is most danger; and these miserable lies, poured constantly into his mind, fret and confuse it, spoiling that individual’s disposition, undermining his health, and sealing his doom, unless the cause of the mischief is found out and destroyed.

Other minds are made dormant by it, and the victim is in a state of semi-individuality, with a mental haziness which admits of no intellectual culture or spiritual growth. The state induced by this secret evil influence is a species of intoxication, in which the victim is led to believe and do what he would never, otherwise, think or do voluntarily.

This intricate method of animal magnetism is the essence, or spirit, of evil, which makes mankind drunken. In this era it is taking the place of older and more open sins, and other forms of intoxication. A harder fight will be necessary to expose the cause and effects of this evil influence, than has been required to put down the evil effects of alcohol. The alcoholic habit is the use of higher forms of matter, wherewith to do evil; whereas animal magnetism is the highest form of mental evil, wherewith to complete the sum total of sin.

The question is often asked, Why is there so much dissension among mental practitioners? We answer, Because they do not practise in strict accordance with the teaching of Christian Science Mind-healing. If they did, there would be unity of action. Being like the disciples of old, “with one accord in one place,” they would receive a spiritual influx impossible under other conditions, and so would recognize and resist the animal magnetism by which they are being deceived and misled.

The mental malpractitioner, interfering with the rights of Mind, destroys the true sense of Science, and loses his own power to heal. He tries to compensate himself for his own loss by hindering in every way conceivable the success of others. You will find this practitioner saying that animal magnetism never troubles him, but that Mrs. Eddy teaches animal magnetism; and he says this to cover his crime of mental malpractice, in furtherance of unscrupulous designs.

The natural fruits of Christian Science Mind-healing are harmony, brotherly love, spiritual growth and activity. The malicious aim of perverted mind-power, or animal magnetism, is to paralyze good and give activity to evil. It starts factions and engenders envy and hatred, but as activity is by no means a right of evil and its emissaries, they ought not to be encouraged in it. Because this age is cursed with one rancorous and lurking foe to human weal, those who are the truest friends of mankind, and conscientious in their desire to do right and to live pure and Christian lives, should be more zealous to do good, more watchful and vigilant. Then they will be proportionately successful and bring out glorious results.

Unless one’s eyes are opened to the modes of mental malpractice, working so subtly that we mistake its suggestions for the impulses of our own thought, the victim will allow himself to drift in the wrong direction without knowing it. Be ever on guard against this enemy. Watch your thoughts, and see whether they lead you to God and into harmony with His true followers. Guard and strengthen your own citadel more strongly. Thus you will grow wiser and better through every attack of your foe, and the Golden Rule will not rust for lack of use or be misinterpreted by the adverse influence of animal magnetism.

The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, p. 210


Caminos que son vanos

Algunas personas piensan que la curación por la Mente en la Ciencia Cristiana debería tener dos aspectos, y sólo denunciar el error en general, sin decir nada en particular del error que está maldiciendo a la raza humana. Porfían para tener una paz falsa, cómoda, colando mosquitos y tragando camellos. Son demasiado cobardes, demasiado ignorantes o demasiado malvados para descubrir el mal oculto que daña a los individuos y a la sociedad, y se justifican negando que este mal exista. Este método errado, de encubrir el pecado a fin de mantener la armonía, ha otorgado licencia al mal, permitiéndole primero arder escondido y luego estallar en llamas devoradoras. Lo único que pide el error es que lo dejen en paz así como en la época de Jesús los espíritus inmundos clamaban: "Déjanos; ¿qué tienes con nosotros?"

El magnetismo animal, en sus ascendentes pasos de maldad, seduce a su víctima con argumentos invisibles y silenciosos. Invirtiendo los modos del bien, que atraen silenciosamente hacia la salud y la santidad, el magnetismo animal impulsa a la mente mortal hacia el error de pensamiento, y la tienta a cometer actos ajenos a las inclinaciones naturales. Las víctimas pierden su individualidad, y se prestan como instrumentos voluntarios para llevar a cabo los designios de sus peores enemigos, aun de aquellos que los inducirían a su propia destrucción. El magnetismo animal fomenta la desconfianza suspicaz donde corresponde la honra, el temor donde más fuerte debería ser el valor, la confianza donde debería haber desconfianza, el creerse a salvo donde el peligro es mayor; y estas miserables mentiras, constantemente vertidas en su mente, la inquietan y confunden, echando a perder la buena disposición de ese individuo, minando su salud y sellando su ruina, a menos que la causa del daño sea descubierta y destruida.

A otras mentes las adormece, y la víctima queda en un estado de semiindividualidad, en una niebla mental que no admite cultura intelectual ni desarrollo espiritual. El estado provocado por esta secreta influencia maligna es una especie de intoxicación, en la cual la víctima es llevada a creer y a hacer lo que, de otro modo, jamás pensaría o haría voluntariamente.

Este intrincado método del magnetismo animal es la esencia, o espíritu, del mal, que emborracha a la humanidad. En esta época está tomando el lugar de los pecados más antiguos y evidentes, y de otras formas de intoxicación. Una lucha más dura será necesaria para exponer la causa y los efectos de esta influencia maligna, que la que se ha requerido para abatir los malos efectos del alcohol. El hábito del alcohol es usar las formas más altas de la materia para hacer mal; mientras que el magnetismo animal es la forma más alta del mal mental con el cual se completa la suma total del pecado.

A menudo se formula la pregunta: ¿Por qué hay tanto desacuerdo entre los practicistas mentales? Nosotros contestamos: Porque no practican en estricto acuerdo con la enseñanza de la Ciencia Cristiana de la curación por la Mente. Si lo hicieran, habría unidad de acción. Estando como los discípulos de antaño, "todos unánimes juntos", recibirían un influjo espiritual imposible bajo otras condiciones, y así reconocerían y resistirían al magnetismo animal que los está engañando y descarriando.

El mal practicista mental, al interferir con los derechos de la Mente, destruye el verdadero sentido de la Ciencia, y pierde su propio poder para sanar. Trata de compensar su propia pérdida impidiendo por todos los medios concebibles el éxito de los demás. Veréis que este practicista dice que el magnetismo animal jamás lo molesta, pero que la Sra. Eddy enseña el magnestismo animal; y dice esto para ocultar su crimen de mala práctica mental, en apoyo de designios inescrupulosos.

Los frutos naturales de la curación por la Mente en la Ciencia Cristiana son la armonía, el amor fraternal, el crecimiento y la actividad espirituales. El propósito malicioso del poder mental corrompido, o magnetismo animal, es paralizar el bien y dar actividad al mal. Origina facciones y engendra envidia y odio, pero como la actividad no es de ninguna manera un derecho del mal y sus emisarios, no deberían ser alentados a actuar. Debido a que esta época está maldecida por un rencoroso y emboscado enemigo del bienestar humano, aquellos que son los más sinceros amigos de la humanidad, y escrupulosos en su deseo de hacer lo justo y de vivir una vida pura y cristiana, deberían ser más celosos en hacer el bien, estar más alertas y vigilantes. Tendrán entonces éxito en la misma medida y obtendrán gloriosos resultados.

A menos que abramos los ojos a los modos de la mala práctica mental, que opera tan sutilmente que nos confunde y nos hace tomar sus sugestiones como si fuesen los impulsos de nuestro propio pensamiento, la víctima se prestará a ser arrastrada en la dirección equivocada sin saberlo. Estad siempre en guardia contra este enemigo. Vigilad vuestros pensamientos, y ved si ellos os guían hacia Dios y hacia la armonía con Sus verdaderos seguidores. Guardad y fortaleced vuestra propia ciudadela más fuertemente. Así llegaréis a ser más sabios y mejores por cada ataque de vuestro enemigo, y la Regla de Oro no se enmohecerá por falta de uso ni será mal interpretada por la influencia adversa del magnetismo animal.

The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 210

Conforme a lo que estableció la Sra. Eddy, publicamos el texto original en inglés en la página opuesta.

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