Al Principio hubo dificultades con la venta de Ciencia y Salud. Uno de sus estudiantes que estaba encargado de la venta fue desleal y el trabajo de imprenta de la segunda edición comenzó a hacerse sin ella disponer de los fondos necesarios. Su casamiento con Asa Gilbert Eddy, poco antes de aparecer la segunda edición, le aseguró el decidido apoyo que necesitaba para el transcurso de una época muy difícil. Él llegó a ser el editor de la tercera edición, para la cual escribió la introducción, defendiendo a su esposa contra los ataques injustos de parte de estudiantes desleales. A pesar de que el devoto servicio a la Sra. Eddy terminó con su fallecimiento, después de cinco años de casados, es a Asa Gilbert Eddy a quien debemos gratitud por todos los esfuerzos que hizo para dejar debidamente protegidos los derechos de autor de la Sra. Eddy.
Clifford Smith, en su obra Historical Sketches relata este incidente probablemente conectado con la segunda edición: "Una de las mejores curaciones que he hecho, fue evidentemente bajo las circunstancias más adversas. Había pasado todo un año trabajando árdua e incesantemente en el manuscrito de mi libro Ciencia y Salud, y lo puse en manos de un impresor, quien, averigué, había consentido en que se lo quitaran, y así me vi obligada a volver sin él, vestida con el cilicio de la desilusión. Un alumno pronto me llamó para que lo ayudara con el caso de un moribundo. Me puse el vestido de boda inmediatamente y sané el caso en veinte minutos".Historical Sketches, pág. 166.
Al principio, el libro llevaba el nombre de "La Ciencia de la Vida", pero poco antes de que fuera impreso la Sra. Eddy descubrió que otro libro llevaba ese título, y a fin de asegurarse el derecho de autor tuvo que encontrar un nuevo título. Ella escribe al respecto: "Seis semanas esperé en Dios para que me sugiriera un nombre para el libro que había estado escribiendo. Su título, Ciencia y Salud, me vino en el silencio de la noche, cuando las inmutables estrellas cuidaban del mundo — cuando el sueño hubo huido — y me levanté y anoté la sagrada sugerencia. Al día siguiente se la mostré a amigos literatos, quienes me aconsejaron abandonar tanto el libro como el título. Sin embargo, a esto no presté atención, convencida de que Dios me había guiado a escribir aquel libro, y había susurrado ese título a mi expectante esperanza y oración. Fue para mí la 'voz callada y suave' que escuchó Elías después del terremoto y del fuego. Seis meses más tarde la Srta. Dorcas Rawson, de la localidad de Lynn, me trajo la traducción de Wiclef del Nuevo Testamento, y me señaló en ella esa misma frase 'Ciencia y Salud', que la Versión Autorizada de la Biblia traduce como 'conocimiento de salvación'".Mensaje para el año 1902, pág. 15.
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