La idea de que Dios tiene el poder de proveer a todos Sus hijos de las necesidades básicas — como la vestimenta, la casa y la comida — fue el tema principal del programa radial de El Heraldo de la Ciencia Cristiana, en el que entrevistó a de Montevideo, Uruguay.
Enrique: Dinorah, en un momento crítico de tu vida te llegaste a preguntar, ¿para qué estamos en este mundo? Dinos, ¿cómo te ayudó la Ciencia Cristiana a darte una respuesta?
Dinorah: Mirá, yo estaba pasando por un momento sumamente difícil. En una oportunidad, hasta había llegado a intentar quitarme la vida, porque no encontraba un motivo verdadero para vivir y me pasaba preguntando para qué estamos y porqué hay tanta pobreza y tanto dolor y guerras. Siempre sentí que teníamos que tener un propósito, que no podía ser que naciéramos, creciéramos, pasáramos una serie de penalidades, y luego nos muriéramos. Pero, a pesar de esto, tenía una gran fe en Dios.
Enrique: ¿Vivías con tus padres?
Dinorah: Sí. Mi padre era alcohólico, y mi madre sentía que había luchado mucho en la vida y que ya no le quedaban fuerzas para nada. Así es que vivíamos en un ambiente verdaderamente precario. Yo había sido una niña raquítica y luego, durante la adolescencia y en el momento preciso en que encontré la Ciencia Cristiana, tenía una anemia bastante aguda y estaba en sicoterapia.
Enrique: ¿Cómo trataste de encontrar ayuda para esta situación
Dinorah: Bueno, hacía un tiempo había oído hablar de la Ciencia Cristiana aunque no me había interesado. Pero un día, caminando por la calle, me iba diciendo: "¡Dios mío, si estás en alguna parte, muéstrame dónde estás!" Y fui dirigida a entrar en una iglesia de la Ciencia Cristiana. De inmediato me sentí en un ambiente muy agradable. Se respiraba mucha paz, y no recuerdo exactamente lo que escuché, pero lo que más me impresionó al entrar fue que en la pared decía: "El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana. Mary Baker Eddy" (Ciencia y Salud, pág. 494). Me impactó que hubiera sido una mujer la que escribió eso. Al terminar el culto religioso me informaron que podía solicitar prestado Ciencia y Salud.
Nunca había escuchado hablar de Dios en esta forma.
Ni bien llegué a mi casa comencé a leer el libro con una curiosidad tremenda y con un gran deseo de entender. Porque lo que había escuchado en la Iglesia me había parecido revelador de la Verdad. Lo que me impactó al abrir el libro fue la primera frase del Prefacio que dice: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones". Me maravilló la frase "el día de hoy". Y también me llamó la atención cuando leí más adelante: "Ha llegado la hora de los pensadores" (Ciencia y Salud, pág. vii). Sobre todo porque yo me consideraba una pensadora; había leído muchísimo de todo y había ido a otras religiones en mi búsqueda de Dios.
Bueno, continué leyendo el libro hasta altas horas de la noche por varios días. Y a veces pasaba dos y tres días con la misma página, tratando de obtener una mayor comprensión. Nunca había escuchado hablar de Dios en esta forma. Pensaba que Dios era un viejito que estaba por allá arriba y que de vez en cuando se acordaba de alguien. Y cuando fui leyendo que Dios es Amor, comencé a darme cuenta de que Él no era una persona que está por allá lejos.
Enrique: ¿Dirías que el libro estaba expandiendo el conocimiento de lo que es Dios para vos?
Dinorah: Completamente. ¡Era algo tan nuevo, tan revitalizador! Aunque estaba pasando tremendas penurias económicas, no estaba buscando específicamente salir de esto, y lo que menos esperaba era que Ciencia y Salud me iba a ayudar. Yo buscaba respuestas, pero no buscaba salir de la pobreza. A medida que leía el libro, dejé de leer cualquier otro tipo de literatura y me aboqué por completo al estudio de la Ciencia Cristiana.
Yo buscaba respuestas, pero no buscaba salir de la pobreza.
Enrique: ¿En esa época estabas bajo algún tipo de tratamiento médico?
Dinorah: Sí. En la época en que concurrí por primera vez a la Iglesia, yo era una farmacia ambulante. Consumía todo tipo de remedios. Remedios para la anemia, para la depresión, para los nervios, para poder dormir, para el dolor de estómago, y no sé para cuantas cosas más. Y al poco tiempo de comenzar a leer Ciencia y Salud, prácticamente sin darme cuenta dejé los medicamentos. Mi madre, un día me preguntó: "¿Por qué no tomás más los remedios?" La cuestión es que hasta que ella me lo hizo notar no me había dado cuenta de que los había dejado. No necesité nunca más un solo medicamento, ni siquiera para un simple dolor de cabeza.
Enrique: ¿Durante esa época, mientras estudiabas Ciencia y Salud, recurriste por ayuda a algún practicista de la Ciencia Cristiana?
Dinorah: Sí. Una vecina que iba a la iglesia me ofreció presentarme a alguien que estaba en la práctica de la Ciencia Cristiana. Cuando le pregunté qué era eso me dijo que era alguien que estudia la Ciencia Cristiana y que se dedica a orar por las personas que se lo solicitan.
Cuando visité a la practicista le conté de mi terrible situación económica, que ni siquiera tenía una casa digna donde vivir. Pero a todo esto ella de repente me contestó que Dios, siendo Amor, siempre nos provee de todo lo que necesitamos y que nuestra tarea es la de aprender a darle gracias a Él. Cuando nos despedimos y salí a la calle aún me sentía un poco molesta por lo que me había dicho. Afuera era un día hermoso y mientras iba caminando pensé que sí, que tenía para agradecer por el hermoso día asoleado, por los árboles y pájaros que escuchaba cantar, y porque yo tenía vida.
Enrique: ¿Qué efecto tuvo esto en ti?
Dinorah: Sentí que me estaba liberando de un peso, y que me estaba vistiendo de algo completamente nuevo. Y mientras seguía caminando continué agradeciendo por la gente que veía en la calle y por la sonrisa de los niños que estaban jugando y no pensé más en lo que me faltaba. Pensé: "Voy a aprender a dar gracias y a ser obediente".
En mi trabajo como peinadora también empecé a sentirme más agradecida. Y esto trajo un cambio rotundo en mis tareas porque las clientas, que se atendían en mi casa, venían y se sentían cómodas al ver que era un lugar agradable. Y el trabajo creció por las recomendaciones de mis clientas. Creció tanto que hasta hacían cola para atenderse conmigo. Pero, además de esto, seguía encontrando verdades en Ciencia y Salud que eran realmente reveladoras. A medida que leía y aprendía que el hombre es el reflejo de Dios, esto fue todo una revelación para mí, pues fui comprendiendo que Dios no es una persona, sino que es Amor, la única Mente, y cada vez que venían las clientas yo pensaba que ellas eran ideas y que Dios nos estaba bendiciendo a mí y a ellas. Esta comprensión espiritual cambió rotundamente mi forma de pensar y de ver a la gente. Y también cambió inmediatamente mi situación económica.
Enrique: ¿Cómo cambió?
Dinorah: Bueno, Comencé a tener cada día más clientas y así pude comprar las cosas necesarias para la casa, desde los cubiertos y platos hasta los muebles.
Enrique: ¿Qué dirección tomaron las cosas luego?
Dinorah: Después de formar una familia con tres hijos nos mudamos a una casa, y al lado construimos un local donde hoy tenemos nuestro negocio.
Enrique: Mirá vos cómo se fue desarrollando esta idea de poder prestar servicio a los demás, ¿no?
Dinorah: Así es. Cada vez que siento temor por volver a caer en un estado de carestía o de dificultades económicas pienso inmediatamente en todo lo que tengo para agradecer y en lo necesario que es que vea al hombre como hijo de Dios, como Su idea.
Enrique: ¿Cambió tu actitud hacia tus padres también?
Dinorah: Sí, completamente. Comencé a ver a mis padres como hijos de Dios. Lo primero que pasó fue que los dejé de culpar por todo y empecé a sentir que ellos eran libres al igual que yo, y que todos somos una sola familia para Dios. Y bueno, no es que mi padre haya cambiado de inmediato, pero las cosas se hicieron mucho más armoniosas. Además él estaba sorprendido con mi cambio y con lo que estaba pasando en la casa.
Enrique: Y estas preguntas que tenías acerca de si había alguna razón para vivir, ¿te fueron respondidas?
Dinorah: Sí, todas fueron respondidas de una manera absoluta y terminante.
    