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La verdadera independencia es depender de Dios

Del número de febrero de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


La Independencia es lo que la mayoría de la gente aprecia. No significa que no debamos ayudarnos los unos a los otros, pero nuestra autoestima se vería disminuida si dependemos demasiado de los demás. No obstante, hay una independencia de la cual nos veríamos privados si estamos muy convencidos de nuestra autosuficiencia. Es la inigualable libertad espiritual que obtenemos al depender totalmente de Dios.

De hecho, es la habilidad que Dios nos dio lo que nos capacita para tener seguridad en nosotros mismos. Dios crea al hombre verdadero y espiritual a Su propia semejanza, y Él mantiene a Sus hijos. El tierno amor de Dios que reflejamos porque somos Sus hijos, nos impulsa a apoyar la independencia de los demás en ocasiones en que no podemos atender todo por nuestra propia cuenta. Este apoyo mutuo, que es vital en nuestra vida cristiana, es la expresión del amor que Dios siente por Su creación. Los que reciben así como también los que brindan ese amoroso cuidado, pueden reconocer que el apoyarse en Dios libera al hombre.

Cuando aprendemos a depender del cuidado y amor de Dios, obtenemos una independencia duradera.

Cristo Jesús jamás insinuó que era autosuficiente o hacía algo "por sí mismo". Sin embargo, nadie pudo ser más libre que él. Demostró la verdadera independencia que proviene de la más absoluta confianza en Dios. Subordinaba continuamente su punto de vista personal al Cristo, su identidad espiritual como hijo de Dios, y ya conocemos los resultados que obtuvo y que se relatan en la Biblia, como fueron las curaciones que liberaban multitudes.

Jesús explicó que la ayuda que prestamos o recibimos, cimentada en nuestra confianza en Dios, revela aún más la filiación del hombre verdadero con Dios. Aquellos que atienden a los enfermos, los necesitados, los encarcelados, están en verdad sirviéndole a él, y señaló esto diciendo: "De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis". Mateo 25:40. Cuando la ayuda que prestamos o recibimos manifiesta al Cristo, el ser espiritual verdadero del hombre, todos avanzamos hacia una mayor dependencia en Dios. Esto es verdaderamente liberador.

Tuve oportunidad de descubrir lo que esto significa en la práctica, cuando realicé actividades útiles y nobles pero mal remuneradas. Era necesario satisfacer mis necesidades cada vez mayores, lo que pude lograr, con la ayuda de alguien a quien yo no hubiera recurrido. Aunque esto parecía natural y apropiado y no representaba una carga para la otra persona, hubiera preferido ser totalmente autosuficiente.

Sin embargo, a través de la oración, percibí que no era un mortal que podía sentirse disminuido debido al apoyo que otra persona le brindaba. Ni tampoco debía sentirme orgullosa de poder mantenerme por mi propia cuenta. Reconocí que era la hija espiritual de Dios, y que Su provisión para Sus hijos es constante. Me di cuenta de que quien me ayudaba estaba divinamente motivada a apoyar las cualidades semejantes al Cristo de mi verdadera naturaleza espiritual. Y yo podía expresar gratitud y amor en retribución a esta bondad semejante al Cristo. Ambas fuimos bendecidas. Y más adelante fue evidente que los proyectos que logré completar durante ese período fueron muy valiosos.

Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana explica en su libro Retrospección e Introspección: "Nuestra confianza en las cosas materiales debe transferirse a la percepción y confianza en las cosas espirituales".Ret. pág. 28. Aprendemos a apoyarnos en lo espiritual, al demostrar cada vez más una fortaleza e iniciativa provenientes de Dios, que jamás hubiéramos pensado. Pero también podemos aprender a confiar en lo espiritual cuando recibimos ayuda de alguien. De esta manera encontramos que la gracia de Dios, que es de donde emana esta ayuda, es siempre suficiente.

En la Biblia, Pedro nos asegura: "Humilláos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros". 1 Pedro 5:6, 7. Cuando aprendemos depender del cuidado y amor de Dios, obtenemos una independencia duradera.

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