La Independencia es lo que la mayoría de la gente aprecia. No significa que no debamos ayudarnos los unos a los otros, pero nuestra autoestima se vería disminuida si dependemos demasiado de los demás. No obstante, hay una independencia de la cual nos veríamos privados si estamos muy convencidos de nuestra autosuficiencia. Es la inigualable libertad espiritual que obtenemos al depender totalmente de Dios.
De hecho, es la habilidad que Dios nos dio lo que nos capacita para tener seguridad en nosotros mismos. Dios crea al hombre verdadero y espiritual a Su propia semejanza, y Él mantiene a Sus hijos. El tierno amor de Dios que reflejamos porque somos Sus hijos, nos impulsa a apoyar la independencia de los demás en ocasiones en que no podemos atender todo por nuestra propia cuenta. Este apoyo mutuo, que es vital en nuestra vida cristiana, es la expresión del amor que Dios siente por Su creación. Los que reciben así como también los que brindan ese amoroso cuidado, pueden reconocer que el apoyarse en Dios libera al hombre.
Cuando aprendemos a depender del cuidado y amor de Dios, obtenemos una independencia duradera.
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