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Hace Más De 45 años que...

Del número de febrero de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Más De 45 años que conocí la Ciencia Cristiana. Hoy, por segunda vez, deseo escribir sobre el poder sanador de esta religión.

Estaba de visita en casa de mi hija, que en ese entonces vivía en París, y después de haber pasado unos días maravillosos con ella, de pronto se me hincharon la cara y las manos, y las manos también se me pusieron azules como si tuviera una infección. Volví de inmediato a Alemania y estudié la Biblia y Ciencia y Salud, así como también artículos de El Heraldo de la Ciencia Cristiana.

Recuerdo que no sentía temor en absoluto, a pesar de estar sola, sin teléfono ni apoyo humano alguno.

La comprensión de la importancia y el poder de una frase en especial del cuarto artículo de Fe de la Ciencia Cristiana, me trajo la curación completa:

"... reconocemos que el hombre se salva mediante el Cristo, mediante la Verdad, la Vida y el Amor como lo demostró el Profeta de Galilea al sanar a los enfermos y al vencer al pecado y a la muerte" (Ciencia y Salud, pág. 497).

Sané en poco más de una semana; después de ocho días, mi cara ya estaba normal. La curación de las manos llevó algo más de tiempo, pero esto no me preocupó. Mientras tanto, basé mi oración en el fundamento de un Dios perfecto y Su creación perfecta, el hombre, causa perfecta, efecto perfecto. La apariencia de envenenamiento de la sangre fue destruida por el entendimiento que obtuve de la declaración en Ciencia y Salud que dice:

"Puesto que Dios es el bien y la fuente de todo el ser, Él no produce deformidad moral o física; por tanto, tal deformidad no es real, sino ilusión, el espejismo del error" (pág. 243).

En otra ocasión sané de una caída. Subí a una silla para alcanzar algo de un armario de la cocina, y la silla se dio vuelta y caí contra el borde del refrigerador con todo el peso de mi cuerpo. No podía moverme. Me parecía que algunos órganos internos se habían lastimado y que me había quebrado la cadera. Me llevaron a un sofá y mi hijo me dijo que quería llamar a un médico. Pero pedí ayuda a mi hija que casualmente estaba de visita en casa y que tenía experiencia en la curación por la Ciencia Cristiana, para que orara por mí. Me cuidaron muy amorosamente y ella oró por mí a diario. Me ayudó a comprender que Dios está siempre presente, que no puedo nunca estar fuera de la seguridad del Amor divino, y que Él gobierna todas las funciones armoniosamente.

Lo que sigue fue muy útil: "La Mente es la fuente de todo movimiento, y no hay inercia que demore o detenga su acción perpetua y armoniosa. La Mente es la misma Vida, Amor y sabiduría 'ayer, y hoy, y por los siglos'". (Ciencia y Salud, pág. 283)

En dos semanas estaba totalmente sana. El dolor de la cadera había desaparecido y no hubo efectos secundarios.

Hace tres años tuve otra notable curación. De pronto todo movimiento del cuello me producía dolor, y temí que se hubieran deteriorado los huesos. Al mismo tiempo sentía un ruido muy molesto en los oídos. Oré por mí misma durante varios meses, pero no mejoré.

Durante ese tiempo hasta tuve la tentación de tomar una pastilla para aliviar el dolor, pero gracias a Dios, pude mantener claro en mi pensamiento que es necesario tener una confianza radical en Dios para lograr una verdadera curación espiritual. Durante cuarenta y un años nunca había tenido que tomar una pastilla ni consultado a un médico. Una y otra vez había comprobado el poder sanador de la oración. ¿Porqué no iba a sanarme la Verdad, también en esta oportunidad?

Pedi ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, y con su continua oración, sané completamente. No puedo decir exactamente por cuanto tiempo oramos el practicista y yo. Nos comunicamos a menudo durante casi tres meses. Estudié sinceramente el capítulo "La práctica de la Ciencia Cristiana" en Ciencia y Salud. Partiendo de la base de que mi identidad es espiritual, invariable e intacta, negué el dolor, el deterioro y la creencia material de edad, reconociendo con gratitud que el hombre ya es, no que será, por siempre perfecto. Entonces, un día me di cuenta de que estaba libre de dolor y podía mover el cuello. De repente sané por completo y ha sido permanente.

El siguiente pasaje de la página 162 de Ciencia y Salud, fue una valiosa ayuda en esta curación. "La Ciencia Cristiana trae al cuerpo la luz solar de la Verdad, que vigoriza y purifica. La Ciencia Cristiana obra como un alterante, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa humores, disuelve tumores, relaja músculos rígidos y restaura la salud a huesos cariados. El efecto de esa Ciencia es incitar a la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda dar lugar a la armonía de la Mente divina".



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