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Democracia y oración

Del número de febrero de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Democracia Significa literalmente, "gobierno del pueblo". ¿Asociamos realmente dicho concepto con la oración? ¿No nos es mucho más fácil pensar, en ese sentido, que la mayoría de las opiniones humanas son las que gobiernan, y que la oración no desempeña papel alguno? Entonces puede que pensemos que somos tan solo uno entre tantos, y reaccionemos con resignación a nuestra supuesta falta de poder. Para algunas personas, el descontento podría llegar al extremo de la anarquía y de la violencia. Otros, de igual forma, podrían intentar promover sus intereses mediante el mal uso de sus relaciones personales e intrigas.

No obstante, la Biblia nos enseña que nuestro futuro, nuestra vida misma, está gobernada por leyes divinas. Experimentamos ese gobierno en la medida en que subordinamos nuestras opiniones humanas a esas leyes. La Biblia está repleta de experiencias que ilustran la importancia de nuestra relación con Dios, incluso en los procesos políticos. Simplemente recordemos el familiar relato de Daniel en el foso de los leones, en el que Daniel, por su fidelidad a Dios, triunfa sobre las intrigas destinadas a provocar su caída.

A muchos les será más fácil subordinar sus opiniones a los valores y a las leyes divinas cuando vean en la Biblia cómo gobierna Dios. En ningún pasaje leemos que Él consulte con ángeles o someta sus decisiones a la consideración de la mayoría. De Cristo Jesús aprendemos que Dios es Espíritu, y los Salmos dicen que es una Roca. Por ejemplo, un concepto mental como las matemáticas no necesita primero de la decisión de la mayoría para resolver un problema aritmético. De la misma forma, Dios gobierna perfecta e inalterablemente a Su creación, como el Principio, el Amor. El libro de Isaías declara: "Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro rey; él mismo nos salvará". Isa. 33:22. De manera que, para el escritor, Dios combina dentro de Sí mismo las tres divisiones clásicas del poder: Dios como gobernante soberano. Cuando analizamos simbólicamente esta definición "política" de Dios, se nos hace evidente que Dios incluye todo el poder en Sí mismo. Ese poder es irrestricto y solo es capaz de hacer todo el bien. Ese poder "nos salvará".

Sin embargo, los detestables patrones de comportamiento que manifiestan los dictadores no son buenos ni útiles, y en todos los casos son desemejantes a Dios. Esto significa que una dictadura humana nunca podrá ser la más elevada forma de gobierno. La Sra. Eddy, cuyo hermano Albert participó activamente en la política y en el bienestar público, escribe en Ciencia y Salud: "Dios ha dotado al hombre con derechos inalienables, entre los cuales se encuentran el gobierno de sí mismo, la razón y la conciencia. El hombre se gobierna a sí mismo sólo cuando está dirigido correctamente y gobernado por su Hacedor, la Verdad y el Amor divinos".Ciencia y Salud, pág. 106.

Una estructura democrática proporciona a todos la posibilidad de participar en la formación de la opinión pública. Mas, independientemente del sistema de gobierno bajo el cual vivamos, siempre tenemos la posiblilidad y la obligación de recurrir a Dios para obtener la guía necesaria. En determinados momentos, parecería más fácil que nos relevaran de la responsabilidad de tomar decisiones. Pero en realidad, el hombre tiene una sed natural de pensar por sí mismo. Nuestro derecho inalienable, y en realidad también nuestro anhelo más profundo, es recurrir a nuestro Creador, el Amor divino.

En una oportunidad tuve una experiencia que me mostró claramente que podemos recurrir a Dios siempre que tenemos que tomar una decisión. Por aquel entonces acostumbraba a practicar el vuelo en ala delta con un amigo. En aquella ocasión nos encontrábamos probando unas alas nuevas en un hermoso y tranquilo día de invierno. Mi amigo salió primero y yo observaba. Comenzó a correr, despegó, y se encontraba tal vez a unos cinco metros sobre el nivel del suelo cuando dejó que las nuevas alas se detuvieran demasiado, probablemente debido a que tenían características distintas durante el vuelo, y por un instante quedó como detenido en el aire. En este deporte, dicha situación conduce frecuentemente a accidentes debido a que las alas son muy sensibles a las ráfagas de viento y pueden estrellarse al quedar fuera de control. En otras palabras, mi amigo estaba en peligro de caer a tierra.

Me encontraba a treinta metros de distancia y no sabia si debía gritarle cómo maniobrar, puesto que no estaba seguro de que él pudiera hacerlo antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, en ese momento se apoderó de mi pensamiento una formidable sensación del amor de Dios, de Su presencia protectora y de la perfección de Su creación.

Aquella sensación me calmó de inmediato. Pude ver que mi amigo y yo estábamos completamente seguros en Dios y que Dios siempre nos protege con todas las ideas correctas que necesitamos. Para mí ese fue, en verdad, un momento sagrado. Y en ese preciso instante, mi amigo hizo la maniobra adecuada, el ala comenzó a cobrar impulso y se convirtió en un vuelo excelente. Fui tras él con otra ala delta y nos reunimos en el campo de aterrizaje.

Hablamos acerca de los momentos críticos que se produjeron luego de su despegue y me dijo algo así como: "Sí, estuve cerca; y gracias por haberme indicado la maniobra correcta". En realidad, yo no había dicho una palabra y al principio me sorprendí, hasta que comprendí que él verdaderamente escuchó las instrucciones correctas. El Cristo se las había comunicado con mucha más efectividad de lo que yo podía haberlo hecho.

Esa experiencia continúa llenándome de profunda gratitud, y me ha servido de gran enseñanza para el futuro. Ahora, siempre que tengo que tomar alguna decisión, trato de estar consciente en todo momento de que sólo la Mente divina está comunicándose con todos. Es el Cristo quien se comunica con nosotros y a quien todos podemos comprender. El Cristo nos llega directamente y sin duda alguna, mucho mejor que los esfuerzos o las opiniones humanas. Eso me hace sentir mucho más libre y equilibrado cuando los demás dicen lo contrario. Ya no intento llevar algo a cabo mediante meras opiniones, sino que me regocijo al reconocer que solamente Dios tiene todo el poder.

Cristo Jesús es nuestro gran Modelo en el constante recurrir a nuestro Padre celestial. Nunca hizo algo en contra de la voluntad de Dios y actuó, por consiguiente, con autoridad divina. Hizo un uso irrestricto de su derecho inalienable de ser gobernado totalmente por Dios. Dijo: "Yo y el Padre uno somos". Juan 10:30.

De manera que, ¿cómo podemos contribuir a que las buenas ideas sean aceptadas cuando se toman decisiones democráticas? Para abrir el camino a los pensamientos divinos, siempre debemos comenzar con el altruismo y la oración. La oración resulta mucho más eficaz cuando la liberamos de los conceptos humanos y confiamos el resultado a la Omnipotencia divina y a la voluntad divina.

Esto pudiera parecer difícil cuando se toman decisiones contrarias a nuestras convicciones. Pero cuando reconocemos lo importante y necesaria que es nuestra oración, entonces se hace evidente que no podemos permitirnos reaccionar con medidas destructivas tales como la resignación o la rebelión.

Cuanto más generosamente amemos y apoyemos este hecho, más claramente percibiremos que Dios es el que en verdad está haciendo el trabajo, y que tenemos el privilegio de ser testigos de Su poder y gozo divinos, y del amor que siente por sus ideas.

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