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Cuando Me Quedé...

Del número de mayo de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Me Quedé sola cuidando de mis hijas, y vivía muy alejada de mi familia, un día mi ex marido entró a la casa y me violó. Me sentí muy sola, con mucho temor y sin ayuda. Yo lo había dejado porque no sentía que me quería. Él tomaba alcohol y usaba drogas, también tenía un temperamento muy violento que hacía que abusara de mí verbal y físicamente. Con los años esto se fue agravando, y sentí que no tenía otra alternativa más que irme con nuestras dos pequeñas hijas.

Sentí que me desmayaba.

Mi madre era Científica Cristiana, y me había enseñado a recurrir siempre a Dios en busca de fortaleza, dirección y consuelo. La Biblia tiene muchos relatos acerca del mal trato: Daniel no tenía ninguna arma en el foso de los leones, y los tres hebreos que fueron echados en el horno ardiendo, recurrieron a Dios como el gran salvador y fueron salvos. Daniel no fue tocado por ninguna garra y ni siquiera tenían olor a quemado Sadrac, Mesac y Abednego. Ninguno de ellos sintió rencor o resentimiento, sin embargo, percibieron que había razón para que sucediera eso.

Oré para reconocer que mi inocencia y pureza eran espirituales y siempre intactas, y que nadie ni ninguna circunstancia podría quitarme esas cualidades, porque provienen de Dios.

Los días y semanas pasaban, y yo continuaba orando, pero lentamente me iba enfermando cada vez más. Una tarde, algunos meses después del incidente, estaba trabajando en el jardín con mis dos hijas cuando sentí que me desmayaba, me caí al suelo y alguien vino y me llevó al hospital. En la sala de emergencia, me di cuenta de que perdía y volvía a tener conocimiento, y me repetía a mí misma "la declaración científica del ser" de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, por la Sra. Eddy (pág. 468).

Me dediqué algunas horas a reflexionar acerca de las poderosas verdades de esa declaración del hombre verdadero, el ser espiritual, durante el tiempo que los médicos me examinaban. Me dijeron que tenía una grave enfermedad venérea y que me habían programado una histerectomía (extirpación del útero), que duraría seis horas. Agradecí a los médicos su atención y preocupación, y les dije que quería irme a mi casa a pensar en ello.

En mi casa recurrí a Dios en oración humilde, y pensé en las maravillosas curaciones que hizo Jesús. A él nada le asustaba ni era tan alarmante que se negara a mirar, ni siquiera la lepra. Yo había presenciado muchas curaciones en mi familia, entre ellas envenenamiento de la sangre, resfríos, laceraciones en la cara y quemaduras de tercer grado. Estas curaciones fueron el resultado de recurrir en oración a Dios. ¿Era mi situación actual diferente a esas? ¿Era algo más difícil de lo que podía enfrentar? Recordé que Jesús, que siempre reconocía que la gloria era de Dios, dijo: "para Dios todo es posible" (Mateo 19:26)

Los hijos de Dios son totalmente puros y perfectos.

Mis oraciones me guiaron a que fuera a mi asociación de la ciencia Cristiana, como lo había planeado anteriormente, manejando hasta otro Estado. En el camino, mis dos pequeñas hijas me contaron todo lo que podían recordar acerca de la Escuela Dominical y cantaron himnos para consolarme.

En la asociación se trató el tema de la "pureza", y mi maestro habló del concepto de que los hijos de Dios son totalmente puros y perfectos. Luego comprendí que yo había orado para ver mi propia pureza intacta, pero no había incluido a toda la humanidad. Si yo era la hija de Dios, todos los demás también tenían que serlo. Oré para ver a todos como hijos de Dios, puros, perfectos, incontaminados, incluso a mi ex marido. El hombre de Dios, el ser verdadero y espiritual que todos tenemos, es gobernado sólo por el Amor divino y no por la voluntad humana, la sensualidad, el odio, el resentimiento o el temor. Y debido a que Dios tiene todo el poder y llena todo el espacio, esto no deja lugar para el mal, la enfermedad ni ningún otro poder.

Comprendí que podía reclamar mi pureza, mi plenitud y mi libertad allí mismo en ese momento. La Biblia dice: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro" (1 Juan 3: 2, 3). ¡Qué magnífico pensamiento sanador!

Un cálido sentimiento de amor llenó todo mi ser, y me sentí bien. Unos días después en esa misma semana, un miembro de la familia que estaba muy preocupado por mí, me pidió que me hiciera examinar por un médico, y lo hice para que se quedara tranquilo. Y recibí un certificado de buena salud.

Los años pasaron, y mi ex esposo pudo superar el uso de las drogas y el alcohol, y controlar su temperamento. Ahora lee diariamente la Biblia y también está haciendo trabajo voluntario para ayudar a otros con el mismo problema que él tenía. También ha tenido el placer de entregar a su hija en su casamiento. Sé que el negarme a sentir amargura y resentimiento, y a orar y entender más acerca del Amor divino, nos ayudó a todos. En el casamiento él me dijo: "Finalmente soy un padre del que ellas se pueden sentir orgullosas".

Después fui bendecida de muchas maneras, incluso con un nuevo y maravilloso matrimonio lleno de amor y respeto mutuo. Con mi actual esposo hemos sido bendecidos con un hijo. Mis hijas vienen a mi casa para estar conmigo y festejar el cumpleaños de su pequeño hermano.

Como pueden imaginar, mi gratitud es inmensa por la revelación que tuvo la Sra. Eddy de la Ciencia Cristiana, y por la inspiración que siento siempre al leer la Biblia. Desde ese entonces ha sido para mí muy natural practicar la Ciencia Cristiana tiempo completo, como practicista. Y he recibido muchas bendiciones.

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