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LOS DERECHOS DE LA MUJER

Del número de mayo de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Descubrimiento de la Ciencia Cristiana, que está basado en el estudio de la Biblia, ha abierto una puerta de infinitas posibilidades para comprender mejor lo que entrañan los derechos del hombre y la mujer, derechos que se expresan en libertad, dignidad, comprensión y respeto mutuo.

Sobre todo es el caso de los derechos de la mujer, que a partir del siglo pasado han comenzado a obtener gradual reconocimiento, otorgando a la mujer debida igualdad con el hombre frente a la sociedad.

Esto está ocurriendo después de siglos en que se había considerado normal maltratar y humillar física y moralmente a la mujer. No obstante, este abuso aún continúa en diversas partes del mundo, y en algunos países todavía se escucha el dicho: "La mujer no tiene ni voz, ni voto".

Quizás, lo que se cree acerca de la naturaleza de la mujer, y que fundamenta este dicho, encuentra su justificación en el mito bíblico sobre la historia de Adán y Eva, donde un Dios corpóreo llamado Jehová crea a la mujer de una costilla del hombre. Véase Gén. 2:22. Este mito atribuye al hombre superioridad sobre la mujer.

Pero luego, cuando Adán presentándose como víctima después de comer el fruto prohibido dice: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí", Gén. 3:12. la mujer confiesa su error y enfrenta con responsabilidad lo que ha pasado. Aquí se ve por primera vez que ella expresa un sentido de humildad. La Sra. Eddy se refiere en Ciencia y Salud a la reacción de Eva de esta forma: "Ella dice: 'La serpiente me engañó y comí', como si en humilde penitencia dijera: 'Ni el hombre ni Dios han de cargar con mi culpa'. Ella ya ha aprendido que el sentido corporal es la serpiente".Ciencia y Salud, pág. 533.

El texto bíblico señala que la creación originada en un Dios corpóreo, que es de carácter mítico y justifica la dominación del género masculino sobre el femenino, es una falsedad acerca del verdadero hombre y mujer creados por Dios. La Ciencia Cristiana encuentra la verdadera creación en el primer capítulo del Génesis, donde Dios, el Espíritu, crea al hombre a Su imagen y semejanza. Y el Espíritu no está dividido, por lo tanto, el hombre como expresión individual del Espíritu, refleja la paternidad y maternidad de Dios.

Desde tiempo inmemorial la labor de la mujer ha sido identificada casi exclusivamente como la de ama de casa. Siendo ésta una actividad no remunerada dependía del hombre para sobrevivir. Lo mismo podía decirse de su papel como madre y esposa. Pero hoy, este papel de proveer para las necesidades del hogar también lo tiene la mujer soltera o divorciada. Y hoy se ve cuán capaz es la mujer para desempeñar las tareas que anteriormente eran exclusivas del hombre. Esto es una indicación de la paternidad y maternidad de Dios manifestándose en el género humano sin distinción de sexos.

Igualmente, el empuje, iniciativa y perseverancia que la mujer de negocios despliega, está dando por tierra con los limitados conceptos que se tenían de la mujer. La utilización de estas capacidades que provienen de Dios, la Mente infinita, han demostrado que la mujer puede destacarse tanto en las artes como en los negocios, en la enseñanza como en la política.

En los últimos cien años se ha visto a organizaciones reclamar el derecho femenino al sufragio y al pago equitativo por labores de similar uso de capacidades y responsabilidades. Estos pasos de progreso nos hacen pensar en la experiencia de la Sra. Eddy. Ella vivió durante el período en que se luchaba por el derecho al sufragio femenino. En esa época, además de establecer el Movimiento de la Ciencia Cristiana, fundó una iglesia y un diario internacional, The Christian Science Monitor, reconocido por su imparcialidad y esmero para las noticias. También escribió el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud. Finalmente, en estos últimos años, la Sra. Eddy ha sido reconocida, junto con una serie de damas de renombre mundial, como una de las mujeres que más ha contribuido al bien de la humanidad.

Es ella quien dice en Ciencia y Salud: "El Principio divino del Primer Mandamiento es la base de la Ciencia del ser, por la cual el hombre demuestra salud, santidad y vida eterna. Un solo Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'; aniquila a la idolatría pagana y a la cristiana — todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido".Ibid., pág. 340.

Para el pensamiento cristiano, Dios, el Padre universal, habla a la consciencia de mujeres y hombres para elevarlos al concepto verdadero del hombre espiritual, y ciertamente todos podemos estar vigilantes y alertas para reclamar el progreso que esta época exige y que sólo el Amor divino puede otorgar.

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