Imagínate que estás en una de las multitudes que se reunían para escuchar a Jesús. Tal vez estés en una de las colinas que se encuentran cerca de donde vives, o a orillas de un lago. O tal vez te encuentres en un atrio, o en la calle afuera de la casa de alguien, escuchando a través de una puerta abierta. ¿Qué esperas que suceda?
Tal vez hayas escuchado acerca del maravilloso trabajo sanador que Jesús ha estado haciendo. Quizá te hayan dicho que habla con mucha sabiduría y autoridad sobre las Escrituras y las leyes de Dios. Tú quieres escuchar lo que este hombre santo tiene que decir y esperas ver cosas realmente maravillosas.
Si hubieras estado allí, ¿qué habrías esperado escuchar? Bueno, Jesús enseñó acerca del universo del Espíritu — el reino de los cielos — y también enseñó reglas sobre cómo debemos comportarnos con los demás. En realidad es muy difícil hablar acerca de cosas espirituales que no podemos ver con los ojos ni tocar con las manos. A veces a la gente también le es difícil saber exactamente cómo actuar, aunque les hayan dado algunas reglas generales para hacerlo.
Debido a esto, Jesús utilizaba ejemplos simples de la vida diaria para ayudar a la gente a comprender sus enseñanzas. Aunque no pudieran entender las lecciones de inmediato, muchos con el tiempo recordarían estos ejemplos y aprenderían las enseñanzas.
A veces los ejemplos eran historias muy cortas que parecían como dibujos que él trazaba con palabras. En otras ocasiones las historias eran un poco más largas. Una historia simple como ésta que enseña una lección moral o religiosa se llama parábola.
Jesús no fue de ninguna manera el primero en utilizar historias para enseñar lecciones religiosas. Los profetas y rabinos que enseñaron antes que él usaron parábolas. Por ejemplo, el profeta Natán le contó al rey David una historia acerca de un hombre rico que tenía muchas ovejas, y que le quitó a un hombre pobre la única oveja que tenía para comérsela. Natán le contó esta historia para que el rey comprendiera que lo que había hecho estaba mal.1
No todas estas historias se llaman parábolas, pero la Biblia nos cuenta que en por lo menos treinta instancias Jesús explicó lo que quería decir con una parábola. Los Evangelios según Mateo, Marcos y Lucas relatan algunas de sus parábolas; el Evangelio según Juan no relata ninguna.
Si bien Jesús usó parábolas con el propósito de ayudar a quienes lo escuchaban a comprender sus lecciones, aun sus discípulos más cercanos, o estudiantes, tuvieron que pedirle que los ayudara a comprender la parábola del sembrador. Cuando la leas, pregúntate: "¿Qué me está enseñando Jesús a mí?" Entonces lee la explicación que dio a sus discípulos.2
El sembrador y el suelo
Un granjero salió a plantar semillas. (Probablemente se fue caminando con un recipiente lleno de semillas, recogiendo un montón con la mano y extendiendo y moviendo el brazo para dispersarlas.) Algunas cayeron cerca del camino y vinieron las aves y se las comieron.
Algunas semillas cayeron donde había poca tierra cubriendo el suelo rocoso; estas semillas comenzaron a crecer pero no pudieron desarrollar raíces profundas y muy pronto se secaron.
Algunas semillas cayeron entre espinos, los cuales crecieron junto con las plantas y las ahogaron. Pero otras semillas cayeron en buena tierra, y las plantas en este suelo produjeron una buena cosecha de granos, y algunos lugares produjeron más que otros.
Después de escuchar esta parábola, los discípulos de Jesús le preguntaron porqué les hablaba en parábolas a la multitud. Jesús les respondió que aunque los discípulos estaban preparados para comprender las cosas espirituales, mucha gente no lo estaba. De hecho, para algunos fue como si nunca hubieran escuchado estas enseñanzas. No obstante, él quería que sus lecciones fueran claras para aquellos que las podían comprender, de modo que usaba historias para ilustrar lo que decía.
Jesús explica la historia del sembrador. La semilla es la Palabra de Dios, y los diferentes tipos de suelo donde cae la semilla son los que la escuchan. La semilla que cae en el camino llega a la gente que de ningún modo comprende la Palabra de Dios, por lo tanto no se apega a ella ni la recuerda. Otras personas son como la roca cubierta por un poco de suelo. Se sienten felices de escuchar la Palabra por un tiempo, pero cuando se enfrentan a las tentaciones y a la persecución, se apartan de ella. Algunos permiten que las atenciones, las riquezas y los placeres de este mundo se comporten como espinos que les impiden crecer espiritualmente. Sin embargo, otros tienen lo que Jesús llama un "corazón bueno y recto", que es el perfecto lugar donde la Palabra de Dios echa raíces y florece. Todas estas personas prosperan espiritualmente, aunque algunas en mayor medida que otras.
La parábola del sembrador es importante porque muestra cómo debemos ser a fin de sacar el mejor provecho de las historias y enseñanzas de Jesús. Puede que ésa sea la razón de que haya dicho: Si no comprenden esta parábola, ¿cómo van a comprender las otras parábolas?
Jesús también habló a menudo acerca del reino de Dios, o reino de los cielos, que está relacionado con la Palabra de Dios. He aquí cuatro ejemplos de las parábolas que él utilizó para describir este reino.
La semilla de mostaza. El reino de los cielos es como una semilla de mostaza, que es muy pequeña pero crece y se transforma en un arbusto tan grande que las aves pueden hacer sus nidos en él.3
La levadura. El reino de los cielos es como la levadura que una mujer tomó y puso en tres medidas de harina; y la levadura levó toda la masa.4
El tesoro escondido. El reino de los cielos es como un tesoro enterrado en un campo; el hombre que sabe que está allí, venderá todo lo que tiene para comprar ese campo.5
La perla de gran precio. El reino de los cielos es como una perla muy valiosa; el hombre que reconoce su valor, venderá todo lo que tiene para comprar esa perla.6
Diferentes personas puede que consideren distintas maneras en que una parábola puede ayudarlos a comprender las cosas de Dios o saber qué hacer en cierta situación. ¿Qué te dicen estas parábolas a ti? A continuación hay algunas preguntas sobre las que puedes reflexionar:
• ¿Qué forma toma la Palabra de Dios?
• ¿Cómo puedes estar seguro de que estás escuchando la Palabra de Dios?
• ¿Qué puedes hacer para estar seguro de que tu "suelo" no es demasiado rocoso o poco profundo para que crezca la Palabra?
• ¿Cuáles son algunos de los "espinos" que te pueden distraer o impedir que crezcas espiritualmente para comprender cada vez más la Palabra de Dios?
• ¿Es buena tu "cosecha"? ¿Qué es tu "cosecha"?
• ¿Qué te dicen las parábolas de la "semilla de mostaza" y de la "levadura" sobre cómo viene el reino de los cielos a la tierra?
• ¿Qué tan valioso es el reino de los cielos?
Nos encantaría saber qué significan para ti estas parábolas. También estamos interesados en cualquier parábola que hayas escrito. No dudes en escribirnos al Heraldo y contarnos lo que piensas. Busca en el próximo número del Heraldo la segunda parte sobre las parábolas.
Ideas sobre cómo escribir una parábola.
El reino de Dios es como
Piensa en algo en tu hogar o vecindario que es pequeño pero hace algo importante.)
El reino de Dios es como
(Piensa en algo que es para ti tan valioso que quieres conservarlo aunque tengas que renunciar a otras cosas.)
Escuchar al Espíritu es como
(Piensa en algo de la naturaleza o en la música. Cuéntanos porqué te hace escuchar a Dios.)
Sentir la presencia de Dios es como
Hacer lo que Dios quiere que tú hagas es como