Alas Personas a veces les resulta difícil orar cuando están enfermas, lesionadas o tienen alguna dificultad. Los síntomas y las circunstancias en la escena humana a menudo son tan persistentes y aparentemente tan firmes que quizás nos sintamos inseguros.
En realidad, de todas las veces que he orado por distintas cosas, no recuerdo haberme sentido seguro cuando oraba para solucionar problemas materiales pensando que eran reales. "Por supuesto que son reales", alguien podría decir. "No habría necesidad de orar por un problema que no es real".
¿Es posible que una enfermedad exista y no exista al mismo tiempo? Está claro que no hay nada que pueda ser real e irreal al mismo tiempo. ¿Es posible que para Dios la enfermedad nunca sea real? Esta pregunta puede que cause sorpresa, pero está muy relacionada con la curación espiritual. No obstante, ¿cómo puede la enfermedad ser real para la mente humana y no para Dios?
Tal vez Dios esté equivocado, o quizá sea el pensamiento humano el que está equivocado. O quizá necesitemos aprender algo más antes de decidir quién lo está. Una cosa es cierta: para que ni la enfermedad ni la limitación existan, la naturaleza y el carácter de Dios tendrían que definitivamente tener algo que ver con esto. Dios tendría que ser mucho más que un superhombre que está sentado en una silla sobre olas de vapor de agua para poder establecer la inexistencia total de la enfermedad, la limitación o de cualquier clase de mal.
Solo un poder que sea totalmente bueno, que lo abarque todo espiritualmente y que ejerza un dominio singular, puede ser el Dios cuya totalidad elimina la posibilidad de la enfermedad. La razón para suponer esto es que nada físico podría nunca ser tan poderoso y constante como Dios. Si Dios fuera material en algún aspecto, la enfermedad y el mal podrían volverse reales en algún momento. Todo lo que incorpore materialidad está sujeto a cambio y anulación.
Usted no causa su espiritualidad: la espiritualidad se refleja.
Es obvio que toda la manifestación de enfermedad, lesión y desdicha que hay en el mundo, contradice la verdad de la totalidad de Dios y la realidad de Su perfecta creación espiritual. En razón de esto, podríamos sentirnos tentados a desalentarnos y a olvidar la curación espiritual. Sin embargo, aun una vislumbre de la infinita bondad de Dios y de nuestra identidad espiritual — algo con lo cual quizá ya estén ustedes familiarizados — les abre un mundo nuevo y perfecto; les abre las puertas a la realidad perfecta del ser. El reconocimiento de nuestra naturaleza espiritual y perfecta, trae todo el poder sanador de Dios a nuestra vida en forma científica, y esto nos sana.
Usted no causa su espiritualidad: la espiritualidad se refleja. Dios es el Espíritu divino. Por lo tanto, usted y yo tenemos una identidad fuera de la materialidad, una identidad que refleja al Espíritu divino, aquí y ahora. Esto es lo que somos en realidad.
Por consiguiente, ¿cómo puede alguien comenzar a demostrar que Dios es Espíritu, o Mente divina, cuyo gobierno totalmente bondadoso excluye la realidad de la enfermedad? Una manera de lograrlo es venciendo el desaliento y sanando espiritualmente por medio de la oración. La curación eleva a la verdad espiritual del terreno de la teoría al terreno de lo práctico y lo realista.
Sin embargo, sanar espiritualmente por medio de la autoridad de la totalidad de Dios no es exactamente lo que aparenta ser a primera vista. Si la enfermedad no existe para Dios, la Mente divina y todopoderosa, y Dios es la única causa, entonces la enfermedad debe ser irreal en todo momento.
Sanar algo que es irreal no solo es innecesario sino imposible. Lo único que necesita ser sanado es el pensamiento humano e ilusorio. En primer lugar, en la creación espiritual de Dios nunca hubo ninguna enfermedad; no obstante, la convicción de que alguna vez hubo o hay enfermedad, debe desaparecer cuando se percibe la totalidad de la naturaleza de Dios y de Su creación. Cuando una creencia falsa es destruida por medio de la percepción de la bondad y perfección espirituales de Dios y el hombre, entonces estamos verdaderamente sanando por medios espirituales.
La enfermedad es irreal.
Declarar que la enfermedad es irreal — porque no tiene lugar en Dios — en un primer momento puede parecer frío e inhumano para la persona que está sufriendo. Sin embargo, es la declaración más compasiva que uno pueda imaginar. Lo poco que he podido percibir acerca de la realidad de la creación perfecta de Dios, en la cual no hay enfermedad, me ha traído más curación y ha hecho más diferencia en mi vida, que ninguna otra cosa.
Para Dios, la Mente divina, la única realidad es el conocimiento y manifestación espiritual de Sí mismo, y éstas ciertamente son buenas noticias para alguien que está sufriendo. El pensamiento humano determina la experiencia humana, y cuanto más se corrija e ilumine el pensamiento con la verdad la verdad de que la bondad de Dios es definitivamente la única realidad menos propensos estaremos a las enfermedades. La perfección es siempre el estado natural de Dios, el Espíritu divino, y también es siempre el estado natural del hombre, la creación espiritual de Dios.
El Nuevo Testamento describe algo que aclara bastante el tema de la curación espiritual. En una oportunidad, Cristo Jesús encontró a un hombre que necesitaba ser sanado urgentemente: "Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba". Mateo 12:22-29. Algunas personas que fueron testigos de esta curación se preguntaban qué había detrás de todo esto. Dijeron que no había sido el poder de Dios sino el demonio mismo el que había efectuado ese cambio en el endemoniado.
La existencia de la enfermedad es definitivamente imposible en la creación de la Mente.
Jesús sabía lo que estaban pensando y les dijo: "Si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino?... Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. Porque, ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa".
Es muy significativo que Jesús sugiriera que para poder saquear los "bienes" del mal (en este caso la incapacidad para ver y hablar), el "hombre fuerte" debía ser atado primero.
¿Es posible que Dios sea el hombre fuerte que causa todas las dolencias? Si así fuera, Dios tendría que incluir el mal en sí mismo. Si la ceguera y la sordera fueran causadas o permitidas por Dios, nadie, hiciera el esfuerzo que hiciera, podría vencer la ley divina que hubiera autorizado estas imperfecciones.
Pero Jesús ciertamente sanó al hombre. El reino de Dios tampoco está dividido contra sí mismo. Jesús explicó que la curación fue posible cuando "el hombre fuerte" — la mente carnal que alega inútilmente que hay algo real y malo, que Dios no creó ni permitió— fue "atado": cuando "el Espíritu de Dios" lo despojó de su poder y lo expulsó del pensamiento humano.
Con gran humildad, cada uno de nosotros puede comenzar a seguir el ejemplo de Jesús y aplicar la ley de Dios y su bondad infinita al "hombre fuerte" presente en nuestra propia vida, o sea, al falso concepto de que hay realidad en la enfermedad, en la limitación y en el pecado. Aunque estos males parecen muy reales hoy en día, la curación se produce cuando la creación de Dios, la Mente divina, se vuelve más real para el pensamiento humano. Ciencia y Salud afirma: "Es charlatanería mental hacer de la enfermedad una realidad — considerarla como algo que se ve y se siente — y luego tratar de curarla por medio de la Mente".Ciencia y Salud, pág. 395.
Una manera de comenzar a sanar la enfermedad es no tratar de sanarla como si fuera algo "real". Debemos afirmar, sin reservas, que la enfermedad no es posible en la creación de Dios, y volvernos receptivos al hecho de que la Mente divina es el único poder que está influyendo sobre el hombre en todo sentido. No es la manifestación física de la enfermedad sino los temores que están detrás de los efectos físicos y fisiológicos lo que la Verdad divina "ata" y reemplaza con la serena consciencia del Amor infinito, y del lugar que ustedes ocupan en el reino del Amor. Jesús aconsejó: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto". Mateo 5:48.
La pregunta "¿Cómo puede el mal o la creencia en el mal, siquiera parecer real?" seguramente le debe resultar incómoda. No hay respuesta para una pregunta imposible, y dada la totalidad de Dios, la existencia de la enfermedad es definitivamente imposible en la creación de la Mente. Tratemos de no buscar una razón para explicar la presencia de la ilusión de enfermedad en la mente humana. Más bien dejemos, con profunda y sincera humildad, que Dios nos muestre porqué la enfermedad no es real.