Mucha Gente Está haciendo una gran labor ayudando a los jóvenes a través de programas sociales y educativos. Pero muchos jóvenes que se encuentran inmersos en el crimen, la violencia, las pandillas, las drogas, el alcohol, así como jovencitas que quedan embarazadas a temprana edad, no reciben esa ayuda. Mucho más puede hacerse por ellos, y con soluciones de mayor alcance, por medio de la oración constante y diaria en pro de la juventud; la oración que refuta las creencias negativas acerca del hombre.
Pensemos, por ejemplo, qué es lo que más necesitan los hogares desdichados, las familias desintegradas, de donde provienen muchos problemas de los jóvenes. En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy escribe: “La honestidad y la virtud aseguran la estabilidad del pacto matrimonial”.Ciencia y Salud, pág. 64. Sin embargo, la deshonestidad y la inmoralidad son a menudo los factores reinantes en las familias desintegradas, haciendo del hogar un lugar inestable para vivir.
Estas características se pueden enfrentar como creencias falsas acerca de lo que es el hombre. La deshonestidad y la inmoralidad no son parte de la verdadera identidad de ninguna de las criaturas de Dios, mientras que la integridad y la virtud, son inherentes al hombre. Son cualidades espirituales que se originan en Dios y que se expresan a través de Sus hijos. Nunca podrá ser verdad el hecho de que algunas personas son bendecidas con la facultad de ser honestas y virtuosas, mientras que otras son deshonestas e inmorales. La Sra. Eddy escribe lo siguiente sobre el Hacedor del hombre: “El Amor es imparcial y universal en su adaptación y en sus dádivas. Es el manantial abierto que exclama: “Todos los sedientos: Venid a las aguas’”.Ibid., pág. 13.
Esta dolorosa perspectiva de los problemas por los que pasa la juventud está basada en la falsa creencia de que los hijos descienden de mortales. El verdadero Padre y Madre de los hijos es Dios. Todos son linaje de la Mente inmortal, no de mortales, como tampoco lo son sus padres. En la Biblia, leemos en Ezequiel: “¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía”. Ezeq. 18:2-4. Y el libro del Génesis dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera”. Gén. 1:31.
Pensemos en el profundo significado de estos dos pasajes bíblicos. Dios el bien infinito, realmente nos creó a todos nosotros. Sería imposible para Dios haber creado a un hombre cuya naturaleza careciera de ese bien auténtico y espiritual.
El mundo describe a muchos de los jóvenes de hoy como propensos a ser insensibles a la violencia y a la destrucción, a la deshonestidad y a la inmoralidad. Esto nunca podría ser la verdad acerca del hombre creado por Dios. Esto pude comprobarlo hace algunos años cuando hacía prácticas para ser profesora en un liceo. Fui asignada a una clase de pre-adolescentes, muchos de los cuales tenían muy malos antecedentes: hogares desunidos, drogadicción, violencia, pandillas. Uno de los jóvenes vendía drogas, y a menudo andaba mostrando un mazo de billetes para impresionar a los demás. Una chica me contó, muy orgullosa, que su padre estaba en prisión. Otra era muy revoltosa y causaba muchos problemas. Otro joven era irrespetuoso con los profesores.
Al principio me sentí muy incómoda en esta clase, y no quería estar allí. Pero lentamente, orando de la manera que mencioné anteriormente —negando las falsas creencias acerca del hombre y reconociendo sólo lo que es verdadero —pude discernir la naturaleza del Cristo en cada uno de estos jóvenes. El origen de esta naturaleza se encuentra descrita en Ciencia y Salud: “En la Ciencia el hombre es linaje del Espíritu. Lo bello, lo bueno y lo puro constituyen su ascendencia. Su origen no está, como el de los mortales, en el instinto bruto, ni pasa él por condiciones materiales antes de alcanzar la inteligencia”.Ciencia y Salud, pág. 63.
Al final descubrí que, en el fondo, los jóvenes no desean cosas, poder, popularidad, ni satisfacción sensual, sino más bien saber cuán tiernamente los ama Dios. Pude descubrir esto por medio de actividades como el aprendizaje de poesías y la actuación en un programa de Navidad. ¿Acaso pensamos que los jóvenes con malos antecedentes, pueden llegar a pensar que recitar poesía es una ridiculez? ¿O que vestirse con sombrero de enanitos y cantar villancicos navideños es algo que no es “recool”? En la actuación que mencioné unos pocos se sintieron incómodos, pero muchos ¡querían ver más! Estos jóvenes desean amar y ser amados.
Me di cuenta de que la chica que era revoltosa, y que deseaba llamar la atención, en realidad ansiaba recibir afecto. Así que me puse de acuerdo con ella para que me hiciera una seña cuando considerara que me necesitaba. De esta manera yo le respondería con una atención especial y personal. Como resultado empezó a estar más tranquila y a cooperar más. Descubrí que el joven que era irrespetuoso con los profesores era un magnífico artista y comencé a elogiar sus obras de arte, y comprobé que en realidad era muy dulce y amable.
Después de cambiar de trabajo, decidí visitar el liceo. ¿Y quienes fueron los primeros en venir corriendo a saludarme con una enorme sonrisa? Aquellos alumnos que habían sido los más difíciles.
A veces las personas que se sienten ofendidas por ciertas actitudes y acciones de los jóvenes; pueden llegar a sentir tanta aversión, apatía y hasta desprecio hacia ellos, que no los pueden ayudar. Yo misma he llegado a sentirme incómoda al caminar entre un grupo de gente, sin sentir el deseo de mirar a ciertos jóvenes. Es importante reconocer esta actitud en nuestro pensamiento y hacer todo lo posible por corregirla.
Para mí esto ha significado poder responder a las miradas de los jóvenes en medio de una multitud, con una sonrisa, y con el consciente reconocimiento de que se tiene delante al hombre espiritual de Dios. Esta es la manera en que Jesús veía a todos. Muchas veces miraba y no había respuesta por parte de la otra persona, y realmente tenía que corregir mi propio pensamiento. Al orar diariamente por la juventud —de manera de poder percibir al hombre maduro y bueno, que sólo siente el deseo sincero de reconocer el amor que Dios tiene por él— me he encontrado con jóvenes cada vez más afables, más serviciales y buenos.
Más amor, oración, mayor atención y cuidado individual, es lo que más va a ayudar a los jóvenes con problemas.