¿Desea Usted Dejar de fumar pero aparentemente, no puede? No se desanime. Hay una manera de lograrlo.
La Sra. Eddy dice: “Lanzar bocanadas del detestable humo del tabaco, o mascar una hoja que no atrae naturalmente a ninguna criatura excepto a un asqueroso gusano, es, al menos, repugnante”.Ciencia y Salud, pág. 407. Muchos fumadores también han llegado a esa conclusión, pero a veces se sienten como esclavos indefensos ante ese hábito, incapaces de liberarse de él. Muchas personas que desean dejar de fumar y que de veras han tratado de hacerlo por medios materiales, comprobaron que aunque lo logran por un corto tiempo, los deseos se presentan nuevamente.
La Christian Science revela que existe una solución permanente para todo problema. Cuando uno recurre al Cristo en busca de ayuda, la verdad sanadora que Dios imparte al hombre, no se le ofrecen promesas vacías. Todo aquel que desea sanar del hábito de fumar, descubre que no sólo lo abandona el deseo de hacerlo, sino que también es regenerado.
La Christian Science termina con la creencia de que falta algo. Generalmente, todo aquel que tiene alguna adicción cree que es un mortal incompleto y a menudo busca en la materia algo para poder sentirse completo. El individuo que ha contraído el hábito de fumar, se ha rendido a la sugestión de que necesita encontrar satisfacción fuera de sí mismo, de que precisa algo más de lo que ya tiene. Ha permitido ser hipnotizado por lo que los sentidos falsos y materiales le están diciendo, como el que se entrega en manos de un hipnotizador y permite que le quiten el dominio propio.
Es posible que piense: “fumar me produce placer y satisfacción” o “me calma los nervios” o “me tranquiliza”. Y después de un tiempo, se puede llegar a pensar: “no puedo estar sin fumar” o “siento un deseo terrible y no puedo controlarlo” O incluso “No quiero sanarme de eso: me produce demasiado placer”. Cada uno de estos argumentos son, de alguna manera, muy parecidos. Cada uno de ellos afirma que el individuo necesita de algo más para poder sentirse completo. La Christian Science dice que estos tipos de pensamientos son una forma de magnetismo animal, o sea, la creencia de vida material y la aparente atracción y poder del mal. Sus silenciosos argumentos, llegan a quien le brinda alojamiento como si se tratara de un pensamiento propio.
Sin embargo, el hombre nunca está separado de la influencia liberadora del Cristo, la Verdad. El Cristo, siempre presente en la consciencia humana, es la voz del Espíritu, Dios, que revela constantemente la verdad de nuestro ser. Cuando le prestamos atención, percibimos la bondad, la calma y el equilibrio divinos. La gracia y el equilibrio se originan en Dios, son cualidades espirituales inherentes al hombre, la expresión de Dios. Estas cualidades nunca se pueden encontrar en la materia, sino solamente mediante el descubrimiento de nuestro ser espiritual verdadero, que nunca puede ser contaminado por el mal. Saber esto, trae una calma profunda, transformadora; es el “Calla, enmudece”, Marcos 4:39. para toda ansia de sustancia material.
Es reconfortante saber que el verdadero ser del hombre no se compone de carne, sangre y huesos, junto con una mente material, sino que fue creado a imagen y semejanza del Espíritu, Dios, Su Creador. Esto significa que el hombre no es un mortal con una mente separada de Dios, atraído por el bien y el mal. San Pablo califica a esa mente como “carnal” y de “enemistad contra Dios”. Rom. 8:7.
En la Christian Science, la oración no consiste meramente en pedirle a Dios que solucione algo y luego esperar ciegamente a que eso se produzca, sino en afirmar y ceder al hecho de que Dios ya ha creado perfectas todas las cosas y que no hay origen o estado de imperfección o de algo incompleto.
La obra de Dios está terminada. Nada se le puede añadir ni nada se le puede quitar. La plenitud es inherente al hombre como semejanza de Dios, por lo cual, lo único que debemos hacer es examinar nuestra consciencia y descubrir que no solo hemos sido creados completos, sino que también se nos mantiene así. Cuando nuestro punto de partida es un concepto correcto acerca de Dios, o sea, como el Amor que lo abarca todo y que nosotros somos los hijos amados de Dios, percibimos que incluimos toda la pureza, la paz, el dominio y la satisfacción que necesitamos para una vida eternamente plena.
Esta es la razón por la cual podemos despertar de la adicción y encaminarnos hacia nuestro ser espiritual. Dios protege la identidad e individualidad puras e inocentes de todas Sus ideas.
Conozco a un hombre que conoció a una joven Científica Cristiana y se sintió atraído por ella. Intentó una y otra vez volver a verla, pero ella lo rechazaba constantemente. Finalmente ella le dijo que no soportaba el olor a cigarrillo que él tenía. El hombre volvió a su oficina, tomó el paquete de cigarrillos y lo arrojó a la basura. Un compañero de oficina que lo estaba observando, le dijo riendo: “Ya te veo, antes de que termine el día, revolviendo el canasto para sacarlo”. Pero eso no ocurrió: el hombre jamás volvió a tocar un cigarrillo.
Lo que fortaleció su determinación fueron las ideas que la joven compartió con él. Ella le hizo comprender que él no era un mortal encadenado a hábitos que no podía controlar; él era en realidad, el hijo de Dios que expresa pureza. El reconocer su verdadera identidad, le trajo regeneración. Y a pesar de haber sido un fumador empedernido durante treinta años, no se le presentó ninguna de las secuelas que a veces se asocia con el abandono del cigarrillo. El hecho fue que hasta el olor del humo del cigarrillo llegó a resultarle detestable.
Esta curación prueba que la receptividad a la influencia del Cristo, la Verdad, hace que las falsas dependencias se desvanezcan tan rápidamente como un copo de nieve cuando está expuesto al calor. ¿Por qué? Porque la Verdad vence al error. Juan, el discípulo amado, lo señala de la siguiente manera: “Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo”. La verdad de Dios que está dentro de usted es el Cristo sanador.
La Sra. Eddy, desde lo más profundo de su corazón, declaró: “Ciudadanos del mundo, ¡aceptad la ‘libertad gloriosa de los hijos de Dios’ y sed libres! Ése es vuestro derecho divino”.Ciencia y Salud, pág. 227. Si usted está luchando para vencer el hábito de fumar, puede aceptar y disfrutar en este preciso instante esa libertad que le pertenece.