Era La Segunda O Tercera vez que asistía a una reunión de testimonios de los miércoles en la iglesia filial de la Christian ScienceSignifica Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens de mi comunidad. Tenía mucho interés en los relatos de curaciones y en las ideas espirituales que compartían los concurrentes. Una señora dijo simplemente que si alguna vez precisábamos ayuda o curación, lo único que debíamos hacer era volver nuestro pensamiento al Padre-Madre Dios y el mensaje angelical adecuado nos vendría. Pensé que esto era lo más maravilloso que jamás había escuchado.
A la semana siguiente, mi hijo de dos años se enfermó con fiebre. Daba vueltas en la cama, quejándose. Me senté a su lado por unos momentos sintiendo mucho temor. En ese instante, recordé lo que la señora había dicho en la iglesia, por lo que me puse de pie y caminé hasta la ventana. Le pedí al Padre un mensaje angelical, el mensaje que necesitaba para enfrentar esta necesidad.
De inmediato, vino claramente a mi conciencia este pensamiento en forma de pregunta: ¿Quién cuidaba de él antes que tú lo conocieras? Comencé a pensar en la vida verdadera y espiritual del hombre y tuve la certeza de que no tenía comienzo ni fin. Me acordé del versículo de Job, en la Biblia, que habla acerca de “las estrellas del alba” alabando y de “todos los hijos de Dios” regocijándose. Job 38:7. Razoné que, en realidad, este pequeño era hijo de Dios, no mi hijo. ¡Y que él también estaba allí, con las estrellas del alba, regocijándose!
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