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¿Busca un trabajo, busca un hogar?

Del número de octubre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Quienes buscan trabajo y seguridad a veces se sienten muy desengañados. Los medios de comunicación a veces magnifican los problemas económicos, e informan de la enorme cantidad de gente que compite por encontrar trabajo y vivienda, donde éstos son escasos. Sin embargo, todos podemos reemplazar un sentido limitado de cómo proveer nuestras necesidades al comprender espiritualmente la provisión ilimitada que Dios nos da de todo lo que necesitamos.

Pero, ¿cómo logramos ese sentido espiritual del bien infinito? Mediante la oración que pone al pensamiento en armonía con el plan perfecto que Dios tiene para nosotros. La Biblia nos asegura: "La oración eficaz del justo puede mucho".1 Ciencia y Salud habla acerca de la ley de Dios, el Espíritu y la naturaleza totalmente espiritual y perfecta del hombre, creado a Su imagen y semejanza, inseparable del bien ilimitado. Nos muestra que la perfección universal está asegurada para siempre en la declaración bíblica: "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera".2

Dios, el único creador y proveedor de todo el bien, ha completado Su obra. No hay nada que se le deba agregar o quitar a la creación dinámica de Dios. Lo único que tenemos que hacer es poner nuestra conciencia en línea con la Mente divina, vistiéndonos de esa Mente "que hubo también en Cristo Jesús”,3 y dejando de lado la así llamada mente carnal con sus limitaciones.

Dios ya ha pensado en el plan que tiene para cada uno.

El hombre espiritual, nuestro verdadero ser, no está sujeto a la escasez. Los argumentos persistentes de escasez, ya sea de trabajo, hogar, provisión, etc., son fundamentalmente sugestiones erróneas de la mente carnal, que no conoce a Dios. La ignorancia de Dios oculta el hecho espiritual de que el bien está constantemente a nuestro alcance. La oración despierta nuestro pensamiento para que veamos las cosas como son en el reino de la Verdad, para que veamos el bien que Dios revela constantemente de El mismo y de Su creación.

Después de trabajar en Zimbabwe durante treinta y un años, tuve que pedir jubilación anticipada, debido a una nueva ley del gobierno. Tenía que encontrar un nuevo empleo y un lugar donde vivir. Estaba casado y teníamos un hijo que estudiaba en la universidad. Estas palabras de Cristo Jesús nos fortalecieron a mi esposa y a mí: "No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay... voy, pues, a preparar lugar para vosotros".4 Entendimos que ésa era una promesa perpetua. La casa de nuestro Padre —con “muchas moradas” y un “lugar” preparado, o espiritualmente concebido— incluye el bien que está siempre a nuestro alcance. Se manifiesta como hogar y empleo adecuado no sólo para nosotros, sino para todos los hijos de Dios. Nos unimos con mucha gratitud a la canción del Salmista que nos asegura que realmente habitamos “al abrigo del Altísimo" y trabajamos "bajo la sombra" —la influencia activa— del Omnipotente".5

Rechazamos las sugestiones sobre la edad avanzada y la competencia en el mercado de trabajo, afirmando que no tienen el respaldo de la ley de Dios. Con total fe en el gobierno infalible que Dios tiene de Su creación, dejamos de poner nuestras esperanzas en las solicitudes de empleo. Para nosotros los conceptos de “empleador” y “empleado” eran términos puramente humanos. Comprendimos que las verdaderas relaciones entre la gente en cualquier campo que sea, deben tener una base espiritual, porque de ese modo se establece una relación interactiva y un servicio recíproco para el beneficio universal de todos. Por lo tanto, tenía que haber suficientes ocupaciones lucrativas y hogares confortables para todos. Fue así como nos dimos cuenta de que en el momento mismo que nos apoyamos completamente en Dios, Su amor infinito se hizo evidente para nosotros.

Fuimos guiados a viajar a un país distante. Nos preguntamos ¿por qué? Razonamos, ¿acaso Abraham con total fe en Dios y en obediencia a Su llamado, no viajó a un país apartado "sin saber a dónde iba"?6 Como resultado de haber respondido al llamado, el patriarca recibió grandes bendiciones. Con toda confianza viajamos a la distante Namibia, donde, inmediatamente después de nuestro arribo y de una fuente inesperada, me ofrecieron un buen puesto en Windhoek, la ciudad capital. Nos dieron una casa en un apacible lugar en las montañas, a corta distancia de la ciudad. Allí trabajé durante diez años, donde necesitaron de mis servicios más allá de la fecha en que debía jubilarme.

Mi esposa y yo comprendimos que los conceptos espirituales de actividad, empleo y hogar se originan en la Mente divina. El hombre es la expresión siempre activa de Dios. Cuando estamos en armonía con la voluntad de la Mente divina, reflejamos Su voluntad invariablemente y con toda precisión, y como resultado recibimos bendiciones que están siempre presentes. Estas bendiciones se revelan a nuestro pensamiento espiritualizado. Necesitamos abrir nuestros ojos, es decir, discernir espiritualmente lo que el Padre ha preparado para nosotros. La verdad es que moramos y estamos comprometidos en el trabajo de Dios, porque como dice la Biblia “En él vivimos, y nos movemos, y somos”.7

Dios da a Sus hijos dominio, y nada puede impedir que el hombre refleje el poder de Dios. Cuando percibimos este hecho espiritual del dominio del hombre, eliminamos el temor, la frustración y la ansiedad de nuestro pensamiento.

Absolutamente nada puede cambiar ni negar el propósito que la Mente divina tiene para el hombre. El profeta Isaías declara: “Jehová de los ejércitos juró diciendo: Ciertamente se hará de la manera que lo he pensado, y será confirmado como lo he determinado”.8

El plan que Dios tiene prepara do para nosotros es práctico, completo y no tiene falla alguna. Podemos probar esto en nuestra vida diaria comprendiendo espiritualmente y practicando la Ciencia del Cristo.

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