La narración bíblica de las tentaciones de Jesús en el desierto, no da indicio alguno de que el tentador, llamado Satanás, haya sido aceptado en lo más mínimo en el pensamiento del Maestro. Si bien, Jesús fue tentado dos y tres veces para que traicione la misión ordenada por Dios, él rechazó las tres de inmediato y sin dudarlo.
Cuando se le presentó la tercera tentación como una descarada invitación para que quebrantara el Primer Mandamiento, Jesús respondió: "Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían". Mateo 4:10, 11.
¿Cómo pudo el Maestro resistir la tentación con tanta prontitud? Quizá porque estaba constantemente consciente de su propia identidad como el Hijo de Dios. No había ninguna característica o cualidad en él que pudiera ser influenciada por una persuasión engañosa. Jesús rechazó la idea de que un reino material y un poder temporal pudieran agregar un ápice al dominio que Dios otorga, y que él ya poseía.
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