Hubo una época en que usaba cocaína todos los días, unas veinte veces al día. ¿En qué estaba pensando? ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué poder tenía la aguja con cocaína sobre mí? ¿Qué me llevaba ciegamente y sin duda a las calles y callejones oscuros de edificios de apartamentos abandonados para traficar dinero por drogas?
Estoy muy agradecido porque mi familia me quería y confiaba en las verdades que se encuentran en Ciencia y Salud. Ellos me veían claramente como el hijo inalterado de Dios. Sabían que aunque estaba teniendo un sueño, mi verdadero ser era puro e intocable. Ciencia y Salud explica: “La existencia mortal es un sueño de dolor y placer en la materia, un sueño de pecado, enfermedad y muerte; y es como el sueño que tenemos cuando dormimos, en el cual cada uno reconoce que su condición es enteramente un estado mental. En el sueño despierto como en el dormido, el soñador piensa que su cuerpo es material y que el sufrimiento está en ese cuerpo” (pág. 188).
Los médicos de mi ciudad ofrecían asesoría gratis en una clínica muy cara. Asistí durante una semana, y luego volví a la calle. No obstante, durante esa semana, me enseñaron que mi condición tal vez fuera el resultado de sentir como que yo era la mitad de un todo. De hecho, yo sentía un vacío en mi vida. Poco después, me mudé a otro estado para vivir en la casa de un familiar muy querido. Allí no podía comprar drogas. En lugar de eso, estaba rodeado del Amor divino. Lentamente, casi a regañadientes, comencé a asistir a los servicios dominicales de la Christian Science. La gente era muy alegre y amistosa. Me aceptaron. El vacío que sentía en mi vida comenzó a llenarse. Poco después, comencé a asistir a las reuniones de los miércoles. Durante los períodos de testimonios, comentaba sobre las maneras en que la evolución de mi comprensión de la Christian Science me ayudaba a resolver los problemas en el trabajo. Estaba aprendiendo que no era un hombre incompleto, al que le faltaba la mitad, sino que era el hijo completo de Dios. En Retrospección e Introspección, la Sra. Eddy explica: “La Ciencia Cristiana revela a Dios y Su idea como el Todo y Único. Declara que el mal es la ausencia del bien; en tanto que el bien es Dios siempre presente, y que, por lo tanto, el mal es irreal y el bien es todo lo que es real. La Ciencia Cristiana dice a la ola y a la tempestad: ‘¡Calla!’ y hay una gran bonanza” (pág. 60). Yo había aceptado la Verdad como mi camino hacia una vida feliz y armoniosa, y había aceptado el desafío de compartir mi comprensión con los demás. Se han producidos cambios maravillosos en mi vida.
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