Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

En casa dondequiera que esté

Del número de octubre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Ella Necesitaba trabajar. Estaba viviendo con sus hijos en casa de unos parientes. Había venido de México a los Estados Unidos con la determinación de brindarle una mejor vida a su familia. Estaba embarazada. No hablaba inglés. No tenía documentación. Y no obstante, a pesar de la difícil situación que atravesaba, me aseguró que vivía mejor que en su país.

Una noche me ofrecí a llevarla a su casa con el coche. Estábamos conversando, cuando de pronto sintió náuseas. Me detuve al costado de la carretera y allí me contó que estaba teniendo un embarazo difícil. Hablamos un poco sobre Dios. Le dije que Dios era Amor y que la quería mucho. Cuando llegamos a su casa, le pregunté si podía orar por ella, y estuvo de acuerdo.

En el camino de regreso, me pregunté cómo podría orar. Tantas eran las cosas que parecían necesitar curación en la vida de esta señora. Entonces le pregunté a Dios, el amoroso Padre-Madre de todos, qué necesitaba comprender en mi oración. De inmediato, me di cuenta de que sólo había un concepto que necesitaba comprender espiritualmente sobre ella: que estaba en casa, en Dios. Ella no estaba separada de su hogar y de su familia. No estaba separada del país que amaba ni estaba privada del afecto y amor del ambiente familiar. Como hija amada de Dios, ya vivía en Dios.

El reino de Dios está a nuestro alcance allí mismo donde estamos.

En cierto sentido todos vivimos en Dios. Uno de los nombres de Dios en la Biblia es Vida. Dios no nos da vida simplemente. Dios es Vida, la fuente del ser. De manera que nuestra vida no está apartada de Dios, la Vida, sino que está rodeada por los brazos de la Vida divina. Vivimos protegidos en Sus brazos, seguros en Su cuidado omnipotente. Como dice la Biblia: "...los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas. Serán completamente saciados de la grosura de tu casa. Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida". Salmo 36:7-9.

Jesús enseñó que cada uno de nosotros es el hijo amado de Dios y vive por siempre en el reino de Dios. Él comenzó su ministerio predicando: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio". Marcos 1:15.

¡Qué revelación más notable! El reino de Dios, o reino de la Vida y la armonía divina, no está en el futuro ni en ningún otro lugar. Está a nuestro alcance, presente y en operación ahí mismo donde estamos. Nuestra vida sobre la tierra no es una versión del infierno, donde esperamos tener una vida mejor después de la experiencia llamada muerte. El reino de Dios, o la vida de armonía, paz y felicidad, está presente aquí y ahora. Jesús explica, señalando esta realidad espiritual a una mentalidad humana escéptica: "El reino de Dios dentro de vosotros está". Lucas 17:20, 21, versión Moderna.

Es maravillosa la idea de que vivimos en el reino de Dios. Que disfrutamos vivir en ese reino. Cuando definimos una estructura física, pueblo o país como nuestro hogar, es probable que en algún momento sintamos que hemos dejado el hogar y estamos separados del amor y la seguridad que el hogar representa. Pero cuando reconocemos que el reino de Dios es nuestro hogar, nuestro pensamiento se expande más allá de estructura y lugar a la atmósfera mental de la Vida y el Amor divinos que siempre están con nosotros. Desde esta perspectiva espiritual, el hogar nos acompaña a nosotros en lugar de ser nosotros los que entramos o salimos de nuestro hogar.

Cuando cambiamos de lugares físicos de una casa a la otra o de un país a otro, seguimos rodeados por la Vida y el Amor divinos. De modo que en realidad nunca nos mudamos o cambiamos de lugar, porque no podemos salir fuera de Dios, la Vida infinita. Tampoco jamás podemos estar realmente solos porque estamos por siempre unidos al Amor divino y a todas las ideas de Dios, el Amor.

Cuando oré por mi amiga, comprendí que estaba ahí mismo en su hogar, en Dios, la Vida, lugar que nunca había dejado. Que estaba en el centro del reino de Dios, no abandonada en un lugar remoto. Oré para percibir que ella sentía la presencia del Amor divino y que comprendería que estaba rodeada de las ideas del Amor. Oré para saber que ella se sentía en casa en ese mismo momento, amada, a salvo y segura; que esto no tenía nada que ver con un lugar físico, sino con el mental y el espiritual. Cuando la vi de nuevo, me dijo que había sanado instantáneamente y que no había vuelto a estar enferma. Me confió que había extrañado mucho su casa y a su mamá durante el embarazo. Pero ahora se sentía más en paz y no extrañaba su casa. Durante el resto del tiempo que tuve contacto con ella, no se volvió a descomponer durante el embarazo.

Las cualidades de nuestro hogar espiritual están siempre con nosotros.

El hogar es una idea preciosa. Es más que un grupo de personas o recuerdos de experiencias. Es un sentimiento de amor y seguridad. A medida que elevamos ese sentimiento del hogar a Dios, nuestro hogar se vuelve más permanente. Dios es la Roca, el hogar inamovible. Aunque huracán, inundación o guerra derriben una casa física, la estructura del hogar, las cualidades o esencia del hogar, permanecen inalteradas. La gracia, el orden, la alegría, la paz, la aprobación y el amor nos acompañan dondequiera que estemos. Ya sea que vivamos en un albergue con cientos de extraños o aislados en un lugar remoto, las cualidades del hogar nos acompañan.

La Sra. Eddy, quien descubrió la Christian Science,Significa Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens. se mudó con frecuencia siendo adulta. A veces estas mudanzas la llevaban lejos de su hogar, como cuando se casó y se fue a Carolina del Sur, a cientos de kilómetros de su familia. Cuando su esposo falleció inesperadamente, ella sintió el amoroso cuidado de gente desconocida, quienes la acompañaron en su largo camino de regreso a la casa de su familia. Años después, cuando la abandonó su segundo marido, vivió en pensiones, teniendo que mudarse a menudo para encontrar una atmósfera familiar. De modo que cuando ella escribe con tanta convicción sobre el hogar, esto surge de lo profundo de su experiencia y oración. "Peregrino en la tierra, tu hogar es el cielo, extranjero, eres el huésped de Dios", ella dice en Ciencia y Salud.Ciencia y Salud, pág. 254.

Estamos siempre en el hogar en Dios. Fortalecidos por esta verdad espiritual, nuestro hogar humano puede ser flexible, y nuestro ir y venir, más armonioso. Al elevarnos a esta perspectiva espiritual del hogar, nuestra familia será bendecida y hallaremos que el reino de Dios está con nosotros.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / octubre de 1999

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.