Si La Casa no hace Dios, vana construcción será" (Himnario de la Ciencia Cristiana, No 141). ¡Qué sabiduría tiene este pasaje! Desde que encontré la Christian Science, pasé por muchas experiencias que me fortalecieron en el conocimiento de Dios, y paso a paso veo que las enseñanzas de Cristo Jesús me han traído sus frutos.
Hace algunos años sentí el profundo deseo de vivir en la casa que perteneció a la abuela de mi esposo, pues guardaba muy buenos recuerdos vividos allí. Es un lugar muy hermoso a orillas de un arroyo, con una pequeña playita y un islote que invita a estar quieto observando la belleza reflejada de nuestro Hacedor.
Yo escuchaba lo que Dios tenía para decirme y oraba para que se hiciera Su voluntad. Hubo problemas familiares luego del fallecimiento de la propietaria, y se efectuó un remate a efectos de que se solucionaran legalmente las divisiones que había entre los herederos.
Cuando me enteré que la iban a vender de esa forma, le pedí a Dios que me diera la oportunidad de poder adquirirla. En ese momento mi esposo no tenía el dinero suficiente para llegar al precio que se había estipulado. Para mi alegría, nos enteramos de que no se había presentado ningún interesado y quedó el remate sin efecto, postergado a una fecha a confirmar.
Pasó un año, y cada día iba conociendo más y más de la ley de Dios. Esto me afirmaba en la roca, el Cristo, y recibía cada día bendiciones, por las que estoy agradecida. Lecturas como la siguiente, de Ciencia y Salud, me fortalecían: "La acción de sanar a los enfermos sólo por medio de la Mente divina, de echar el error con la Verdad, indica hasta qué punto sois Científicos Cristianos" (pág. 182). Y también: "La obediencia a la Verdad le da al hombre poder y fuerza" (pág. 183).
A los pocos días se volvió a rematar "la casa de la abuela" como cariñosamente le decimos en casa, y no solo nadie se presentó, aunque todo el mundo sabía del remate debido a varios avisos por radio y por el periódico, sino que mi esposo fue el único postor.
Finalmente la pudimos adquirir con el dinero que habíamos podido reunir. El día anterior a la compra, mi esposo y yo nos propusimos que iba a ser la voluntad de Dios. Cuando mi esposo se dirigía al lugar donde se realizaba la venta, me puse a cantar himnos, y recuerdo en especial que en el momento en que cantaba el himno 148, la estrofa que dice: "Presiento verdes prados que aún no logro ver; y en vez de negras nubes los cielos brillarán. Inmensa es mi esperanza, la senda libre está; Dios mi tesoro guarda, conmigo Él andará", me llamó un primo de mi esposo para decirme que éramos propietarios de "la casa de la abuela".
Ahora, llena de gratitud a Dios, pienso plantar muchos frutales, tener muchas flores y poder disfrutar de los "delicados pastos" y "aguas de reposo" que Dios anuncia en el Salmo 23. Este nuevo hogar lo llamaré "La Hermosa", qué otro nombre puedo darle, ¿no? Sé que mi obediencia puso de manifiesto la abundancia del Amor.
Maldonado, Uruguay
