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Date tiempo para lo que es importante

Del número de marzo de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hay Muchas Cosas que consideramos importantes, y que merecen nuestra constante atención. Simplemente los detalles y actividades de la vida diaria, pueden ocupar todo nuestro tiempo, hasta que nos damos cuenta de que quizás hemos descuidado precisamente aquello que más nos beneficia. Cuando nuestra vida está tan ocupada, parece difícil agregar otra cosa o darnos un poco más de tiempo para hacer algo nuevo, por más importante que sea.

En realidad, existe un lugar donde podemos darle tiempo a lo que es verdaderamente importante; ese lugar es el pensamiento. Ahí siempre podemos hacer un hueco por más ocupados que estemos. Siempre podemos hacer una pausa mental y escuchar el mensaje que Dios tiene especialmente para cada uno de nosotros en ese momento, y dar lugar a las leyes morales y espirituales que nos ha mostrado Cristo Jesús, y orar con humildad.

Los innumerables aspectos de la vida no necesitan competir con el tiempo requerido para reflexionar; de hecho pueden ir de la mano. Tengo un amigo que lee una página de Ciencia y Salud, esperando su turno para pagar en el supermercado, y otra página mientras espera para cargar de gasolina su automóvil.

No está bien que sólo tratemos de cambiar superficialmente la manera en que vivimos y pensamos. A menudo, tenemos que hacer una pausa, analizar la situación y comenzar de nuevo. Cristo Jesús lo expresó de esta forma: "Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura". Mateo 9:16. Aun en un lugar de trabajo con gran actividad, podemos hallar un tiempo para reflexionar y así superarnos.

Por ejemplo, el primer trabajo que tuve fue lavar platos en un restaurante muy concurrido. El ritmo de trabajo era tal, que nadie podía mantener el paso. Al final del día, había una montaña gigantesca de ollas, platos, cubiertos y vasos.

Al poco tiempo empecé a sentir que lo único que podía hacer en el trabajo, además de lavar los platos, era sentirme infeliz. Me la pasaba sintiendo lástima de mí mismo, dándole vueltas a lo feliz que sería trabajando en otro lugar.

Después de unos ocho meses de lavar platos y no amar mi trabajo, recuerdo que un día, cuando estaba guardando vasos en un estante, pensé: "¿Por qué voy a esperar que cambie mi vida para ser feliz? ¿Por qué no ser feliz ahora?" Inmediatamente me vino la respuesta que me decía cómo hacerlo: "Si no amo mi trabajo y no estoy recibiendo amor como resultado de mi trabajo, entonces voy a tener que expresar el Amor divino, o sea Dios, aquí mismo, en mi lugar de trabajo".

Así que decidí cultivar y expresar el amor de Dios en cada movimiento que realizara en ese restaurante. No haría nada, sin estar consciente de la presencia del Amor divino y amar así mi trabajo. Para que esta idea se me grabara desde el comienzo, quité todos los vasos del estante y coloqué nuevamente cada uno, sintiendo amor en cada movimiento. Si no sentía amor al guardar algún vaso, lo bajaba e intentaba de nuevo hasta que amara el hacerlo.

Después de haber trabajado así unas cuantas horas, un cliente me llamó a su mesa y me ofreció trabajo en su negocio. Minutos más tarde, el gerente del restaurante me preguntó si me gustaría dejar de lavar platos y comenzar a trabajar como ayudante de camarero (él no sabía que me habían ofrecido otro empleo). ¡Estaba atónito! Y un poco molesto conmigo mismo por haber esperado ocho meses para empezar a amar; pude haber comenzado en cualquier momento. Acepté el trabajo de ayudante de camarero y, aunque también era agotador, expresé todo el amor posible en cada movimiento y en cada tarea encomendada.

Una vez ponemos ponemos las cosas en la perspectiva correcta, y nos damos tiempo para hacer lo que es importante, necesitamos mantenernos en el camino correcto. El dar lugar a Dios en nuestra vida, significa permitir que nuestro pensamiento reciba sólo la influencia de Dios, solo el bien. La Sra. Eddy dio esta instrucción: "Amados Científicos Cristianos, mantened la mente tan llena de Verdad y Amor que ni el pecado, ni la enfermedad, ni la muerte, puedan entrar en ella. Es evidente que nada se puede añadir a la mente que ya está llena. No hay puerta por la cual pueda entrar el mal, ni espacio que el mal pueda ocupar en una mente llena de bondad. Los buenos pensamientos son una armadura impenetrable; revestidos de ellos estaréis completamente protegidos contra los ataques de toda clase de error. Y no sólo estaréis a salvo vosotros mismos, sino que también se beneficiarán todos aquellos en quienes pensáis".The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 210.

La vida de Cristo Jesús es nuestro mejor y, sin duda, el supremo modelo que tenemos para mantener en primer lugar lo que debe ser primero. El mundo es infinitamente mejor gracias a él, quien se dedicó a conocer y obedecer la voluntad de su Padre bajo toda circunstancia. Dijo: "Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo". Juan 5:17. Este camino que marca el Cristo, más que dar satisfacción personal, juega un papel indispensable en nuestra salvación.

A menudo me pregunto: "¿Estoy siguiendo a Jesús?" A menos que mi respuesta sea sí, no estoy realmente poniendo en primer lugar lo principal, y buscando el reino de Dios, como nos mandó el Maestro. Nada le impidió a Jesús pensar en aquello que más importa: cumplir la voluntad de Dios cada día; y nada nos está impidiendo que nosotros hagamos lo mismo. Pregúntale a Dios cuál es Su voluntad y síguela con amor en todo momento.

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