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Provisión durante escasez de agua

Del número de marzo de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Estudio de la Christian Science me ha enseñado que Dios, el Amor que todo lo provee, nunca permite que Sus hijos sufran escasez. Él nos trae abundancia, salud y el gozo de la vida que nunca podemos perder. Mi familia y yo lo comprobamos durante una prueba que tuvimos que enfrentar.

Hace un tiempo en Puerto Rico comenzó a haber escasez de agua. Los pozos se estaban secando y el gobierno tomó la justa decisión de racionar el agua; nos daban agua cada treinta y seis horas. Yo tengo un salón de belleza donde se utiliza mucha agua para lavar el cabello y mantener limpios los servicios, de modo que me pasaba el tiempo llenando bidones y más bidones de agua.

El agua había que irla a buscar, porque no circulaba de forma corriente. El gobierno consideró que esta forma de distribución haría que nos durara unos meses más.

De inmediato comprendí que debía recurrir a Dios, puesto que humanamente no había nada que pudiéramos hacer. Comencé a orar, a hablar con Dios, sabiendo que Él lo gobierna todo y que uno debe estar atento a Su voz. Aprendí que cuando callamos y escuchamos en silencio, recibimos pensamientos angelicales que nos guían para dar los pasos correctos. Pronto me sentí completamente llena del amor de Dios. Sabía que esto me ayudaría a entender cómo iba yo a satisfacer las necesidades de agua de mi hogar, donde vivo con mis seis niños, y la del negocio. Lo que ocurrió fue maravilloso.

Un día en que nos quedaban tan sólo unos cuantos galones de agua, y no sabíamos qué íbamos a hacer al día siguiente, si íbamos a poder trabajar o siquiera tener agua para beber, llamé a una practicista de la Christian Science para que orara por mi situación. Pensé que Dios nos iba a mandar el agua de la forma que Él determinara. La practicista me dijo que no pensara que Dios iba a mandar el agua del cielo, que pensara que Dios nos iba a dar la solución, aunque no necesariamente de la manera en que uno piensa humanamente.

Ese día se presentaron como diez clientas temprano por la mañana, y varias me preguntaron cómo pensaba terminar el día con esos tres galones. Yo les respondí que estaba esperando que Dios me mandara el agua que necesitaba.

Hacía ya dos semanas que no circulaba agua en mi zona, y había mucha gente mayor que no podía ir a buscarla. Entonces, en mi oración contemplaba no sólo mi necesidad, sino la de todos los demás: mi oración era para bendecir a todos. La cuestión fue que ese día mandaron un tanque lleno de agua que se estacionó enfrente de mi casa. Cuando empecé a llenar los bidones, las personas que estaban en mi negocio decían: "Esto es como encontrar agua en un desierto". ¡Realmente!, al igual que cuando Dios le dio agua a Moisés y a los hijos de Israel. Todas las personas que estaban conmigo se sentían agradecidas.

Yo simplemente agradecí a Dios y comprendí, como Jesús insistía, que el Padre estaba presente porque es el creador y lo domina todo. Y desde ese momento, confié y entendí que Dios cuida de Sus hijos y es Él el que nos suple de todo lo necesario.

Esto continuó durante cinco meses más, en los cuales tuvimos que seguir llenando los bidones, pero el agua nunca faltó. Finalmente un día empezó a llover hasta que el agua desbordó, y millones de galones se esparcieron por todas partes, limpiando y regando donde se necesitaba. La omnipotencia del Amor es maravillosa para bendecir.

Para mí, esta experiencia fue una enseñanza de que tenemos que confiar en Dios sin dudar, sabiendo que Él siempre está aquí para resolver nuestros problemas. Él no es un Dios que está lejos y no escucha la voz de Sus hijos. Él está aquí para ayudarnos.

Aprendí que cuando uno enfrenta una situación difícil, cualquiera sea su naturaleza, en lugar de desesperarse, que no nos sirve de nada, debemos callar y orar, sabiendo que nuestro Padre está aquí presente, listo para ayudarnos y bendecirnos. De Él proviene la voz bien suave que nos habla. Y cuando nos acostumbramos a orar así ante toda circunstancia, lo hacemos naturalmente y sin dudar.


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