"El Espíritu De Dios Me Hizo, Y el soplo del omnipotente me dio vida". Job 33:4. Este pasaje bíblico nos da la seguridad de que somos hijos de Dios y de que la vida verdadera viene de Él.
Recibimos gran consuelo cuando aceptamos lo que nos dice este versículo. Por ejemplo, la palabra soplo apunta a la inspiración divina, buenos pensamientos que se originan en el Espíritu, Dios, y que siempre están en equilibrio perfecto. Esa inspiración espiritual es infinita, por consiguiente, no podemos carecer de ella, ni puede ser escasa.
Si, como nos dice el primer capítulo del libro del Génesis, todo lo que Dios hizo "era bueno en gran manera", Él no podría haber impuesto ninguna restricción a una actividad correcta. El Apóstol Pablo declara de Dios, "... él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas". Hechos 17:25. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios refleja la Vida divina, sin interrupción ni obstrucción. El hombre expresa la vitalidad del Ser divino e infinito.
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