Tus manos no tienes que usar, ni tu voz bajar. Cualquiera sea tu oración, Dios siempre te da Su atención.
Nota de la madre:
Mi hija Anna va a primer grado y concurre a la Escuela Dominical. Un día vino a casa de la escuela y me mostró este poema. Me contó que había estado orando en la escuela porque se había lastimado las manos durante el recreo. Después se dio cuenta de que su oración tenía la forma de poema. Además, sus manos dejaron de dolerle estando aún en la escuela.
Bettendorf, Iowa, E.U.A.
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