Uno De Los Temas que más ocupa a la humanidad es el económico: no tener lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas, no encontrar una ocupación digna, no poder disfrutar de confort.
Mucho del confort moderno implica lograr una vida cómoda donde no nos falte nada material. Pero, ¿es posible lograr la comodidad en la materia? Un concepto que resultó ser de suma ayuda para mí es el que Mary Baker Eddy da sobre la materia en el Glosario de Ciencia y Salud. Ella dice: “Materia. Mitología; mortalidad; otro nombre para la mente mortal; ilusión; inteligencia sustancia y vida en la no-inteligencia y en la mortalidad; la vida que resulta en muerte y la muerte que resulta en vida; sensación en lo insensible; mente que se origina en la materia; lo opuesto de la Verdad; lo opuesto del Espíritu; lo opuesto de Dios; lo que la Mente inmortal no reconoce; lo que la mente mortal ve, siente, oye, gusta y huele sólo en creencia”.Ciencia y Salud, pág. 591.
Después de leer esto comencé a ver que apoyarse en una “ilusión” no puede traer satisfacciones permanentes a nuestra vida. Rendirle honores a la materia y sus recursos limitados hace imposible que encontremos respuestas legítimas a nuestras necesidades. Por otra parte, honrar a Dios, que es Espíritu, nos trae ideas que nos inspiran y ayudan.
Por supuesto que buscar en el Espíritu la solución a nuestros problemas implica cambiar la dirección del pensamiento. Significa dejar de lado aquellos pensamientos que comienzan con “no puedo”, “no tengo”, “no me alcanza”, etc., y reconocer que el Amor divino está siempre presente y es ilimitado, además de reconocer que como hijos del Amor, Él nos ilumina y satisface. Esta forma de pensar disuelve las creencias de insuficiencia y nos lleva a vivir sin egoísmo, con una mayor libertad y pureza, para que trabajemos para el bien y por el bien.
El Amor divino se manifiesta en nuestra vida constantemente, tanto en los pequeños como en los grandes detalles.
Como hijos de Dios, nuestro origen verdadero es espiritual, y por lo tanto es natural poder reconocer en nuestros semejantes el lugar que también ellos tienen en Dios. Cristo Jesús demostró esto muy bien al multiplicar los panes y los peces y alimentar a las multitudes. El nos mostró cómo todos podemos ser agradecidos, podemos bendecir y podemos dar. Él nos enseñó cómo dar y amar. También no enseñó que podemos sanar el temor a la escasez.
En una oportunidad me encontré en una situación donde la carencia parecía ser amenazante. Tenía a mi cargo tres hijos pequeños, no tenía trabajo, y debía responder a las demandas diarias, como el pago del alquiler, de los impuestos, de la alimentación, del cuidado de los niños, etc. Había recorrido muchos lugares buscando trabajo y rindiendo exámenes, pero todas estas ocupaciones tenían horarios prolongados y llegué a preguntarme si podría cuidar bien de mis niños una vez que fuera aceptada.
Finalmente decidí orar en silencio y gratitud, esperando la respuesta divina, estableciéndome firmemente en esta declaración de Ciencia y Salud: “El Amor divino siempre ha respondido y siempre responderá a toda necesidad humana”.Ibid., pág. 494.
Una mañana, al levantarme me dirigí a la panadería y mientras caminaba vi la calle limpia; alguien antes que yo despertara la había barrido. Cuando entré en la panadería me alegró saber que alguien había amasado y cocinado ese rico pan para mí. Entonces me di cuenta de que todas éstas eran evidencias del Amor en acción, manifestándose en un sin número de detalles. También comprendí que yo tenía algo para dar: podía expresar las cualidades del Amor. Ese era mi trabajo. Sentí una gran alegría al despertar a esa posibilidad de saber que todos tenemos algo para dar cuando deseamos hacerlo.
Esta fue la respuesta a mi oración que calmó todo temor o duda, y entonces supe que Dios, el Amor siempre presente, cuidaba completamente de los niños y de mí.
En el transcurso de unos pocos días me vinieron a buscar de varios lugares ofreciéndome empleo. Esto fue notable porque entre las propuestas había una que me permitía tener el tiempo necesario para cuidar de los niños, y además era un trabajo bien remunerado. Me desempeñé en él durante muchos años, y allí pude desarrollar y aplicar las cualidades del Amor.
Esta experiencia me hizo entender que Dios es una ayuda siempre presente; para Él nada es imposible, y podemos recurrir a esta fuente inagotable del bien constantemente. Podemos con gratitud hacer nuestra la afirmación del Apóstol Santiago: “Toda buena dádiva todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17.
El Principio divino está siempre presente dando sus bendiciones, y está en nosotros volver la mirada hacia las manifestaciones imperecederas de Su bondad. Todos podemos dejar que la Verdad divina gobierne cada uno de los aspectos de la economía humana, y así salir victoriosos.
Cuando permitimos que la Verdad divina gobierne todos los aspectos de la economía humana, nuestra vida se vuelve armoniosa.
