Cuando Tenía unos veinte años, me enamoré de un hombre maravilloso. El único problema era que tenía un mal hábito: tomaba drogas por diversión. No era algo que hiciera a diario, sino sólo de vez en cuando, pero en todo lo demás era estupendo. Hice todo lo que pude para que lo dejara, pero al no tener éxito, ignoré el problema.
Estuvimos saliendo formalmente por más de tres años, pero cuando surgió el tema del matrimonio, supe que tenía que hacer un profundo examen de conciencia. ¿Realmente podría comprometerme con alguien que llevaba un estilo de vida tan opuesto al mío? Yo sabía que el matrimonio era un compromiso para toda la vida; así que necesitaba ser honesta conmigo misma y con Dios, para decidir lo que yo estaría dispuesta a soportar, y lo que más ayudara a mi desarrollo espiritual.
En Ciencia y Salud, Mary Baker Eddy dice: “Son necesarios gustos, móviles y aspiraciones afines para la formación de un compañerismo feliz y permanente”.Ciencia y Salud, pág. 60. Muchos de nuestros amigos se estaban casando, y me presionaban para que siguiera con él. A fin de escuchar más claramente a Dios, y tomar la mejor decisión, le pedí a un practicista de la Christian Science* que orara conmigo. También me tomé una semana de licencia, y recurrí a Dios orando con sinceridad y dedicación, en busca de dirección y guía. Al finalizar la semana, ya tenía tanto la respuesta como el valor para terminar la relación.
Fue la decisión más difícil que tuve que tomar en esa etapa de mi vida; para el sentido humano estaba renunciando precisamente a lo que la sociedad dice que haría que mi vida fuera completa, y me agobiaba el temor de no volver a encontrar el amor. En su momento pareció muy cruel e injusto, y la pérdida fue muy grande, pero en mi corazón sabía que no podía perder por haberme puesto del lado del Principio. Me di cuenta de que no había perdido el amor de mi vida, sino que había encontrado al único y verdadero Amor de mi vida, y que este Amor es Dios, y nunca lo podría perder. Esta experiencia me hizo comprender esto muy claramente.
Cuando varios meses después lo volví a ver, él ya se había casado y ambos nos deseamos lo mejor. No me arrepentí, sino que estaba agradecida por haber sido fiel al Principio.
Cristo Jesús prometió: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Matco 6:33. Yo lo hice, y ciertamente fueron añadidas. En menos de seis meses de haber tomado esta decisión basada en el Principio, se me abrieron nuevas puertas, y por sí solas, se me presentaron oportunidades para el desarrollo personal, profesional y espiritual. Antes, había tenido diferentes trabajos, pero no una carrera con una meta definida. Recibí una llamada de una compañía ofreciéndome un puesto con posibilidades de progreso; ése fue el inicio de una exitosa carrera. También presenté mi solicitud para tomar Instrucción en Clase Primaria en la Christian Science, y fui aceptada.
Con el nuevo trabajo se presentó la oportunidad de mudarme, lo que posteriormente me llevó a la compra de mi primera casa. He conocido y salido con muchos hombres maravillosos, cuyo estilo de vida era más afin al mío. Y la lista de bendiciones sigue creciendo. Por poner primero a Dios y confiar en El, mi vida está realmente llena de bendiciones.
Los valores tradicionales de la sociedad se aferran fuertemente a la creencia de que no estamos completos si no estamos ligados a alguien. Existe la sugestión de que a la gente soltera le falta algo. Esto se debe, en parte, a un punto de vista limitado de la palabra soltero. El ser soltero es ser individual, y los individuos no vienen en pares. Todos nosotros, como individuos, debemos vernos como seres completos.
Una declaración radical de la entidad completa de cada uno de nosotros, se encuentra en Ciencia y Salud, que explica: “La unión de las cualidades masculinas y femeninas constituye la entidad completa... Esos diferentes elementos se unen de manera natural los unos con los otros, y su armonía verdadera está en la unidad espiritual”.Ciencia y Salud, pág. 57. Dos personas, un hombre y una mujer, no se vuelven una sola persona; sino que cada individuo puede seguir expresando tanto las cualidades masculinas como las femeninas. Ésta es la verdadera entidad completa.
Pero, ¿exactamente de qué nos privamos si permanecemos solteros? ¿De una casa, de niños, familia, gente que nos ame y de amigos? Tengo una carrera que me ha dado muchas satisfacciones; que me ha permitido viajar por todo el mundo, y también tengo sobrinas y sobrinos entrañables. Conozco otros niños que me quieren mucho y a quienes adoro; tengo una familia cariñosa, y amigos, tanto hombres como mujeres, con los cuales disfruto estar. Tengo una maravillosa familia de iglesia que me anima y apoya en mi desarrollo espiritual.
El ser soltera nunca me ha privado de oportunidades para hacer el bien a otros. Una amiga mía que tiene dos hermosas niñas, tenía poco tiempo para llevarlas a la iglesia. Por cinco años las pequeñas fueron conmigo a la iglesia, para asistir a la Escuela Dominical. Esto les dio a sus padres descanso y la oportunidad de estar a solas. Yo tuve momentos de esparcimiento con mis ahijadas, y ellas tuvieron la oportunidad de aprender sobre Dios todos los domingos por la mañana.
Hay muchas maneras maravillosas de llenar lo que de otro modo serían vacíos en nuestra vida. Entonces, ¿qué le falta a esta descripción? En realidad, absolutamente nada. Sólo cuando aceptamos la creencia generalizada de que necesitamos añadir algo más a nuestra vida para ser completos, es que vemos una imagen distorsionada de nosotros mismos. Si mantenemos nuestros pensamientos en nuestra naturaleza espiritual como la creación de Dios, como Sus hijos creados completos, sabremos que nuestra verdadera identidad es completa, y nos daremos cuenta de que no estamos privándonos de nada.
También existe la creencia común de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio son algo normal en cualquier relación en la que hay cierto compromiso; pero esto nunca es la base de la felicidad genuina. ¿Por qué la abstinencia es tan importante para las mujeres y los hombres solteros? Algunas personas están preocupadas por evitar la transmisión de enfermedades, otras hablan de evitar un embarazo. Pero la Sra. Eddy ofrece un punto de vista totalmente diferente sobre este asunto. En Ciencia y Salud ella escribe: “La castidad es el cemento de la civilización y del progreso. Sin ella no hay estabilidad en la sociedad humana, y sin ella no se puede alcanzar la Ciencia de la Vida”.Ibid. Para mí, esto significa que, en lugar de mirar a la vida y a las relaciones desde el punto de vista de “evitar” los problemas de un tipo u otro, podemos optar por pensar y comportarnos de un modo que contribuya a la estabilidad de la sociedad, a “la civilización y [al] progreso”. El poner nuestro compromiso en este contexto, no sólo nos fortalece, sino que también nos brinda mayor libertad y mayores posibilidades de relacionarnos con los demás. Y este estilo de vida está al alcance de todos, desde el adolescente hasta el ejecutivo maduro.
Ya sea que seamos casados o solteros, un estado no es “mejor” que el otro, y muchos de nosotros podemos encontrarnos viviendo alguno de ellos en diferentes etapas de nuestra vida. Lo que realmente necesitamos es saber que todos, como individuos, podemos y debemos expresar en plenitud la individualidad que Dios nos otorgó.
