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Dios nunca tiene ocupada su línea

Del número de julio de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A diario reviso mi e-mail, mi contestador automático, la correspondencia interna de mi organización y, por supuesto, el correo normal. En esta era moderna tenemos muchas maneras de comunicarnos. No obstante, muchas veces las cosas dejan de funcionar. Se pierde una transmisión, las máquinas se descomponen, los números de teléfono y las direcciones cambian.

Pero hay una línea de comunicación que nunca deja de funcionar: nuestra conexión con Dios. Él no nos dice “espera un momento que me llaman por otra línea”, tampoco nos hace llamar a otro departamento, ni interrumpe nuestras oraciones porque “justo me entró otra llamada”. La línea que tenemos con Dios nunca está ocupada ni en reparaciones. Él responde de inmediato. El libro de Isaías nos hace saber esta promesa de Dios: “Antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Isaías 65:24.

En el instante en que recurrimos a Dios en oración, con un pensamiento sencillo, o con un deseo, Él nos escucha y nos responde. Y no necesitamos que nadie le lleve el mensaje. Tal vez llamemos a otros para que nos ayuden mediante la oración, pero la verdad es que todas las respuestas vienen directamente de Dios. Mary Baker Eddy escribe: “No es la intercomunicación personal, sino la ley divina, lo que comunica la verdad, la salud y la armonía a la tierra y a la humanidad”.Ciencia y Salud, pág. 72.

Aprendí esto hace varios años, cuando estaba visitando otro país. La guerra civil había terminado justo antes de que yo llegara, y todavía había mucha inestabilidad. Ocurrió que íbamos de camino por el campo, cuando un coche se acercó a nosotros y trató de sacarnos de la carretera apuntándonos con un arma. Cuando el conductor de mi coche se negó, el hombre disparó, pero nadie resultó herido. De inmediato pedí ayuda a Dios. Reconocí que este hombre era el hijo de Dios, y que nuestro PadreMadre nos quería mucho a los dos, que éramos buenos, y formábamos parte de la familia de Dios, creados a Su imagen y semejanza.

El conductor se recostó sobre mi regazo para evitar ser alcanzado por algún disparo, pero yo nunca dejé de mirar al hombre que tenía el arma. Nuestro auto perdió el control, se estrelló contra unos pastizales altos, y el vehículo que nos perseguía siguió de largo.

Yo me hice un corte largo encima del ojo, pero aparte de eso, nadie más estaba lastimado. Aunque nuestro vehículo ya no funcionaba, muy pronto un coche que pasaba se detuvo y nos llevó a la ciudad más próxima.

Si bien no sentí ningún temor mientras ocurría todo esto, después tuve la necesidad de sentirme más cerca de Dios. Estaba conmocionada. Quería llamar a un practicista de la Christian Science para que orara por mí. Pero no era fácil conseguir un teléfono y la comunicación con los Estados Unidos era muy difícil. Además, yo no hablaba el idioma y tenía que depender de mis compañeros de viaje para que hicieran la traducción.

Pero gracias a la inquebrantable línea de comunicación que hay entre Dios y nosotros, yo podía orar. Dios no sabe de malas conexiones, y tampoco importa qué idioma uno hable, dónde uno esté, o qué hora del día es. Él siempre comprende todo perfectamente. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Los pensamientos inexpresados no los ignora la Mente divina. El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios...” Ibid., pág. 1.

Declaré que vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser en Dios, como dice la Biblia. Véase Hechos 17:28. Sabía que nunca estamos fuera de Su presencia, y que no podemos experimentar nada que no sea el bien. Dios controla al hombre, y gobierna cada situación y a la gente que participa en ella. El Amor divino mantiene a su creación en perfecta armonía y en perfecta paz, en todo momento.

Aunque no podía volver a casa, tuve la seguridad de que ya estaba en mi hogar en el reino de Dios, y que estoy gobernada por Dios, el Principio divino.

Esto último fue muy importante, porque aun aquellos que tenían la responsabilidad de hacer que se cumpliese la ley, no se estaban comportando dentro de la ley. Nos confiscaron los pasaportes, las cámaras y el dinero que estaba en el auto, lo retuvieron y nos pidieron a cambio cierta suma de dinero. Yo sabía que esto no tenía ningún principio legal. Pero Principio es uno de los nombres de Dios. Declaré la honestidad e integridad del hombre de Dios. Una idea de Dios no puede hacer daño a otra. La idea inmortal, o hijo, de Dios no tiene ni la capacidad ni el deseo de hacer daño, porque refleja al Amor divino. El hombre de Dios no está fuera de la ley, no es violento ni engañoso; es siempre honesto, bueno, y expresa amor y bondad.

No tenía que aceptar que existía gente “mala” que quería hacer daño o que necesitaba algo de nosotros. Dios, no turistas inocentes que andan por las carreteras del país, es la fuente de provisión de esta gente.

Tampoco los otros que vivían en este hermoso lugar tenían por qué aceptar que esas condiciones fueran reales. Todos somos ciudadanos del país de Dios, gobernados únicamente por las leyes del Amor, la Verdad y la Vida.

Cuando me sentía deprimida, recurría a la oración que la Sra. Eddy llamó la “Oración diaria”: “Venga Tu reino; haz que el reino de la Verdad, la Vida y el Amor divinos, se establezca en mí, y quita de mí todo pecado; y que Tu Palabra fecunde los afectos de toda la humanidad, y los gobierne”.Manual de La Iglesia Madre, pág. 41. 6 Salmo 46:1.

Esto me ayudó a abrir mi pensamiento a Dios. Comprendí que la Palabra de Dios enriquece los afectos de toda la humanidad, haciendo que nos amemos los unos a los otros como Dios nos ama. Y esta Palabra lo gobierna todo, no tan sólo a los pocos que deseaban estar bajo el control de Dios ese día.

Finalmente pude comunicarme con una practicista. Mientras esperaba que las operadoras me comunicaran y que pasara la estática, una vez más me sentí agradecida por la habilidad que tenemos todos de comunicarnos directamente con Dios. Ya me sentía en paz. Sin embargo, me alentó mucho escuchar la cita de Salmos que me dio la practicista que dice que Dios es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”.5

La practicista también me dijo que este incidente jamás había alterado la identidad que Dios me había dado. Si Dios mantiene todo en perfecto orden, y todos somos Sus hijos, no hay lugar en Su universo para que ocurra un incidente así. Era como un mal sueño, y yo me podía despertar.

La situación se resolvió muy bien. Nos devolvieron nuestras pertenencias sin tener que pagar nada. La herida que tenía encima del ojo sanó rápido. Y los amigos con los que nos estábamos quedando, se maravillaron al ver la protección y el cuidado que Dios nos brindaba. El resto del viaje fue estupendo. Visitamos selvas tropicales, antiguas ruinas incas, volcanes y otros sitios estupendos. Lamenté mucho tener que volver a casa.

Cuando regresé a los Estados Unidos, llamé a la compañía de mi tarjeta de crédito para informar del daño que había tenido el auto, y una grabación me presentó las diferentes opciones. Me reí al imaginarme llamando a Dios y escuchar: “Si estás llamando por una curación física, presiona el 1. Para problemas de relación, presiona el 2. Por problemas financieros, presiona el 3...”

Nuestra línea de comunicación con Dios está siempre intacta. La podemos usar inmediatamente con una oración, un pensamiento, e incluso con un deseo puro.

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