Si bien he conocido la Christian Science desde niña, nunca dejo de quedarme con la boca abierta ante las bendiciones de Dios. No es que dude de Su poder, ni que me sorprenda que sucedan cosas tan increíbles. Es simplemente que Su poder, Su amor y la precisión con que hace las cosas, me conmueven en humilde reverencia.
En 1983 la Argentina estaba por cambiar el gobierno. Era prácticamente imposible conseguir viviendas de alquiler en ese momento porque los propietarios esperaban que salieran nuevas leyes sobre los alquileres.
El caso es que nosotros alquilábamos a una persona que a su vez alquilaba en la Capital, cerca de su trabajo. Un día este señor me llama y me dice que lo habían desalojado, y que el abogado ya le había hecho firmar que dentro de veinte días tenía que entregar la vivienda. Así que nos pidió que por favor buscáramos nosotros y él, cosa de ver quién conseguía, porque era prácticamente imposible encontrar una vivienda de alquiler en ese momento.
De inmediato me aboqué por completo a estudiar Ciencia y Salud para obtener un concepto más espiritual de hogar. Entre las citas que encontré estaba la definición de REINO DE LOS CIELOS, que dice: ”El reino de la armonía en la Ciencia divina; el dominio de la Mente infalible, eterna y omnipotente; la atmósfera del Espíritu, donde el Alma es suprema”.Ciencia y Salud, pág. 590:1 – 3.
También leí en el mismo libro: “Peregrino en la tierra, tu morada es el cielo; extranjero, eres el huésped de Dios”. Ibid., pág. 254. Realmente podemos sentir que somos ese peregrino, cuidado por el Padre. Cuando las situaciones llegan al límite, lo único que nos queda por hacer es aferrarnos al hecho de que somos hijos de Dios, que vivimos en el reino de los cielos, y situar nuestra casa en el Espíritu.
Me trae mucha inspiración el pasaje de Juan 14:2 donde Jesús dice: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay”. La versión en inglés dice “muchas mansiones hay”. Esta idea siempre me da mucho aliento porque me da la seguridad de que al lado de nuestro Padre y Madre, Dios, absolutamente nada nos puede faltar, de belleza, de abundancia, de cosa alguna.
También le pedí a una practicista de la Christian Science que me apoyara con la oración. Era verano y me sentía un poco agotada de tanto buscar casa, y todo lo que veía eran viviendas inadecuadas para mí. Entonces mi hijo me dijo que me ayudaría a buscar un lugar donde vivir, e hicimos una lista de lo poco que se ofrecía en los avisos de los diarios.
Un día estaba leyendo el diario, aun sin poder encontrar nada, y de repente vi un aviso en un lugar muy bien ubicado. Cuando se lo leí a mi hijo me dijo: “Pero mamá, esto es muy grande, no es para vos”. El alquiler que pedían era muy alto también. No obstante, le pedí que me llevara a verlo.
No hay poder que pueda impedir que quienes recurren a Dios reciban lo que les tiene preparado.
Cuando llegamos allí, nos encontramos con un edificio a estrenar, que, como ya habíamos pensado, no era para mí. Pero en ese momento la persona encargada nos dice: “Miren, tenemos uno más pequeño en otro piso. La puerta está abierta, suban a verlo. El aviso en el diario va a salir recién dentro de tres días”. Cuando lo vimos nos quedamos encantados porque era justamente lo que yo necesitaba. Esto me hizo sentir enormemente agradecida a Dios: sentí que la Verdad divina me había otorgado lo que siempre había tenido preparado para mí.
Esta experiencia me hizo ver la importancia de concebir primero en nuestro pensamiento las cosas en su sentido espiritual, sea el hogar, o la provisión, o cualquier cuestión que tengamos que resolver en nuestra vida. En este caso fue el concepto de hogar, la morada y el reino de los cielos; y al obtener un concepto espiritual de esto, permanece en nosotros y nada nos lo puede quitar. Así se aprende que todo lo que adquirimos con la ayuda de nuestro Padre-Madre Dios, no lo vamos a perder nunca, a menos que Él disponga un cambio como fue mi caso.
No hay poder que pueda impedir que quienes recurren a Dios con humildad y de todo corazón, reciban lo que el Padre les tiene preparado especialmente para ellos. En lugar de planear primero cómo queremos las cosas, lo importante es confiar, sin dudar, en que Dios tiene algo mucho mejor para nosotros. Así, finalmente llegamos a ver que el concepto de hogar es algo que todos llevamos dentro, en nuestra conciencia.
Me maravillo al ver que nadie está fuera del cuidado de Dios. Eso lo aprendí de Mary Baker Eddy. Y aprendí que tenía que reflejar Sus cualidades dondequiera que estuviere; cualidades de orden, belleza, limpieza y perfección. Cualidades que expresan la magnificencia de Dios. Nuestro verdadero hogar es el Alma, y toda su belleza, forma, color y diseño, son Su expresión. En una ocasión busqué la palabra “diseño” en las concordancias bíblicas, y allí leí sobre la construcción del tabernáculo por el pueblo Hebreo, Éxodo caps. 36-40. donde nada dejó Dios al azar, porque hasta el más mínimo detalle fue establecido por Él. Y así es como Él lo creó todo.
Después de vivir por unos años ahí, pudimos comprar una vivienda propia. Resulta que un familiar pasó por una inmobiliaria y les dijo: “Miren tenemos tal cantidad de dinero, ¿qué me pueden ofrecer?” Y pasó lo mismo, tenían una propiedad disponible y la pudimos comprar antes que el aviso saliera en el diario.
Estas experiencias me hicieron pensar mucho en la historia bíblica de estanque de Betesda. Juan 5:2. Allí un paralítico estaba a la espera de que un ángel moviera las aguas, y la creencia de todos los enfermos que estaban al borde del estanque era que el primero que se sumergiera en ellas sería sanado. Pero el paralítico nunca llegaba a ser el primero. Cuando Jesús se acerca y le pregunta si desea ser sanado, el paralítico le contesta que él jamás podría sanarse porque no puede ser el primero. Pero luego, Jesús le ordena que se levante, y el paralítico se sana instantáneamente. Este hombre no tuvo necesidad de esperar que las aguas fueran removidas. Cuando su pensamiento se elevó con la ayuda del Cristo, encontró la solución a su problema de inmediato. Lo mismo ocurrió conmigo. Cuando encontré en mí misma un concepto más espiritual de hogar, ni siquiera tuve que esperar a que los diarios lo dieran primero a publicidad.
La vida me ha enseñado a orar siempre con mucha humildad. Mi escritorio, donde estudio la Biblia y Ciencia y Salud, es mi laboratorio de investigación en la Christian Science. Los Heraldos que tienen artículos sobre hogar también me han ayudado mucho. Con este estudio aprendí que la única respuesta a nuestros problemas es Dios, y que no debo permitir que nada me impida persistir en la oración y estudio, y mantener una firme confianza en Él.
Además pude ver que el hogar que Dios nos da es completo, y que no puede haber escasez alguna en ese hogar. Como dice el Himno 148 del Himnario de la Ciencia Cristiana: “No habrá necesidad, ni cosa que yo ansíe”. Esta frase me ha impactado mucho porque me hizo ver que Dios tiene presente hasta los detalles más mínimos que deseamos. La verdad es que cuando compramos el departamento yo no había tenido en cuenta muchos detalles, pero allí estaban: confort, belleza, luz. Sin embargo aprendí que Dios que ha determinado para nosotros siempre es mucho mejor y confortable de lo que nosotros podemos pedir. Y esto lo vi en mi experiencia porque ahora estoy a tres cuadras de una estación de ferrocarril, estoy en una avenida con luz de mercurio y los ómnibus paran en la esquina de mi casa. También estoy muy cerca de mis dos hijos y sus familias. Al darme cuenta de todas estas cosas, comprendí también que el concepto de hogar incluye un sinnúmero de cualidades dadas por Dios.
Dios está al alcance de todo aquél que lo busca. A medida que comprendemos el orden y la belleza que hay en la creación de Dios, eso se manifiesta en nuestro hogar, porque en el hogar se ve manifestado lo que uno piensa. Y cuando recurrimos a Dios, que es todo amor, Él piensa en todo, y entonces uno recibe mucho más de lo que puede llegar a imaginar.
Todo
lo hizo
hermoso
en su tiempo...
He
entendido
que todo
lo que
Dios hace
será
perpetuo;
sobre
aquello
no se añadirá,
ni de ello
se disminuirá;
y lo hace
Dios,
para que
delante de él teman
los hombres...
Eclesiastés 3:11, 14