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Gracias a la oración no se tuvo que operar

Del número de julio de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Quiero Contar la primera curación que tuve en la Christian Science. Cuando era jovencita me interesaba mucho leer sobre diferentes religiones, de manera que había comprado un ejemplar de Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Aunque lo leí todo, no me impresionó y lo dejé en un estante.

Un par de años después de casarme, mi esposo fue transferido a Gwalior, en la parte norte de la India. Estando allí tomé la costumbre de salir a cabalgar todas las mañanas con algunos oficiales de caballería apostados en la zona. Cuando mi esposo fue transferido de nuevo a Bombay, comencé a extrañar el ejercicio que había estado haciendo, y sentí que estaba engordando. Entonces comencé a ir a un club deportivo muy conocido. Poco tiempo después empezó a dolerme la espalda. Al principio no se lo conté a nadie, y simplemente dejé de ir al club. No obstante, el dolor aumentó y tuve que decírselo a mi marido y a mi padre. Consulté con mi ginecólogo quien diagnosticó que tenía fibromas. Se hicieron los arreglos en el hospital y fijaron la fecha para la operación. Pero mi esposo insistió en que buscara una segunda opinión, entonces fuimos a ver a un médico muy conocido. Me sacó una radiografía y nos dijo que tenía dislocado un disco de la columna, y recomendó que me hiciera cuanto antes una operación para injertar un hueso de la pierna en la espina dorsal. Aunque no me había preocupado mucho la idea de la operación abdominal, no estaba de acuerdo con que me operaran la columna.

Como resultado, debo de haber visitado a una docena de osteólogos con la esperanza de que alguien pudiera ofrecer una cura sin tener que operarme, pero el veredicto fue siempre el mismo. Tenían que someterme a cirugía muy pronto, de lo contrario, me quedaría paralítica. Me indicaron que tenía que dormir únicamente sobre una plancha de madera, no en un colchón. Mientras tanto, el dolor había aumentado y estaba perdiendo mucho peso.

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