Cuando Era Joven, sufría con frecuencia de serios cólicos. Ni los medicamentos ni ninguna prescripción médica me ayudaban. Incluso estuve un tiempo en una clínica bajo observación, pero tampoco pudieron ayudarme, ni hubo mejoría alguna.
Un día, cuando estaba sufriendo una vez más de muchos dolores, el médico me dijo que sería necesaria una operación. E hizo los arreglos para que me admitieran en el hospital. Mientras esperaba a que llegara la ambulancia a buscarme, mi suegra, que conocía la Christian Science, vino a verme. Me dijo que el dolor y la enfermedad eran un gran error en el que yo estaba creyendo.
Me dio Ciencia y Salud para que lo leyera. En un punto dice: “Tomad posesión de vuestro cuerpo y regid sus sensaciones y funciones. Levantaos en la fuerza del Espíritu para resistir todo lo que sea desemejante al bien. Dios ha hecho al hombre capaz de eso, y nada puede invalidar la capacidad y el poder divinamente otorgados al hombre” (pág. 393). Esto me convenció de que Dios me podía sanar, y decidí no ir al hospital. Poco después el dolor disminuyó, y muy pronto había desaparecido por completo para nunca volver.
En aquella época, me sentí muy agradecida por esta curación, pero recién ahora puedo apreciar en cierto grado cómo fui sanada. Después de comenzar el estudio de Ciencia y Salud, pude probar a menudo el maravilloso poder sanador de la Christian Science. Desde aquella primera curación, he tenido muchas curaciones. Estoy tan agradecida a Mary Baker Eddy por haber tenido el valor y la inspiración de exponer esta Ciencia a toda la humanidad.
Estoy muy agradecida por la guía divina que siento a diario, y por la presencia de Dios. Tengo la esperanza de que mi actividad como miembro de La Iglesia Madre y de nuestra Sociedad de la Christian Science, me den la oportunidad de expresar mi gratitud de manera práctica.
Leipzig, Alemania