La medicina moderna ha dado un paso muy importante yendo de un punto de vista estrictamente fisiológico sobre los pacientes, al de incluir los factores mentales. Es indudable que la conexión mente-cuerpo ha captado hoy la atención de muchos médicos e investigadores.
Uno de los médicos más respetables que ha observado los efectos que tiene el temor en la salud de los pacientes, es el Dr. Martin P. Solomon. En su libro Don’t Worry, Be Healthy [No te preocupes, mantén tu salud], habla de su experiencia con pacientes que temen lo peor, y el efecto negativo que esto tiene en su actitud, su energía, su libertad y su salud. A lo largo de más de veinte años práctica, el Dr. Solomon ha observado un aumento en el temor que tiene la gente de que puedan acabar sufriendo alguna enfermedad temible, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse sanos. Él atribuye este temor a los diarios, los programas sobre la salud que pasan por televisión, los boletines médicos y los programas de entrevistas que sugieren que aunque uno se encuentre perfectamente bien, el peligro de perder la salud acecha a la vuelta de la esquina.
Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Christian Science,Significa Ciencia Cristiana. Pronúnciese crischan sáiens. investigó hace más de un siglo en qué grado el temor, o cualquier estado mental, afecta nuestra vida. Ella descubrió que es muy importante estar atento al tipo de información que uno está aceptando, para evitar sentir temor y los efectos que tiene en el cuerpo. Escribe en Ciencia y Salud: “Las disquisiciones acerca de enfermedades tienen un efecto mental similar al que experimentan los niños al relatarles cuentos de fantasmas en la oscuridad”. Luego continúa: “Así como los niños atemorizados buscan por todas partes al fantasma imaginario, la enferma humanidad ve peligros en todas direcciones y busca alivio por todos los medios menos por el correcto”. Ciencia y Salud, pág. 371.
El cuerpo humano manifiesta lo que expresa la mente humana.
Ella reconoció que el temor a la enfermedad y al sufrimiento, así como la ignorancia y la creencia de que estamos separados de Dios, es uno de los factores principales en el desarrollo de la enfermedad. En Ciencia y Salud, donde explica su método comprobado de sanar la enfermedad, la Sra. Eddy incluye esta declaración categórica: “Si lográis eliminar el temor por completo, vuestro paciente queda sano”. Ibid., pág. 411-412.
Es aquí donde la percepción espiritual de la Sra. Eddy, basada en años de experiencia con la curación, así como su estudio de las obras de Cristo Jesús, eleva el conocimiento actual de la relación mente-cuerpo, a otro nivel. Ella descubrió que el cuerpo humano manifiesta lo que la mente humana expresa, no sólo en casos aislados, sino en todos los casos. Se dio cuenta de que la enfermedad es una experiencia mental subjetiva, que hay que tratar mental y espiritualmente. Cuando se comprende la bondad y perfección de Dios, y la de cada uno de nosotros por ser Su imagen y semejanza, se destruye el temor, se restaura la armonía, y por ende, se sana tanto la mente como el cuerpo.
Detrás de todo temor se halla, en cierta medida, la ignorancia de este hecho espiritual de la existencia. Cuando se corrige esa ignorancia mediante la percepción espiritual y se comprende que la ley de Dios gobierna y es armoniosa, percibimos que lo que parecía una amenaza para nuestro bienestar, carece de poder y es irreal; entonces el miedo desaparece, y con él toda discordia. Miles de personas que buscan espiritualidad han comprobado esto. Con sus oraciones han percibido que la bondad, el poder y el amor de Dios, hacen desaparecer sus temores y los sanan de sus enfermedades.
Cuando eliminamos el miedo, desaparece también toda discordia.
No obstante, limitaríamos tremendamente el alcance de este medio espiritual para sanar, si pensáramos que sólo sirve en caso de enfermedad. El entendimiento de que Dios es el Amor divino, omnipresente y omnipotente, y que nuestro verdadero ser está cuidado y rodeado eternamente por ese Amor, es también una medida preventiva muy eficaz. Cuando tenemos presente en el pensamiento que Dios nos cuida y nos ama, la simple noción de que podamos caer enfermos debido a una influencia dañina, pierde totalmente su poder para atemorizarnos. Percibimos que Él es quien está realmente gobernando nuestro ser y manteniendo la armonía. Así desarraigamos el temor, tantas veces oculto, de que nuestra salud pueda estar en peligro. Las inspiradas palabras de Pablo nos recuerdan: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.. 2 Timoteo 1:7.
Es gratificante observar que la sociedad está comenzando a percibir que hay una relación entre la mente y el cuerpo. A pesar de ser bombardeados por “disquisiciones acerca de enfermedades”, otros están reconociendo el impacto perjudicial que éstas tienen en la salud. Ése es un paso importante de progreso. Estos individuos están descubriendo que es muy beneficioso analizar cuidadosamente lo que piensan, miran y leen.
A medida que la humanidad progrese centrando cada vez más su atención en la relación más importante de todas —la relación inquebrantable que tenemos con Dios— se darán cuenta del efecto saludable y del poder que tiene una mentalidad espiritualizada. Verán que nada tiene más alcance y eficacia para eliminar el temor a la enfermedad, y la enfermedad misma.