En Una Ocasión estaba regresando a casa de un viaje que había hecho al exterior, y mientras esperaba que saliera el avión, comencé a sentirme mal, a tal punto que en un momento dado perdí el conocimiento. Mi hija que me había acompañado, y que es practicista de la Christian Science, empezó a orar inmediatamente. Yo había comenzado a orar lo mejor que podía para aceptar la omnipresencia de Dios.
Pude descansar y dormir algo durante el viaje, pero mi condición empeoró. Perdí el apetito, sentía mucho dolor y no podía dormir. A pesar de esto, y debido a nuestra oración constante, pude cumplir con todas mis obligaciones diarias. Al cabo de un par de semanas, preocupada de que estaba poniendo una carga demasiado pesada sobre mi hija y sobre nuestra estrecha relación, estuvimos de acuerdo en llamar a otra practicista.
La muerte no es la solución para ningún problema. La solución es glorificar a Dios que es la Vida.
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