Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Atletas que saben lo que se necesita para triunfar

con mentalidad ganadora

Del número de noviembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1997, viajó de Nigeria a Inglaterra para asistir a la Escuela "Claremont Francourt". Alli descubrió que tenía un talento natural para jugar al rugby. Hoy practica este deporte a menudo (¡a veces hasta para cinco equipos distintos!). Hace poco fue convocado para integrar el equipo nacional juvenil de Inglaterra.

Dozie, ¿cómo te preparas para las prácticas y los partidos?

Yo oro así: "Dios, Tú estás conmigo en la cancha". También pienso que mi función no es impresionar al público, sino expresar bondad porque Dios es el bien. Cuando sabes que Dios está presente, comienzas a reflejar Su fortaleza y agilidad en el juego.

Yo solía evaluar mi éxito en la cancha por la cantidad de gente que concurría a los partidos. Cuando dejé de jugar para destacarme y comencé a expresar gratitud a Dios y a tratar de glorificarlo, pude mantenerme en buenas condiciones físicas, estar libre de lesiones y disfrutar del juego.

¿En qué piensas durante el juego?

No pienso en mí. Pienso en el otro equipo y no trato de perjudicarlo, sino de demostrar ética deportiva hacia sus integrantes y amor por el juego.

¿Qué has aprendido de jugar al rugby?

Una vez, estaban seleccionando el combinado nacional, y después de dos semanas me comunicaron que yo no iba a viajar. Eso me hizo perder la confianza en mí mismo.

Dos semanas después, fui invitado a jugar en un torneo con un equipo de jugadores internacionales. El primer partido que jugamos fue contra el equipo nacional del que me habían dado de baja. Desde el comienzo mismo del juego tuve que luchar contra esa falta de confianza. Sentado en el vestuario antes del partido, me puse a pensar en cuánto debía amarme Dios para haberme llevado hasta allí.

Aun cuando me habían sacado del equipo nacional, pude participar en aquel campeonato jugando con un equipo internacional. Pensé: "Dios considera que soy muy bueno, por lo tanto soy lo suficientemente bueno como para integrar este equipo". Cinco minutos después de haber comenzado el juego, esa falta de confianza comenzó a desaparecer.

Fue un partido muy parejo, que se definió por apenas seis puntos. Y si bien perdimos, cuando terminó me sentí muy bien.

¿Cómo te ayuda la oración en los deportes?

Cuando comencé a jugar al rugby en la escuela, sufrí una lesión durante un partido. Mi maestro de la Escuela Dominical, que había estado presenciando el juego, vino a verme a mi habitación. También lo hizo mi padre, que recién había llegado a visitarme y a presenciar el partido.

Ambos estaban sentados en mi cama. Me dolía mucho la pierna. Mi maestro comenzó a leerme de Ciencia y Salud y yo comencé a reflexionar sobre las ideas que escuchaba. Al rato, el dolor cesó y luego pude ir de compras con mi padre.

Creo que fue la primera vez que oré para sanar una lesión.

juega al fútbol prácticamente desde que empezó a caminar y ha sido integrante de destacados equipos desde que tenía 11 años. El año pasado su equipo ganó el campeonato estatal y participó en el campeonato nacional. Cuando no juega al fútbol realiza saltos con garrocha o participa en carreras de relevos.

Sam, ¿cómo te preparas para una práctica o un partido?

Antes de pisar el campo de juego, pienso que "Dios es Amor" para ordenar mis pensamientos. No me gusta sentirme más que los demás en un partido, porque implica que en cualquier momento uno puede caerse del pedestal. Me gusta saber que hay un nivel de pensamiento constante. Los deportes me dan la oportunidad de expresar más mi verdadero ser. Son una manera más de expresar la vitalidad y la fortaleza que Dios nos da.

¿Cómo te protege la oración en la cancha?

Nunca he tenido lesiones graves. Lo atribuyo a que trato de ver todo desde una perspectiva espiritual. Generalmente, cuanto más alto es el nivel de competencia, más se piensa en las lesiones. Es difícil no pensar en las lesiones teniendo allí a los entrenadores y el maletín de primeros auxilios. Es como si se esperara que algo malo fuera a ocurrir. Pero cuando no temo sufrir una lesión, la posibilidad de lesionarme ni siquiera pasa por mi pensamiento.

El invierno pasado, después de un campeonato, me tuve que poner a orar porque me empezó a doler una rodilla. El dolor iba y venía. Así estuve durante más o menos un mes, durante el cual perdí las prácticas y los partidos de fútbol. Durante ese mes recibí tratamiento médico y oré para saber que jamás podía estar separada de Dios, quien nos hizo a todos perfectos y espirituales.

Puesto que el dolor jamás procede de Dios, yo no podía experimentarlo. Poco después, el dolor desapareció. Durante la primera práctica posterior a la lesión, me sentí como si jamás hubiera dejado de jugar. Mi entrenador y mis compañeras compañeras de equipo estaban de lo más sorprendidos.

¿En qué piensas cuando practicas deportes?

Pienso en aquello que viene del corazón. Para mí, "corazón" entraña deseo, intensidad y fuerza. Desde muy pequeña mi padre me dijo: "Juega con todas tus ganas". "Deseo" significa procurar dar lo mejor que tenemos. Creo que muchos deportistas se pierden porque permiten que ese concepto de deseo los abrume.

Pero considerado desde un punto de vista espiritual, el deseo nos hace querer que todos den lo mejor de sí. Y eso hace que el nivel del juego mejore.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / noviembre de 2001

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.