De acuerdo con de Northfield, New Hampshire, EE.UU., criarse con padres de distintas religiones, no siempre es fácil. Pero es una oportunidad para hacer más que "hablar" sobre una religión en particular. Entrevistamos por separado a Kevin y a su padre, de Los Altos, California, EE.UU., quienes hablaron cómo es la relación que hay dentro de su familia al tener distintas religiones, y qué ha funcionado para ellos.
Opina Kevin
¿Cómo era tu vida en un hogar donde tus padres profesaban distintas religiones?
Era buena, aunque, claro, tuve mis problemas.
Fui criado principalmente en la Christian Science, pero pude aprender también otra religión. Creo que esto fue bueno por dos razones: aprendí a respetar a la gente que piensa diferente que yo. Y aprendí a amar a mis padres, aunque sé que uno de ellos piensa diferente sobre ciertas cosas. De manera que, así fui aprendiendo a amar.
¿Qué me puedes decir de las religiones de tus padres?
Mi mamá es científica cristiana. Se dedica exclusivamente a la familia, de manera que siempre estaba presente para ayudarnos. Cuando había algún problema orábamos, o llamábamos a un practicista de la Christian Science para que nos ayudara mediante la oración.
Mi papá es católico, y viaja mucho por negocios, de manera que la mayor parte del tiempo yo iba a la Escuela Dominical de la Christian Science. Ocasionalmente iba a la iglesia con él, pero nunca tuve ninguna enseñanza católica formal.
¿Qué tipo de problemas se te presentaron?
Cuando estás en una casa donde ves que se toma medicina, tienes que pensar seriamente en lo que crees. Mucha gente que se crió en familias de Científicos Cristianos no está expuesta a la medicina tradicional. En mi familia mi papá toma medicinas. Lo interesante en mi caso es que cuando era chico hubo ocasiones en que yo también tomé medicinas u opté por la medicina, y no obstante aún hoy creo que la Christian Science es la cura más potente que existe, y es en ella que me apoyo.
¿Hubo algún momento en tu vida en que decidiste qué religión querías practicar?
Sí. Cuando tenía doce años, un día mi papá me fue a buscar a la escuela y me dijo: "Vamos al consultorio del médico". Y le pregunté por qué. Entonces me dijo: "Vamos a pedirle que te queme las verrugas que tienes". Yo tenía como veinte verrugas en las manos. Él ya me había llevado al médico antes, y el tratamiento médico no había dado resultado; las verrugas habían regresado y ahora tenía más. Entonces le contesté: "No, no quiero ir. Me voy a apoyar en Dios para sanar".
Y me contestó: "Muy bien, te doy una semana para que resuelvas esto a tu manera, y si no veo ningún progreso, vamos de nuevo al médico".
Mis padres habían llegado a un acuerdo: mi papá aceptaba que mi mamá y yo hiciéramos lo que pensábamos que era mejor, primero. De modo que casi todas las veces solicitábamos tratamiento en la Christian Science. Y mi papá nos daba un tiempo determinado para sanar el problema exclusivamente a través de la oración.
¿Qué ocurrió?
Esa semana cuando fui a la Escuela Dominical le conté a mi maestra lo de las verrugas, y le pedí que orara por mí. En mis propias oraciones recuerdo que pensé que no había lugar donde Dios no estuviera presente. Por lo tanto, no podía haber un lugar donde las verrugas o ninguna otra cosa opuesta a Dios, que es el bien, pudiera existir. Y esa fue la primera vez que me puse firme en lo que creía. Las verrugas desaparecieron dentro del límite que mi padre me había dado. Y creo que mi papá lo reconoció como una curación espiritual.
En otra ocasión tuve un problema en las rodillas. Mi mamá y yo fuimos a ver al médico porque mi papá quería que me hiciera revisar. Me dijeron que tenía pie plano y que si no usaba unas plantillas especiales y hacía ciertos ejercicios y cosas por el estilo, cuando tuviera dieciocho años sería un inválido. Ese fue un diagnóstico bastante serio, teniendo en cuenta que yo practicaba varios deportes.
Me dieron las plantillas y las comencé a usar. Con el tiempo me di cuenta de que no me iban a ayudar. Entonces empecé a apoyarme totalmente en la oración para sanar mis pies y rodillas. Desde entonces no he tenido ningún problema.
¿Continuaste yendo a la iglesia con tu papá?
Una vez que decidí que iba a practicar la Christian Science, hicimos un acuerdo: mi papá viene todos los años al servicio de Acción de Gracias y nosotros vamos a la Misa de Nochebuena.
¿Hablaban de religión en tu familia?
Tratábamos de no hablar de religión, porque era muy fácil vernos envueltos en las diferencias. No obstante, pienso que de chico trataba de imponerle mi opinión a mi papá. Yo aprendía algo en la Escuela Dominical y cuando llegaba a casa quería contarle lo aprendido, o trataba de comprender por qué él no creía ciertas cosas en que yo sí creía. Tuve que aprender a aceptar y apreciar sus creencias.
Con referencia a lo que creen acerca de Dios, ¿cuál es el factor que los une?
Creo que nos une nuestra creencia en que Dios es bueno y que tenemos que vivir de una manera determinada para honrar a Dios. Hay dos cosas acerca de mi papá que siempre he admirado. La primera es que es un católico muy devoto. Nunca falta a la iglesia, a tal punto que si estamos en una isla en algún lugar, él hace planes para ir en avión hasta la iglesia más cercana. Ése es el compromiso que hace para estar allí. Porque él piensa que la iglesia es muy importante, y creo que eso tuvo influencia en nosotros.
¿Qué tipo de influencia?
Él nos dio un buen ejemplo. Me enseñó que la religión, la iglesia y la espiritualidad son importantes. Que son cosas por las que vale la pena sacrificarse. Uno tiene que hacer más que hablar sobre la importancia que tienen. Tiene que reflejarse en tus acciones.
Y la segunda es que considero que mi papá es muy cristiano, muy afectuoso, amable, paciente y honesto.
¿Cómo pueden los adolescentes tener relaciones armoniosas con su familia cuando profesan distintas religiones?
Uno aprende a tener algo en común, aunque no siempre es fácil. En nuestro caso ese algo en común es la Biblia. Por ejemplo, la Navidad pasada tratamos de hacer que nuestra reunión fuera más espiritual. Cada año yo elijo algunos pasajes de la Biblia y leo antes de cenar. Este año, nos sentamos todos juntos en familia y leímos el Sermón del Monte. Es un sermón largo, de los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo. Y todos los miembros de la familia tomaron su turno para leer. Fue una experiencia maravillosa ver cómo más de veinte personas de diferentes religiones se sentaron juntas para leer el Sermón del Monte.
¿Qué le dirías a quienes se sienten muy solos con su fe?
Pienso que sería importante que se dieran cuenta de que en realidad no están solos. Dios los está cuidando y ellos pueden confiar en Él. No importa lo que digan o hagan los demás, ellos tienen una relación única con Dios que los ayudará a resolver lo que estén enfrentando.
Opina Don
¿Como católico devoto, casado con una científica cristiana, ¿cómo hizo para criar a sus hijos con una educación espiritual?
Lo más importante es la manera en que se supone que los cristianos tienen que vivir. Los dos grandes mandamientos de Jesús hablan de adorar a Dios, y de la manera en que debemos tratar a los demás; o sea, la Regla de Oro. Pienso que éste es el principio que tratamos de inculcar en nuestros hijos: que existe un Dios que los protege. Y no es suficiente con reconocer eso, hay responsabilidades que lo acompañan: qué clase de vida lleva uno, y cómo interactúa con los demás.
Como padres, ponemos el énfasis en lo que son los cristianos y cómo se supone que deben comportarse, en lugar de fijarnos en las diferencias que hay entre las distintas formas de cristianismo. Cuando eran chicos, los alentábamos y dejábamos concurrir a los servicios religiosos de ambas religiones.
De esa forma, mi esposa, Sue, y yo, reconocimos que, como ella iba a atenderlos más directamente, ella tendría más influencia y contacto con los niños que yo, y por lo tanto, sus creencias serían transmitidas de manera explícita e implícita a ellos. Estuvimos de acuerdo por adelantado en que eso estaría bien. Antes de casarnos hablamos al respecto y acordamos que fundamentalmente nuestras creencias religiosas eran lo suficientemente compatibles como para poder vivir juntos y formar una familia.
¿Cómo resolvieron el tema de la atención a la salud?
Acordamos que hasta que nuestros hijos fueran lo suficientemente mayores para decidir por sí mismos, si se encontraban en una situación en la que yo veía que su vida estaba en peligro, recibirían tratamiento médico convencional. Sólo recuerdo una o dos ocasiones durante su niñez en que ocurrió esto. Acordamos que nuestros hijos practicarían las creencias de la Christian Science. Sin embargo, si alguna situación llegaba a un punto que me hiciera sentir incómodo, entonces ejercería mi derecho a intervenir.
¿Ha tenido alguna experiencia con la curación espiritual?
No del mismo modo que los Científicos Cristianos. Como creyente, creo en el poder para ser sanado. Creo que se me salva, protege, etc. Pero yo uso la medicina convencional.
¿Hablan sobre religión en su casa?
No discutimos sobre religión. Hablamos más sobre cómo vivir una vida cristiana en lugar de hablar sobre las diferencias religiosas. No sirve de nada decir algo si uno no lo vive.
Si bien hay diferencias en las distintas creencias religiosas, existe una manera cristiana de vivir ya sea que la gente sea científica cristiana, católica o metodista.
Pienso que ser Científico Cristiano es más difícil, debido a la dimensión adicional de la curación espiritual. De modo que es como una versión muy especial del cristianismo, en mi opinión, y más difícil que lo que otras personas se comprometen a hacer.
¿Cuáles, diría usted, son los ingredientes necesarios para tener una relación armoniosa con gente de otra religión, ya sea durante el matrimonio o el noviazgo?
Lo más importante es la confianza que uno pone en los demás y los valores morales en común. Nosotros básicamente pensamos llevar el mismo estilo de vida, obviamente con algunas diferencias. Ambos, fundamentalmente, pensábamos igual en cuanto a la gente con quien queríamos estar y queríamos tratar, y cómo queríamos que fueran los niños. Si uno está de acuerdo en la mayoría de las cosas, el nombre que uno le da a las cosas tiene menos importancia que lo que uno es o hace. Así opinaba yo hace treinta años. Y resultó básicamente correcto, afortunadamente para nosotros.
Si tuviera que hacer todo de nuevo, ¿lo haría igual?
¡Por cierto que sí! He descubierto que la mayoría de los desacuerdos surgen por cómo o qué es lo que se debe hacer, pero nunca sobre el por qué hacer algo. Cuando uno vuelve a la pregunta del "porqué", y la analiza, los desacuerdos sobre los "qués" y los "cómos", por lo general, desaparecen.
En este caso, el "porqué" es quién quiere usted ser, y la manera en que quiere vivir su vida. El resto es sólo una cuestión de detalles. El resto es menos importante que lo es ponerse en línea con quién es uno y qué es la vida.
¿Qué consejo le daría a los adolescentes que viven con padres de diferentes religiones?
Creo que yo preguntaría constantemente "¿Por qué?" Y trataría de comprender las cosas que son similares, en lugar de las que son diferentes.
Muchas veces la cosas se perciben como diferentes, aunque no existan diferencias. La opinión que tiene la gente sobre cómo viven y en qué creen los científicos cristianos, y sobre cómo viven y en qué creen los católicos, diría yo, son a menudo opiniones estereotipadas.
Hablando, preguntando y compartiendo ideas, uno se da cuenta de las cosas. Y esto no es tanto para los chicos, como para los padres: es muy importante estar interesado en lo que los chicos creen sobre diferentes temas, siendo la religión, probablemente, lo más importante. Y reconocer sus opiniones, y hacer que las puedan expresar. Tratándolos con la Regla de Oro, como si fueran adultos, porque tienen el derecho a tener su propia opinión y la obligación de comprender la opinión de los demás. Es muy importante tratar a los hijos como amigos, siempre que sea posible. Haciéndoles saber que son nuestras amigos, y que pueden lograr lo que deseen. Hacerles saber que uno está preparado para ayudarlos.
Y pienso que el intercambio entre los cónyuges, la manera en que se tratan mutuamente, es tan importante como el intercambio entre padre e hijo. Lo principal es la confianza mutua y la confianza entre los esposos, y saber que cada uno tiene la libertad de ser quién es. Entonces eso se transmite a los hijos. Y ellos también pueden llegar a vivir en libertad.
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