Hace dos años me hice amigo de la chica más popular de la escuela. Era la primera vez que tenía una amistad tan firme con alguien. Vanessa y yo hablábamos muchísimo, nos teníamos mucha confianza y nos contábamos todos los secretos. Nos gustaba la misma música, y seguíamos al mismo equipo de fútbol. Con el tiempo fuimos íntimos amigos. Era la primera vez que alguien me confiaba sus cosas.
Algunos amigos de la escuela comenzaron a decir que ella me usaba para darle celos a otro muchacho. Cuando le dije esto a ella, se enojó mucho y discutimos. Al poco tiempo comenzaron las vacaciones. Esto me preocupó, porque pensé que al comenzar otra vez la escuela ella me iba a ignorar. Cuando se lo comenté a mi maestra de la Escuela Dominical, me dijo que no tenía que tener miedo porque Dios me quería mucho. El amor de Dios nunca cambia, y el amor verdadero que recibimos de Él tampoco.
Cuando comenzaron las clases otra vez, Vanessa me trató de la misma forma que antes. Pero a las dos semanas, empezaron de nuevo los chismes, y aun peor que antes. Cuando hablamos sobre esto empezamos a pelear mucho.
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