He escuchado diferentes tipos de música y aprendido muchas cosas maravillosas de las distintas culturas del mundo. Por ejemplo, cuando vivía en Togo, asistí a una boda con mi familia y amigos, y vi a mis compatriotas cantando himnos en una iglesia bautista. ¡Cómo me gustó ver gente de todas las edades y clases sociales alabando al unísono las maravillas de Dios! Los miembros del coro cantaron, batieron palmas y bailaron al compás del piano y los tambores. Toda la congregación estaba contenta. Se veían llenos de inspiración. Para mí fue como una magnífica expresión de espontaneidad, alegría y energía.
Estas cualidades están descritas en ciertos versículos de la Biblia, que considero muy útiles porque me dan mucha inspiración. "Venid, aclamemos alegremente a Jehová... Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos". Salmo 95:1, 2. Y "Cantadle, cantadle salmos; hablad de todas sus maravillas". Salmo 105:2.
También me gusta escuchar la letra y sonidos melodiosos de ciertas canciones africanas. King Mensah, un popular cantante de Togo, toca la tradicional música togolesa con "tam-tam" y otros instrumentos africanos. Hay una canción que compuso que me gusta mucho, porque tiene una música excepcional. Y creo que la letra tiene un mensaje de esperanza para mí y para mis compatriotas. Se llama "Dice Dios".
Todos somos hijos de Dios
a nadie creó para sufrir.
¿Comprendes lo que digo?
Si el buen tiempo aún no ha llegado,
pide salud y larga vida.
A algunos la felicidad llega
por la mañana.
A otros, por la noche.
Si la tuya aún no ha llegado,
no llores ni te lamentes.
Pues cerca está tu felicidad.
Si lo piensas, la música puede mejorar la naturaleza humana. Por lo menos, pienso que a mí me ha ayudado a ser una mejor persona. Siempre que escucho música de alrededor del mundo, trato de ajustarme a ritmos nuevos. Creo que es una manera de abrir mi pensamiento y de no quedarme varada en lo que conozco.
Escuchar canciones de América Latina y África del Norte me ha permitido aprender más sobre culturas que eran totalmente extrañas para mí. Me ha ayudado a superar las ideas preconcebidas sobre la gente y los países.
Por ejemplo, este año viví por un corto tiempo en la ciudad de Nueva York, y allí descubrí la "salsa". Me gustó muchísimo. Me recordaba los ritmos africanos y creoles. Cuando escuchaba salsa me daban ganas de conocer gente latinoamericana, cuya cultura desconocía. Entonces tuve la oportunidad de conocer gente de Puerto Rico, Ecuador, Argentina y República Dominicana, en un centro de idiomas donde estaba aprendiendo inglés. Fue una experiencia increíble que ayudó a que todo un mundo se abriera ante mis ojos.
