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Todo tiene solución

Del número de noviembre de 2001 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando estaba en la escuela secundaria superior, mis amigos a veces me acusaban de ser una soñadora de la vida. "Ya verás que la vida está llena de tragedias y no queda más remedio que soportarlas", me advirtían. Yo no quería ver las cosas color de rosa, pero de algún modo estaba convencida de que todos los problemas tienen solución, y que la vida no depende necesariamente del destino.

Confirmé esto cuando tenía 17 años, el día que me encontré con el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. En sus páginas conocí la ley del amor de Dios, y que Él tiene la respuesta a nuestros problemas. Él siempre nos da una buena solución Aunque tal vez sea una solución totalmente diferente de la que nosotros hubiéramos planeado.

En la Biblia dice: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". Isa. 55:8, 9.

Hace tres años, mi oración me guió hacia una solución completamente diferente de la que yo esperaba. Aunque al final, lo que pareció ser una amarga decepción y pérdida, resultó ser toda una bendición. Y aprendí que Dios no es inestable ni indiferente. Él es Principio, Amor, y siempre podemos contar con Él.

Lo que ocurrió es que creí que finalmente había conocido a mi "Príncipe Azul". Fue amor a primera vista. Todo parecía perfecto. Nos habíamos conocido en el tren y comenzamos a enviarnos pilas de e-mails. Hablábamos mucho de Dios, y parecía que teníamos muchas cosas en común. Meses después, me di cuenta de que mi amigo se quería casar conmigo. Y a mí me gustaba la idea.

Sin embargo, en uno de los encuentros siguientes, comenzamos a hablar con más profundidad de nuestros valores morales. Entonces nos dimos cuenta de que nuestra perspectiva de la vida y de cómo criar a los hijos, por ejemplo, eran muy diferentes.

Durante las siguientes semanas oré mucho, y mis oraciones a veces estaban acompañadas de una fuerte lucha interior. Yo me esforzaba por orar con un corazón honesto: "Señor, que se haga Tu voluntad", como dice el Padre Nuestro. Y también recordé lo que dice la Biblia: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová".

Comprendí que el profundo deseo que tenía de retenerlo, no me ayudaba para nada. También me di cuenta de que teníamos individualidades muy dispares y que en muchas cosas no coincidíamos. De modo que, contrario a que sentíamos, pero obedientes a nuestra intuición, rompimos la relación.

Al principio, sentí mucho pesar de haber perdido a un muchacho maravilloso. Aunque sabía que no estábamos en el mismo camino espiritual, pensaba que iba a ser difícil superar el haberlo perdido.

Pero también sabía que la ley del amor eterno de Dios no me podía dar una solución a medias. Dios es totalmente bueno. Yo ya había aprendido eso en los tres años que había asistido a la Escuela Dominical de la Christian Science. Pensé: "Dios lo va a solucionar todo de manera completa. Siempre podemos esperar satisfacción total, paz verdadera y libertad genuina. No tan sólo un 50,70 ó 95 por ciento. Sino un 100 por ciento de satisfacción.

Oré por los dos, para que sintiéramos completa paz y libertad. Le dije a Dios: "Padre-Madre Dios, Tú eres el Principio eterno, el Amor. Tú me conoces. Tú me amas. Yo soy tu hija. Yo quiero sólo lo que Tú quieres porque Tú lo sabes todo. Por favor ayúdame a encontrar de nuevo mi paz interior.

Me tomó un tiempo, pero el pesar se disolvió completamente. No porque haya conocido a otro muchacho,sino porque me volví más consciente de la eterna presencia de Dios y Su ley de amor que es inteligente y nos protege. Mis calificaciones siempre habían sido buenas, pero empezó a irme excepcionalmente bien en la escuela. Muy pronto me hice de amistades nuevas y maravillosas. No había ningún vacío en mi vida, como normalmente se espera cuando uno rompe con alguien.

Fue así como llegué a conocer a Dios como un Amigo siempre presente y maravilloso, que conoce nuestras necesidades mejor que nosotros mismos. La primera oración en Ciencia y Salud resume para mí la profunda convicción de esta presencia amorosa y protectora que cualquiera de nosotros puede sentir: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones".Ciencia y Salud, pág. vii

Dios siempre tiene una solución perfecta para nosotros. También tiene la solución para ti, por más difícil que parezca la situación que tengas que enfrentar. Es una convicción profunda que todos los colaboradores de este Heraldo para Teens tienen en común. Lo han descubierto por sí mismos. Y yo creo que tú también puedes hacerlo.



Redactora Colaboradora Invitada
El Heraldo de la Ciencia Cristiana

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