Cuando estaba en la escuela secundaria superior, mis amigos a veces me acusaban de ser una soñadora de la vida. "Ya verás que la vida está llena de tragedias y no queda más remedio que soportarlas", me advirtían. Yo no quería ver las cosas color de rosa, pero de algún modo estaba convencida de que todos los problemas tienen solución, y que la vida no depende necesariamente del destino.
Confirmé esto cuando tenía 17 años, el día que me encontré con el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. En sus páginas conocí la ley del amor de Dios, y que Él tiene la respuesta a nuestros problemas. Él siempre nos da una buena solución Aunque tal vez sea una solución totalmente diferente de la que nosotros hubiéramos planeado.
En la Biblia dice: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos". Isa. 55:8, 9.
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