sabe muy bien lo que significa relacionarse con diferentes culturas y razas. Nació en Kenia. Cuando era pequeña, su mamá, también de Kenia, se casó con un alemán, y vivieron cuatro años en los Estados Unidos. Luego hicieron otra vez las valijas y se fueron a Alemania. Hoy Mayannah tiene 19 años y pasa su tiempo entre Alemania y los Estados Unidos, donde estudia filosofía, teatro y arte en la universidad. A pesar de su vida tan ocupada, el Heraldo logró conversar con ella sobre la raza, la identidad y la paz mundial.
Cuando alguien te pregunta "Cuál es tu nacionalidad", ¿qué contestas?
Por lo general me río y digo que según los papeles soy alemana. Pero no me siento alemana. Un astronauta ruso dijo una vez: "Cuando estás arriba en el espacio, ya no piensas en las nacionalidades. Sólo piensas en los planetas y dices: 'Sí, mi planeta es la Tierra". Y eso me gusta.
En Alemania vives en una sociedad de mayoría blanca. ¿Te hace eso sentir diferente?
Sí, te sientes un poco diferente cuando toda la gente que te rodea se ve diferente a ti. Pero la gente nos ha aceptado como parte de la comunidad. No nos discrimina. Un año fui representante de los estudiantes en mi escuela secundaria. Nunca fui alguien que tuviera que vivir alienado.
Al principio la gente sentía curiosidad al verme. A veces me preguntaban: ¿Te quemas en el verano? o ¿Te quema el sol? Y cosas por el estilo. Querían saber qué tenía diferente. Pero no lo hacían para hacerme sentir mal. Mi mejor amiga es rubia de ojos azules, y hemos pasado muchas cosas juntas.
¿Qué me puedes decir de las relaciones entre razas?
He tenido un par de amigos. Pero el color de la piel nunca fue un problema, simplemente era fuera de lo común. No estuvo mal. Y mis amigos piensan lo mismo.
¿Qué piensas de los problemas de identidad o de las crisis que provoca?
Lo primero que hago ante cualquier situación es orar. La oración me trae una tranquilidad, no lo hago simplemente para sentir alguna emoción interior. Recurro a la Biblia en busca de inspiración. Hace mucho que aprendí que si realmente quiero creer en la Christian Science, debo descubrirla yo misma. Y eso me ha dado mucha fortaleza. Siempre que he tenido una crisis de identidad, era porque estaba o muy delgada o muy gorda. Nunca fue por el color de mi piel o mis orígenes. Mi color siempre fue parte de mí misma. Nunca quise cambiarlo. Pero no es algo que me defina como persona.
Tampoco pienso que el color de la piel sea algo que defina a otras personas. No me siendo influida por su apariencia. A mí lo que me importa es su carácter: cómo actúan, qué tipo de intereses tienen, cómo es su actitud en general. Para mí el color de la piel es lo que para los demás es el color de los ojos. El hecho de que alguien tenga ojos azules no lo influye de ninguna manera. Por supuesto que hay diferencias culturales entre la gente, pero me resultan interesantes.
¿Cómo piensas que podemos contribuir a que haya paz entre los pueblos del mundo?
Una vez alguien dijo que la guerra comienza en el jardín del fondo entre los vecinos. Y luego se extiende a las calles, los pueblos y finalmente a las naciones. Para alcanzar una paz genuina en el mundo tenemos que empezar con nosotros mismos. No sólo tenemos que ser más tolerantes, sino que tenemos que tratar de comprender por qué somos diferentes. Esa diferencia no es algo malo, expresa la diversidad de Dios. Pienso que tenemos que empezar comprendiendo que Dios se manifiesta en diversidad así como en detalle. La gente no necesita ser similar para sentir la presencia de Dios. Cuando comprendamos esto y lo expresemos en nuestra vida, la paz mundial gradualmente se irá manifestando. Quizás tome tiempo, pero no debemos darnos por vencidos si no vemos resultados inmediatos.
Mencionaste la palabra "tolerante". ¿Qué significa la tolerancia para ti?
La verdad es que esa palabra nunca me gustó porque ser tolerante muchas veces significa soportar algo. Pero el simplemente soportar a la gente y no preocuparse por ellos, ni interesarse en sus vidas, puede fácilmente llevar al temor y al prejuicio. La tolerancia es entonces como un escudo que protege a alguien del mundo para que los demás no piensen que es racista o sexista. Pero en lo profundo puede que una persona sea racista o sexista y no lo demuestre. Eso no es verdadera tolerancia.
¿Cómo logras la tolerancia genuina?
Ante todo te tienes que amar a ti mismo. He descubierto que cuando odias a alguien y lo desprecias, es básicamente porque te odias a ti mismo. Tienes que comprender por qué vale la pena amarte a ti mismo, y que los demás te amen. Si sabes que vales y que ese valor proviene de Dios, y por lo tanto no se puede destruir, nunca vas a despreciar o discriminar a los demás. La otra persona también vale. No tienes que pasar por encima a otro para destacarte más. Tú puedes ayudarlo a que se levante.
Llegué a esta idea cuando me di cuenta de que todos tenemos un solo padre y madre. Estos "padres" no son los que tenemos en este planeta. Nuestro Padre y Madre es Dios y está siempre presente. No existe nada más maravilloso que saber que Dios siempre te va a amar y que Dios es Amor No es una persona, sino el Amor mismo. Cuando sabes esto no necesitas pasar por encima de los demás para comprender cuánto vales.
