El síndrome de la página en blanco. ¿La conoces? ¿No te ha ocurrido durante un examen escrito u oral, sentir que se te acabaron las ideas y, más que nada, toda información? ¿O que no tienes nada que decir y si lo dices no te sale bien? A mí sí. También he tenido la sensación de no estar segura de mis estudios, de mi vida social y de mi futuro profesional. La verdad es que mi problema era el temor a sentirme vacía, a la falta de confianza en mí misma. Me parecía que tenía que probarle todo a mis padres, a mis amigos, a la sociedad en general.
Cuando siento ese temor pongo todo de lado para poder reflexionar y determinar cuál es exactamente la fuente de mi inspiración. Si el origen de un ensayo, como de las palabras y las acciones, es un cerebro, eso se limita a la información que laboriosamente hemos adquirido desde la niñez, entonces, tengo la seguridad de que todo lo que haga, diga o escriba será imperfecto e incompleto. Y cuanto más joven soy, más privada de conocimiento estaré.
Pero a través de mi estudio de Ciencia y Salud he descubierto que nuestra inteligencia procede de una Mente, o Espíritu, que no tiene límites, y a la que todos tenemos acceso, no importa quién somos. Esa Mente es Dios. Como dice Mary Baker Eddy: "La Mente no necesita depender de procedimientos educativos. Posee de por sí toda belleza y poesía y el poder de expresarlas".Ciencia y Salud, pág. 89.
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