A veces me vienen a la memoria imágenes de mi querido abuelo caminando conmigo de la mano en alguna estación de trenes; parándose para mostrarme coloridas y ruidosas locomotoras; levantándome para que pueda observar detalles que desde mi altura no podía ver. Yo estaba en ese entonces abriendo mis ojos al mundo y todo era nuevo para mí.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!