En esta entrevista del Heraldo Radial,
de Bogotá, Colombia, cuenta cómo no dejó que el temor le impidiera poner a Dios primero y permitir así que Él cuidara de su hijo.Cuando mi hijo tenía dos años, tuvo un serio problema respiratorio. No podía expulsar flemas y tenía muchas convulsiones de tos.
¿Qué hiciste entonces?
Inmediatamente decidí orar y apoyarme radicalmente en el concepto de que la verdadera naturaleza de nuestro ser es espiritual. La Biblia nos da mucha fuerza e inspiración cuando decidimos apoyarnos en Dios. Por ejemplo, hay un pasaje en Isaías que dice: “Dejaos del hombre, cuyo aliento está en su nariz; porque ¿de qué es él estimado?” Isaías 2:22.
Esa cita me tranquilizó; sentí que Dios ya le ha dado al hombre su libertad, lo ha creado y mantiene, y por lo tanto no depende de órganos físicos para mantenerse con vida.
Como siempre lo hago, también busqué ideas en las páginas de Ciencia y Salud. En la página 162 leí: “La Ciencia Cristiana obra como un alterante, neutralizando el error con la Verdad. Cambia las secreciones, expulsa humores, disuelve tumores, relaja músculos rígidos y restaura la salud a huesos cariados. El efecto de esa Ciencia es incitar a la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda dar lugar a la armonía de la Mente divina”.
Con estas ideas, pude ver la importancia de ceder al poder de Dios, de confiar en la Mente divina que ya ha creado al hombre perfecto.
¿Qué efecto causaron en ti estas ideas y la oración?
Me ayudaron a ver que Dios, que es el Amor infinito, tenía primeramente la responsabilidad de cuidar del niño. Me permitió tranquilizarme y tener la seguridad de que el niño recibía ese cuidado porque era hijo de Dios.
Durante todo este proceso en que orabas, ¿qué hacías? ¿Tenías al niño en tus brazos? ¿Qué cuidado le dabas en un sentido práctico?
Sí. Pienso que es importantísimo darle un cuidado apropiado. No podía forzarlo a comer sólidos si no quería. Pero le daba bastante líquido. Cuando notaba que le subía la temperatura, me aseguraba de que tuviera sábanas y ropas muy suavecitas y frescas.
¿Solicitaste que alguien te ayudara por medio de la oración?
No, esta labor la encaré sólo con la ayuda de la Biblia y Ciencia y Salud, y por supuesto, con mis oraciones.
¿Y en cuánto tiempo se recuperó el niño?
Muy pronto. Creo que a los ocho días ya no quedaban vestigios del problema. Pero sí quiero decir que me dediqué a orar día y noche. Fue una entrega total, tratando de comprender, de mantener firme en mi pensar, que Dios nos ha creado libres de toda enfermedad.
Seguramente sentías que Dios estaba a tu lado, sustentándote y apoyándote.
Sí, sentí con mucho gozo el poder y la presencia de Dios. Mi temor se transformó en una confianza absoluta, y fue una muestra más de que el poder de Dios es eficaz. Éste fue tan solo un eslabón en la cadena de bendiciones que he recibido.
Y después de estos siete u ocho días en que se efectuó la curación, ¿el niño pudo respirar libremente y también comer?
Sí, pudo tomar todos sus alimentos, sólidos y líquidos. A partir de allí, no tuve más temores y dejé de preocuparme de si salía afuera con una camiseta, con una chaqueta o con lo que fuera. El niño goza hoy de estupenda salud.
¿Qué edad tiene el niño hoy?
Tiene cinco años y se ve muy gozoso y fuerte. Incluso está tomando clases de notación. Una vez más, ha sido una infinita bendición ir comprendiendo que nuestro ser verdadero ya está establecido por siempre, y que es un efecto perfecto en brazos de una causa perfecta. Por eso, el estudio de la Christian Science se hace con gozo, porque uno no parte de un estado de inseguridad, sino que se apoya en una regla ya establecida, de que el ser perfecto viene de Dios y mora en Dios, y de ahí nadie lo puede mover.