En una época de tantos conflictos, corrupción, luchas por el poder y ansias de triunfo, la confianza mutua parece ser una moneda de baja circulación. Y esa situación se observa en varios niveles. Ocurre en los gobiernos, en el trabajo, en la escuela, en el barrio donde uno vive e incluso dentro del círculo familiar. Es una lucha donde no importan las consecuencias y la gente quiere sacar provecho a toda costa.
Además, la falta de empleo y los desafíos que se enfrentan en el trabajo pueden llegar a ser consecuencia de una falta de confianza en uno mismo o en los demás.
Este mes el Heraldo habla de la importancia de enfrentar ese tipo de situaciones desde una perspectiva espiritual. Eso requiere que reconozcamos la perfección de nuestros semejantes como hijos de Dios, porque esto siempre contribuye a que nuestras relaciones y actitudes mejoren.
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