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Curación de hemorroides

Del número de enero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A fin de comprender más, tenemos que poner en práctica lo que ya sabemos”, (Ciencia y Salud, pág. 323). Esta declaración de Mary Baker Eddy me alentó a poner en práctica lo que había estudiado sobre la oración científica para resolver problemas físicos.

En una ocasión enfermé de hemorroides, al grado que no podía ir al trabajo. Tuve que consultar a un médico para que me extendiera un certificado laboral y me dijo que mi estado de salud era preocupante y que lo más probable era que me tuvieran que hacer una intervención quirúrgica.

Decidí confiar totalmente en Dios y pedí ayuda a un practicista de la Christian Science, quien con sus palabras tan firmes y afectuosas me reconfortó en ese momento tan difícil. Me preguntó si me preocupaba algo, y yo le dije que no. Pero al charlar sobre el asunto me preguntó directamente: “¿Estás orando por alguien que te pidió ayuda y temes que no sane?” ¡Y eso era exactamente lo que estaba ocurriendo! Entonces, me dijo que Dios cuida con mucho amor de cada uno de Sus hijos y que no debía sentirme responsable personalmente por la salud de mi amigo. Yo me quedé muy sorprendido porque en ningún momento le había dicho al practicista que estaba orando por otra persona. Como resultado, dejé a mi amigo en manos de Dios, y me sané por completo en pocos días. Mi gratitud fue enorme.

Otra hermosa curación ocurrió cuando nuestra gatita sufrió un accidente que dejó sus patitas traseras paralizadas. Luego del susto, al igual que mi esposa que también estaba allí, volví mi pensamiento a Dios humildemente, en busca de ayuda y dirección. Ya sabía que cuando cambiamos nuestros pensamientos temerosos o equivocados por las ideas del Alma, se produce la curación.

Busqué en Ciencia y Salud y en la Biblia algunas ideas que inspiraran mi pensamiento. Entonces pude ver con claridad que mi mascota era una “idea espiritual” de Dios y no un organismo material sujeto a condiciones físicas. Comprendí que el movimiento tampoco depende de condiciones materiales, ya que como idea, la gata estaba moviéndose en la Mente divina, Dios. El animalito fue mejorando a medida que nuestro pensamiento se espiritualizaba, hasta que al séptimo día estuvo completamente sana.

En otra oportunidad sané de un eczema que había cubierto mi cuero cabelludo, los párpados y la frente; sentía escozor y me lastimaba sin querer. Una practicista me ayudó con su oración, y me preguntó si algo me preocupaba. Entonces le comenté que a medida que avanzaba en mi estudio de la Christian Science, iba descubriendo errores en mi manera de pensar y eso me hacía sentir culpable porque no lograba corregirlos. La practicista me dijo que debía reconocer que como hijo de Dios yo era inocente y sin tacha alguna. Comencé entonces a reconocer mi verdadero ser como hijo de Dios, en lugar de ver los defectos que tenía en mi carácter. Y poco a poco mi pensamiento fue cambiando hasta que me sané por completo.

Mi gratitud es enorme por esta nueva vida que me ha regalado la Christian Science.


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