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“Mi misión es ayudar”

Del número de enero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


es Terapeuta Familiar y ha participado en varios cursos entre los que se destaca el realizado por la Comunidad Daytop de los Estados Unidos de Norteamérica. Emma trabaja desde 1995 en la Fundación Manantiales del Uruguay, dedicada a la prevención y asistencia de personas adictas. , quien asiste al Heraldo desde Montevideo, tuvo la siguiente entrevista con ella.

¿Qué te ha llevado a hacer este trabajo?

La vida es una sola y todos debemos cooperar para que se pueda expresar con toda plenitud. No podemos dilapidarla. Es un don, un regalo del Ser superior y debe ser utilizada con responsabilidad hacia nosotros mismos y hacia el mundo. De alguna manera, nuestra vida debe expresar gratitud por lo recibido y volcarla en los demás. Este trabajo que realizo sirve para ayudar a mi prójimo.

¿Cuál crees que es la mejor manera de ayudar a la gente?

Primero hay que ayudarlos a ver que forman parte de un gran plan y que tienen algo que hacer y algo que devolver a la sociedad. Que el problema que están enfrentando sirve para que entiendan cuál es su misión.

¿Qué ha incidido en tu vida para que pienses así?

Yo tuve una educación religiosa con una base espiritual que me marcó para el resto de mi existencia. Esta base me proporcionó herramientas que me permiten transitar de otra forma por la vida.

Seguramente, muchos casos han pasado por tus manos.

Recuerdo todos los que se han acercado a mí. Pienso que la familia es la base de la sociedad y es única e irrepetible. Tengo casos precisos, padres que han tenido mucha dificultad en detectar el problema de adicción en sus hijos. Sin embargo, a través de los años, el pensamiento de los padres ha cambiado y han sido capaces de ayudarlos a superar el problema. A otros padres les ha costado aceptar que sus hijos no son sólo suyos, sino que, tal como dijo el poeta Kahlil Gibrán, “son hijos de la vida”, pero tuvieron la amplitud de criterio como para permitirles seguir su propio camino, aunque fuera distinto del que ellos habían planeado.

¿Qué puedes decir acerca de tu vocación?

Creo que la vida se compone de pequeñas experiencias. Los seres humanos somos como las plantas, crecemos constantemente. La vida es, en última instancia, un camino espiritual y debemos agradecer cuando descubrimos nuestra vocación. Hay que tomarse el tiempo necesario para descubrir cuál es la nuestra. Noto, sin dudar, que mi misión es ayudar al ser humano en general, no sólo a los adictos, para que a través de su dolor pueda ver cuál es su misión. Muchas veces, la manera de encontrar nuestro camino es a través de una experiencia dolorosa. Entonces creo que debemos agradecer nuestras dificultades si sirven para que veamos más claro.

Menciono como ejemplo el caso de los Operadores Terapéuticos que trabajan en la Fundación. Casi todos son personas recuperadas de la adicción que, una vez que superaron ese problema, sintieron la necesidad de volcar su experiencia y su amor para ayudar a los que están pasando por lo mismo que ellos pasaron. Este proceso es como una cadena.

Hace unos años, uno de esos operadores encontró a un hombre joven que había perdido su familia y su trabajo debido a la adicción a las drogas. Lo acercó hasta la Fundación, apoyó su tratamiento y hoy, ese joven, ya recuperado, forma parte del plantel de operadores.

Salir de la adicción es el camino que va de la muerte hacia la vida, de la oscuridad hacia la luz. Creo que ese cambio de conciencia que los impulsa a devolver el bien recibido, es como un apostolado.

¿Qué le dirías a alguien que ha perdido toda esperanza?

Que todos tenemos a Alguien, un Ser superior, que vela por nosotros y que sólo deberíamos levantar la vista para encontrarlo.

¿Es ése tu concepto de Dios?

Sí, Dios es el Amor universal, es la justicia. Orar a este Dios forma parte de mi vida, es como respirar, es elevar mi conciencia para conectarme con Él.

¿Qué lugar ocupa Dios y la oración en el ambiente de tu trabajo?

Veo en cada ser una parte de ese gran Amor y trato de que esa persona lo entienda así. Al orar agradezco por cada cosa y pido por el bienestar de todos.

¿Quisieras agregar algo más?

Sí, que la adicción es una enfermedad emocional. Si a un ser humano no se le encuentra la veta espiritual, no hay posibilidad de que salga de su adicción. En esta tarea, que es de todos, debemos hacerle ver al adicto su parte espiritual, su conexión con Dios, con la Unidad, o como se quiera llamar; conexión que nos trasciende como seres humanos. Eso es lo que cura a un adicto, no las pastillas. La adicción intenta ocultar la espiritualidad de las personas y hay que tratar de que vuelvan a encontrar esa conexión con Dios. Puede que esto lleve algún tiempo y que sea muy difícil. No obstante, con el tiempo se logra que la persona afectada encuentre su luz interior al encontrarse a sí misma. En última instancia, ésta es la misión de todos los seres humanos.

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