Un sábado por la mañana, fui a jugar fútbol. Estaba corriendo y saltando, defendiendo el balón, cuando de pronto me doblé el pie y caí. El entrenador me recogió. Me llevaron al hospital donde me sacaron radiografías. El pie me dolía mucho y comencé a orar de inmediato. El doctor me puso una férula, o entablillado, en la pierna y me dijo que no me la debía quitar por un término de treinta días. Me dijo que tenía que dormir con ella y que no podría jugar fútbol. Yo lloré mucho porque en pocos días tendría un campeonato en una ciudad llamada Jalapa, y no iba a poder competir. Continué orando.
Después de dos horas llegó mi mamá y me llevó a casa. Ella oró conmigo. Me dijo que no me preocupara porque yo era una idea perfecta de Dios y nada podía hacerme daño.
Esa noche dormí con la férula, pero a la mañana siguiente tenía mucho dolor. Entonces tomé el Heraldo para Jóvenes (2001) y leí una entrevista con Bernd Schuster, un famoso futbolista que se había lastimado el tobillo en una caída. Él oró con la idea de que era tan perfecto como Dios, y que el bien lo rodeaba. También leí en Ciencia y Salud la pregunta: “¿Qué es el hombre?” Entendí que no estaba compuesto de elementos materiales. En lugar de eso yo soy espiritual, hecho a imagen y semejanza de Dios.
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