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O Arauto en portugués: Una conexión sanadora

Del número de enero de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Dentro de esta serie sobre la historia de El Heraldo de la Christian Science, que celebrará su centenario en abril de este año, el segmento del mes pasado describió los sucesos que llevaron a la publicación de una edición en español del Heraldo. Así como se habla español en países muy diversos, el portugués ha llegado a formar parte de muchas culturas, gracias a los viajes que hicieron los exploradores de Portugal por África, América del Sur y otros lugares. La edición en portugués del Heraldo ha estado sirviendo y sanando lectores en muchos países por casi medio siglo.

La Sociedad Editora de la Christian Science publicó algunos volantes sobre la Christian Science en portugués por primera vez en los años 20. Pero no fue sino hasta fines de los años 40 cuando hubo la suficiente demanda como para producir de manera continua artículos sobre la Christian Science en ese idioma. En aquella época, la edición en español del Heraldo se publicaba cada tres meses, y en abril de 1947, se agregó a dicha revista un artículo traducido al portugués.

Hacia fines de 1948, Roy Garrett Watson, Tesorero de La Iglesia Madre, visitó Brasil y regresó a Boston muy impresionado con las actividades que la iglesia desarrollaba allí, y la necesidad de que hubiera más literatura sobre la Christian Science en portugués. Esta literatura se necesitaba no sólo para los miembros, sino también para vender en las Salas de Lectura que estaban surgiendo a medida que se formaban las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico.

Cuando Watson planteó la posibilidad de aumentar la cantidad de literatura disponible en portugués, la Administración Fideicomisaria de La Sociedad Editora de la Christian Science sintió que la demanda no era todavía lo suficientemente grande como para justificar el gasto. Los Fideicomisarios, no obstante, decidieron imprimir tres nuevos folletos en portugués. Pero no tenían ningún plan de publicar una edición separada del Heraldo en ese idioma.

Mientras estaba en Brasil, Watson también descubrió que tenía que haber una mayor uniformidad en la calidad de las traducciones. En los años que siguieron, los Fideicomisarios de la Sociedad Editora tomaron los pasos necesarios para proporcionar cierto nivel de consistencia en el trabajo de traducción en los idiomas en que se publicaba toda la literatura.

Además del artículo en portugués que se publicaba en la edición en español, Watson recomendó que se tradujeran más artículos y que se incluyera un editorial y un testimonio en portugués. Los Fideicomisarios de la Sociedad Editora, especialmente, estaban preocupados por la escasez general debida a la pos-guerra y los gastos que debían afrontar en ese momento. No obstante, las conversaciones continuaron y surgió la idea de combinar tres idiomas — español, portugués e italiano — en un solo Heraldo al que a veces se llamaba el Heraldo Europeo.

Este arreglo tenía varios beneficios prácticos. Primero, aumentaría la cantidad de material disponible para los lectores de habla hispana y portuguesa, porque en general la gente que lee español puede leer portugués, y viceversa. Asimismo, era una forma de ofrecer literatura en italiano a la gente que lo necesitaba sin crear una nueva revista en momentos de escasez. Esta nueva edición fue publicada en Julio de 1951, y tenía el propósito de reemplazar la edición en español original.

Durante los años 50, hubo tratativas sobre la posibilidad de presentar los tres idiomas en ediciones trimestrales separadas. Al mismo tiempo, la Administración Fideicomisaria de la Sociedad Editora y La Junta Directiva de la Christian Science, estaban pensando en hacer algo similar con el Heraldo escandinavo. Preocupados por las finanzas, así como por la escasez de papel y de personal después de la Segunda Guerra Mundial, no pudieron concretarlo sino hasta enero de 1959. Entonces las ediciones multilingües se transformaron en ediciones trimestrales separadas de El Heraldo de la Christian Science.

Entre los detalles que tenían que resolver estaba la traducción del nombre del Heraldo al portugués. A continuación, Heloísa Rivas cuenta una reminiscencia de cómo la gente que traducía los artículos para el Heraldo tomó la decisión.

Desde entonces, la edición en portugués del Heraldo ha continuado desarrollándose y respondiendo a las necesidades de los países que sirve, en especial Brasil, Portugal y Angola; la mayoría de los lectores de habla portuguesa viven en Brasil. En 1990, se inauguró una versión radial del Heraldo en este idioma, que se transmite todos los días por una radio local de São Paulo, y dos veces al mes por onda corta.

Como muestran los artículos de estas páginas, la edición en portugués, a través de los años, ha guiado constantemente a sus lectores hacia la curación y continúa desarrollándose con el fin de apoyar la salud de individuos y de las naciones.

La edición en alemán del Heraldo formó parte de la vida de mi familia desde 1916. Yo crecí viendo los ejemplares de aquella época en mi casa, porque era el Heraldo que mi papá y mi abuela leían, y ellos guardaban las revistas. Y luego, en la década de 1950, apareció la edición del Heraldo en portugués, la que desde 1959 se publica mensualmente.

Mi padre estaba siempre haciendo traducciones para La Sociedad Editora de la Christian Science. Un día, cuando era todavía muy pequeña, yo estaba jugando debajo de la mesa en mi casa, y mi papá y dos miembros de la iglesia estaban discutiendo acaloradamente sobre algo. Según recuerdo, La Iglesia Madre les había informado que a partir de ese momento publicarían un Heraldo en portugués. Y ellos se preguntaban: “¿Cómo lo llamaremos?” Quizás exagere un poco, pero a mí me pareció como que arriba de la mesa había una pila hasta el techo de diccionarios, en los que ellos afanosamente buscaban la palabra heraldo. Y la cuestión es que en portugués se traduce literalmente como arauto. Pero en aquella época esa palabra no se usaba mucho.

Si uno consulta un diccionario, encuentra lo que el heraldo era en épocas antiguas. En inglés, y en muchos otros idiomas, sin embargo, la palabra heraldo ha sido utilizada en el título de algunas publicaciones. Hay muchas revistas y diarios que llevan ese nombre en inglés y en español. Pero eso no ocurre con la palabra arauto. Y es virtualmente desconocida. Significa “una persona que proclama o anuncia noticias importantes”. En el pasado esto a menudo se refería a la palabra del rey.

Recuerdo como si fuera hoy, que mi padre golpeó la mesa con el puño y dijo: “¡Nadie sabe qué significa esa palabra!” Y discutieron sobre eso durante horas y horas. Entonces uno de ellos dijo: “Ése es el nombre que Mary Baker Eddy le dio, y ése va a ser el nombre de la revista”. Pasaron muchos años. Y en el único lugar donde se veía esa palabra era en la tapa del Heraldo.

Hace poco vi que usan esa palabra en diarios y revistas, y no lo podía creer. El término se usa para representar al precursor, como el portador de buenas noticias. Fue muy emocionante ver que esta palabra hoy se usa en un contexto diferente, y que el Heraldo continúe modernizándose con las épocas. Nunca voy a olvidar cuando escuché a esos tres hombres discutiendo por horas para finalmente decir: “Muy bien. Ése es el nombre que ella le dio, y lo vamos a usar”.

Cómo nos ha ayudado el Heraldo

“Yo era un ateo declarado”

Debido al proceso de pensamiento científico que había desarrollado como ingeniero químico, tenía la certeza de que todo lo relacionado con lo espiritual era muy subjetivo. No consideraba que la religión fuera algo concreto.

Cuando terminé la Maestría, surgió la oportunidad de estudiar un doctorado en Alemania, de manera que mi familia y yo nos mudamos a Berlín y vivimos allí cuatro años.

Cuando vivía en Alemania, empecé a sentir que el hombre no era simplemente materia. Incluía algo más, un elemento emocional, por ejemplo. Entonces empecé a investigar áreas que tenían que ver con el control mental, y descubrí que la mente influía en el cuerpo. Durante los próximos ocho años leí muchas obras sobre el tema.

De regreso en Brasil, en 1983, un día mi esposa trajo a casa una revista, O Arauto da Christian Science, que me interesó mucho porque trataba el tema de que la Mente tenía poder sobre el cuerpo. No obstante, esa Mente no era la mente humana, sino Dios.

En 1987 tuve un problema muy serio. Cada vez que hacía mucho esfuerzo me sangraba la nariz, hasta que un día se me obstruyó por completo. Fui al médico. El diagnóstico del laboratorio indicó que tenía cáncer en la nariz. Sólo le dijeron el diagnóstico a mi esposa. Por unos días ella no me dijo nada, pero le pidió a un practicista de la Christian Science que la ayudara con su oración. Ella estaba segura de que yo confiaría en Dios y pediría el tratamiento apropiado.

El médico nos dio una cita para ver si me hacían una cirugía cuatro meses después, y prescribió un tratamiento de radioterapia o quimioterapia. Cuando mi esposa me contó lo que ocurría me inquieté mucho. No sabía qué hacer. Yo nunca había creído que alguien se pudiera sanar mediante la oración.

Después de mucha reflexión, al no tener ninguna garantía de que sobreviviera si me sometía al tratamiento médico, una noche al salir del trabajo, pensé: “Giuseppe, ¿qué tienes que perder? Si tienes que morir, por lo menos que sea haciendo algo que nunca has hecho antes”. Fue entonces cuando decidí confiar en Dios.

Le pedí a un practicista de la Christian Science que me ayudara con su oración. Me entregué prácticamente en cuerpo y alma al estudio de esta Ciencia. Trataba de comprender las nuevas ideas que presentaba, para mí tan extrañas. Comencé a asistir a los servicios de la Christian Science, y a leer los libros y otras publicaciones que vendían en la Sala de Lectura de la Christian Science de la Iglesia de Cristo Científico, a la que asistía. El progreso no fue rápido porque cuando me enteré del problema me invadió un temor muy grande. Muchas, pero muchas noches me despertaba con un terror que me abrumaba. Entonces me ponía a leer Ciencia y Salud o el Heraldo, hasta que encontraba algo que me tranquilizaba.

Leí Ciencia y Salud de principio a fin, por lo menos cuatro veces. Leí el capítulo de “La Oración” por lo menos veinte veces. La Sra. Eddy lo empieza con una frase muy fuerte: “La oración que reforma al pecador y sana al enfermo es una fe absoluta en que todas las cosas son posibles para Dios — una comprensión espiritual de Él, un amor desinteresado”.1 Leía éste y otros pasajes constantemente.

Me veía enfrentado con un nuevo hecho: tenía que confiar en algo que acababa de conocer, tenía que confiar en Dios, confiar en los conceptos que la Sra. Eddy había escrito, y reflexionar sobre ellos para poder sentirme convencido. No fue nada fácil. Ni bien empecé a recibir tratamiento en la Christian Science la hemorragia se detuvo, aunque todavía no estaba muy convencido de que ese tratamiento fuera a funcionar. Cuatro meses después fui a la cita que me había hecho el médico. El doctor me examinó los ojos, la nariz, la garganta y los oídos. Luego volvió a examinar todo de nuevo con un instrumento especial. Estaba muy sorprendido. Me preguntó: “¿Siguió usted el tratamiento que le prescribí?” “No, doctor”, le contesté. Entonces me preguntó por qué. Y yo le contesté “Porque decidí confiar en Dios”. El médico estaba impresionado porque, según dijo, el cáncer casi había desaparecido por completo. Me dijo que si me hacían la cirugía menor y seguía el tratamiento que él me había recomendado, ciertamente sanaría por completo. Le agradecí la sugerencia, pero le dije que prefería apoyarme completamente en el tratamiento espiritual. Ésa fue la ultima vez que vi al doctor.

Tres semanas después de tener esta conversación con el médico, yo todavía seguía con un temor muy grande, pero continué orando. Seguía teniendo insomnio, y tenía que trabajar todo el día, guiando a las personas bajo mi supervisión, pero nadie nunca notó que hubiera algo malo. A veces era como si hubiera dos José dentro de mí. Uno afirmaba la justicia del Amor divino, por el poder de la Verdad y la espiritualidad, mientras que el otro estaba con mucho miedo. Recuerdo un domingo que hicimos una barbacoa en casa, y yo me pasé todo el día enfrascado en una batalla interior. No me sentía cómodo para nada. Cuando se fueron todos los invitados, me senté solo en mi habitación y oré. Entonces, por primera vez, sentí una fuerza tremenda, y la parte de mi ser que creía en Dios dominó por completo a la otra. Sentí algo bueno, maravilloso, una sensación de bienestar y confianza, y pude relajarme. Por primera vez en muchos meses dormí todo la noche sin sentir temor alguno. Después de ese día nunca me sentí enfermo y el problema no ha vuelto a manifestarse. Esto ocurrió hace más de catorce años.

Cuando todo pareció haber terminado, una nueva vida comenzó para mí. Cambié mi manera de pensar sobre el significado de la vida y el origen del hombre. Si bien tengo mucho que aprender todavía, durante estos últimos catorce años muchísimas cosas han cambiado para bien en mi vida. Ha habido una mejoría notable en lo que respecta al ambiente de nuestro hogar porque mi pensamiento ha cambiado radicalmente.


La llegada de O Arauto a nuestro hogar nos guió a la Christian Science

UNA TARDE, cuando esperaba que terminara la clase de ballet de mi hija, entró una señora con un niño de unos 8 años. Cuando el niño pasó junto a mí, lo escuché decir que el conductor del taxi en que habían venido tenía miedo de la tormenta que se aproximaba, sólo porque “no conocía que el ojo espiritual de Dios estaba gobernando y protegiendo todo el universo”.

Eso me impresionó mucho. Entonces le pregunté a la señora que estaba con él: “¿Dónde aprendió el niño esas cosas?” Ella sonrió y con mucha cortesía sacó un Heraldo que tenía en la cartera y me dijo: “Lea esto y comprenderá por qué dijo eso”. Comencé a leer el Heraldo de inmediato, pero pronto me fui a casa. Para cuando me fui a acostar ya había terminado de leerlo, y pensé que era maravilloso. La siguiente vez que vi a la señora (su hija y la mía estaban en la misma clase de ballet), le pregunté si tenía otra revista como ésa, entonces me dio otra. Cuando le hice más preguntas sobre la Christian Science, me invitó a su casa donde me dio a conocer Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, y me enseñó a estudiar las Lecciones Bíblicas del Cuaderno Trimestral de la Christian Science.

En aquella época, 1983, mi esposo trabajaba en São Paulo y sólo venía a casa los fines de semana. Me suscribí al Heraldo y él se lo llevaba para leerlo durante la semana. Él era ateo, pero estaba buscando algo sobre el poder de la mente. De ese modo comenzó a estudiar la Christian Science y le gustó lo que estaba leyendo. Pensó que sería bueno para toda la familia. Aunque todavía no estaba muy convencido, después de unos tres meses de leer el Heraldo nos permitió ir a la Iglesia y llevar a los niños a la Escuela Dominical.

Una noche, en 1989, sentí un bulto muy notable en el pecho. “¿Cómo puede ser que nunca antes lo haya notado?”, me pregunté. Fui a ver a mi esposo que ya estaba en la cama, y le conté lo ocurrido. Me dijo simplemente: “No te preocupes”. Se levantó y fue a la otra habitación Ciencia y Salud en mano y se puso a leer y a orar de inmediato. Como era tarde no quise llamar a un practicista. Tomé el Heraldo, que siempre tengo en mi mesita de luz, y empecé a leer los testimonios de curaciones. Al día siguiente llamé a una practicista para pedirle que orara por mí. Me dijo que no mirara ni revisara el tamaño del bulto, sino que tuviera la certeza de que en el reino de Dios no hay discordia. Me recomendó que declarara con firmeza que soy un ser espiritual, el reflejo de Dios, de modo que no había nada que pudiera producir discordia en mi ser.

Memoricé la “declaración científica del ser” (Ciencia y Salud, pág. 468), el Padre Nuestro y el Salmo 23. Oré para comprender mejor que puesto que Dios es Todo-en-todo, no puede haber vida, verdad o inteligencia en el cuerpo; que Dios es mi Padre amoroso que no permitiría que me faltara nada (como la salud, por ejemplo). Siempre que el bulto comenzaba a dolerme o a quemarme, trataba de reconocer que en ese mismo momento, y siempre, yo era la imagen y semejanza de Dios.

Oraba y estudiaba muchísimo el libro de texto y las Lecciones Bíblicas. La practicista siguió apoyándome, y mi esposo también oró. Yo pensaba que tenía cáncer, pero con el estudio de Ciencia y Salud y la Biblia, y leyendo los Heraldos, pude librarme del temor.

Un día estaba en un embotellamiento de tránsito y me empezó a doler el bulto. Yo estaba sola en el coche pero declaré en voz alta que era el reflejo de Dios. Golpeé firmemente con la mano el volante, y dije que no iba a aceptar ninguna discordancia. Dos días después, cuando me estaba duchando, noté que el bulto había desaparecido. Allí mismo agradecí a Dios y canté un himno, cuya primera estrofa dice: “Padre, Tus amantes hijos hacia Ti gozosos van” (Himnario de la Christian Science N° 58).

La llegada del Heraldo a casa fue lo que nos llevó hacia la Christian Science, y esto ha traído muchas bendiciones a nuestra familia.


Un compañero en casa y afuera

Fui a mi clase de piano y, como siempre, había practicado el tiempo necesario. Pero por alguna razón, estaba cometiendo muchos errores. Cuando mi profesora me preguntó por qué, rompí en llanto. Me tranquilicé y le conté que mi padre estaba enfermo, y que me resultaba muy difícil verlo así. Me consoló con mucha dulzura, y me dijo que ella leía una revista que la había ayudado mucho. Entonces sacó de su cartera un ejemplar de O Arauto da Christian Science.

Me sugirió que me lo llevara para leerlo en mi casa. Entonces me invitó a asistir a una Escuela Dominical de la Christian Science que había cerca de su casa, el siguiente domingo. Y así lo hice.

Empecé a leer la revista en el metro, y la he estado leyendo desde entonces. Me gustaba mucho ir a la Escuela Dominical, y mi padre sanó de esa enfermedad con la oración.

Cuando tenía 18 años me fui a vivir sola a Viena para estudiar piano. Cuando llegué a Austria sólo hablaba portugués. Puesto que iba a tomar clases particulares con una profesora brasileña, pensé que todo saldría bien. Sin embargo, el segundo día después que llegué a Viena me di cuenta de que sería muy difícil. Era domingo por la mañana y quería ir a la Iglesia. Tenía que tomar un trolebús y tratar de descubrir cuál era la ruta que debía seguir. Así lo hice y llegué a la iglesia, aunque tarde. Cuando abrí la puerta y entré, había una dama que me sonrió y me dio un abrazo. Todavía recuerdo ese momento tan precioso. Cuánto amor sentí en esos pocos segundos. Fue algo indescriptible.

Esa señora, Anne Marie Ludwig Watt, y yo teníamos algunas cosas en común. Ella había conocido la Christian Science a través de Der Christian Science Herold, cuando tenía 13 años, y vivía en Aachen, Alemania. En aquella época, su maestra de escuela había tenido un accidente muy feo y los médicos le habían dicho que no viviría. La Sra. Watt leyó en el Heraldo que “con Dios todas las cosas son posibles”. Ella oró. La habían elegido entre todos los alumnos del colegio para decirle adiós a la maestra, pero en lugar de eso ella le dijo lo que había leído en el Heraldo. La niña continuó orando. A los seis meses la maestra sanó.

La Sra. Watt llegó a ser una famosa cantante de ópera, y le dieron un contrato inquebrantable con la Ópera Estatal de Viena. Después de diez años, ella decidió dejar la ópera y dedicarse a trabajar como practicista de la Christian Science.

Su ejemplo me ha seguido inspirando, tanto durante la época en que estuve en Viena estudiando música, como cuando me transformé en sanadora espiritual.

Ejemplos del cuidado de Dios como éstos me enseñan que O Arauto da Christian Science puede transformar vidas como transformó la mía.



O Arauto cayó en mis manos en el momento justo

En 1987, mi esposo falleció inesperadamente de una enfermedad repentina, dejándome completamente aturdida y ofuscada. Teníamos un matrimonio muy feliz y dos hijas adolescentes. De pronto me encontré totalmente sola y a cargo de dos menores. Era una situación extremadamente difícil, aunque el afecto de mis familiares y amigos me ayudó mucho a superar esa época de profunda tristeza.

Una pareja amiga me dio O Arauto porque sintieron que en sus páginas encontraría aliento. Y eso fue exactamente lo que ocurrió. Una de las primeras cosas que noté fue la confianza que los autores de los artículos habían puesto en Dios para superar sus problemas. Ellos describían a un Dios por siempre amoroso, activo y presente, que está constantemente a nuestro lado.

Leía y releía los artículos esperando sentir esa misma presencia. Y para alegría mía, pude sentir la magnitud de la presencia divina que me permitió percibir cosas que nunca me había creído capaz de comprender.

Empecé a entender que a través del apoyo y el afecto que recibía de toda mi familia, mis vecinos y amigos, Dios se estaba revelando a Sí mismo de una manera intensa y palpable. Me di cuenta de que podría pensar en los felices y placenteros momentos que había tenido con mi esposo, y que los mismos siempre formarían parte del “eterno ahora”.

Desde entonces, esta revelación divina se ha ido acentuando, no sólo en mi vida, sino en la de mis hijas también. O Arauto llegó a mis manos en el momento justo y cambió mi vida para bien.


La Christian Science en Angola

EN ABRIL de 1983, tres personas que habían conocido la Christian Science en la República del Congo, en aquel entonces Zaire, se reunieron con una familia en Angola. Muy pronto comenzaron a celebrar servicios religiosos los domingos y reuniones de testimonios los miércoles en una casa particular. Estas pequeñas reuniones llevaron a que aumentara el número de lectores de Ciencia y Salud y terminaron formando lo que es hoy la Sociedad de la Christian Science de Hoji-Ya-Henda. Los tres Científicos Cristianos eran Alulu Lukulu Mundienzo, Nakuntima Kisuvidi y Nsimba Nteka Wankosi.

En 1986 se formó otro grupo que hoy es la Sociedad de la Christian Science de Palanca. En 1988 llegó otro miembro: António Gonga, miembro de La Iglesia Madre, originario de Kinshasa, Zaire. Se formó otro grupo que luego se transformó en Primera Iglesia de Cristo, Científico, Luanda. Esta iglesia fue oficialmente reconocida por el gobierno de Angola en 1992.

Ciencia y Salud se vende en muchas librerías de la capital, Luanda, y se han enviado a las autoridades de este país ejemplares del libro, incluso al Presidente de la República y su esposa, a varios Ministros y al Presidente de la Asamblea Nacional. En junio de 2001, enviamos el Heraldo Africano a todos los embajadores con base en Angola, a todos los Ministros y a todos los legisladores de la Asamblea Nacional.

Ahora estamos llevando al público la Christian Science por la Radio Nacional de Angola en los siguientes idiomas: kikongo, lingala, portugués, francés e inglés. Algunos artículos de O Arauto han sido publicados en el diario Folha 8, el diario privado de mayor circulación en Angola.


O Arauto respondió a su anhelo espiritual

CUANDO tenía 8 años vivía en Angola, África, justo antes de que comenzara la guerra por la independencia. Estudiaba en un colegio religioso y sentía un gran anhelo espiritual. Todos los meses compraba alguna revista religiosa que leía completa. Pero un día me di cuenta de que deseaba algo más. Recuerdo que cerré la revista y dije: “Algún día voy a encontrar una revista que responda a mi deseo de paz”. Eso ocurrió en 1960.

En 1976 estaba viviendo en Bélgica, haciendo una pasantía. El tiempo se había puesto muy gris y muy frío. Todo parecía diferente a lo que yo estaba acostumbrada. Un día, en que me sentía muy triste y molesta, una señora que trabajaba en el mismo departamento que yo, me dio dos o tres ejemplares de O Arauto. Me dijo que había pasado por una iglesia y había visto esas revistas en portugués y pensó que quizás me interesara leerlas. Las llevé a casa porque me parecieron interesantes, pero no las leí de inmediato.

Una o dos semanas antes de irme de Bélgica, tuve un problema respiratorio. Puesto que ya había enviado todas mis pertenencias a Portugal, no tenía nada para leer en casa. Sólo tenía esas dos o tres revistas. Empecé a hojearlas y a leer los testimonios de curación espiritual. Finalmente había encontrado el tipo de curación que creía posible, pero que no sabía que se estaba aplicando en la práctica. Y mis problemas respiratorios sanaron.

Los artículos mencionaban el libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Siempre me había sentido muy triste de no haber podido conocer la Biblia. De regreso en Portugal, y al darme cuenta de que el libro tenía una “Clave de las Escrituras”, escribí a Boston pidiendo un ejemplar. Cuando llegó el libro me pareció muy grande, pero también compré una Biblia, y empecé a leer los dos.

Un año después, cuando estaba embarazada de ocho meses, me caí y me rompí un brazo. Pasé la noche en vela, sentada en el sillón. Mientras oraba me di cuenta de que los hijos de Israel ciertamente debían de haber sabido que estarían a salvo, y de que yo, en algún momento, debía tener esa misma confianza. Temprano por la mañana el dolor desapareció. Ni siquiera fui al médico. Supe que podía sanarme a mí misma. Me apoyé totalmente en la Christian Science. Durante todo un mes me fue imposible mover el brazo, aunque nadie se dio cuenta. Sin embargo, cuando nació el bebé, con toda naturalidad extendí los dos brazos para recibirlo. Sané por completo.

Nunca asocié O Arauto con una iglesia, no obstante, hasta el día de hoy considero que fue mi entrada a la Christian Science. Traté de encontrar a otros estudiantes de esta Ciencia, hasta que en 1977 conocí a una señora que había conocido la Christian Science y su más grande deseo era establecer una iglesia. Yo la apoyé en su entusiasmo. Comenzamos en 1979 celebrando los servicios en la casa de una mujer argentina que era Científica Cristiana. En pocos años, este grupo se transformó en Sociedad, y antes de fines de la década de 1980 ya éramos Iglesia.

Entonces algunas personas de Vila Nova de Gaia, en Portugal, se interesaron en la Christian Science, y comenzaron a pedir literatura. Los ayudamos de distintas maneras y luego formaron una Sociedad de la Christian Science. Algunas personas de Porto, que asistían de visita a los servicios religiosos de Gaia, también fundaron más tarde una Sociedad de la Christian Science. De manera que en Lisboa estamos muy ligados al surgimiento de estas dos Sociedades, y todos somos realmente como una gran familia.

Para mí, O Arauto fue la puerta de entrada a la Ciencia del Cristo, y así es para la gente que está dispuesta a recibirlo. En O Arauto vemos la Christian Science en acción, cómo se aplica en la vida de la gente. Esta revista cambió mi vida y me dio a conocer la Christian Science de una manera muy natural y dulce. Yo me sentía muy fría en lo profundo de mi ser y O Arauto fue el rayo de sol que me hizo entrar en calor.


Cómo ayudó O Arauto a mi familia

En 1953, mis padres recibieron el libro Ciencia y Salud de regalo. Hacía dos meses que mi padre estaba en cama con un serio problema en la rodilla. A mi madre le interesó mucho el libro y comenzó a leérselo a mi papá. Después que él sanó, los dos comenzaron a asistir a una Iglesia de Cristo, Científico. A partir de entonces mi mamá me daba toda la literatura de la Christian Science que estaba disponible en portugués, español, francés e italiano. Yo apreciaba mucho esa literatura.

Al año siguiente, mi madre se dio cuenta de que había sanado de una inflamación del nervio ciático (testimonio publicado en el número de agosto de 1980 de O Arauto). La lectura habitual de O Arauto me permitió asimilar los conceptos espirituales que enseña la Christian Science, y me llevó, veinte años después, a empezar a asistir a una iglesia filial de la cual soy miembro hasta hoy.

Los artículos que O Arauto publica sobre la Biblia me han hecho tomar conciencia de que necesito estudiarla más y comprenderla mejor. Antes de empezar a leer O Arauto la Biblia había sido un libro cerrado para mí, cuyo significado necesitaba ser revelado. Hoy me encanta investigar y encontrar el significado espiritual de los pasajes de la Biblia, y lo hago con mucha alegría.


Curiosidades sobre O Arauto

En 1979 mi esposo, algunos amigos y yo fuimos a Argentina a tomar Instrucción en Clase Primaria de la Christian Science. Cuando llegamos al Aeropuerto de Ezeiza, en Buenos Aires, nuestros amigos argentinos se identificaron portando un Super O Arauto, en estos colores: verde limón, naranja y rosa brillante (que era el formato de la revista en aquella época). Era imposible no verlos. Fueron los mejores carteles de identificación que pudieron haber usado. Fue una escena muy graciosa y nunca la vamos a olvidar.


ESTAMOS tomando un curso sobre el trabajo social. En una ocasión, durante una lección titulada “Liberado al tomar conciencia”, el profesor contó una historia verdadera para ilustrar la diferencia entre alguien que vive de acuerdo con sus principios, y un pragmático. En otra clase contó otra historia sobre cómo hacer una buena negociación. Al término de ambas lecciones mencionó que había tomado esos ejemplos de una revista que se llama O Arauto da Christian Science. Fue entonces que nos identificamos como estudiantes de esa Ciencia. Luego el profesor nos preguntó más sobre los Arautos y compró el libro Ciencia y Salud.

Nos sentimos muy felices al saber que alguien que no sabía nada de la Christian Science usaba O Arauto para preparar sus clases.

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Cómo obtuvo su nombre el Heraldo en portugués

es maestra y practicista de la Christian Science y habla seis idiomas. También es oradora pública y viaja por todo el mundo dando charlas sobre la Christian Science. Su conexión con el Heraldo se remonta a su niñez, cuando vivía en Brasil. Su padre era uno de los traductores del exterior que trabajaban para La Sociedad Editora de la Christian Science.

La Sra. Rivas, quien asimismo fue Jefa de Redacción de El Heraldo de la Christian Science, habla sobre los primeros días de la revista en Brasil.

Sucesos mundiales en sinopsis

1951 A los ciudadanos suecos se les otorga el derecho a renunciar a la iglesia del estado (luterana), a la que pertenecían por nacimiento

1951 Se publica el Heraldo en español-portugués-italiano

1952 Se abre el Canal Amsterdam-Rhine (Países Bajos)

1952 Entra en operación la Comunidad Europea de Carbón y Acero (ECSC), precursora de la Comunidad Europea

1953 A las mujeres de México se les otorga el derecho a votar en todas las elecciones

1954 Laos, Cambodia y Vietnam obtienen su independencia

1956 Marruecos y Túnez obtienen su independencia

1959 Se publican por primera vez ediciones separadas de los Heraldos trimestrales en danés, noruego, sueco, español, portugués e italiano.

1959 Se abre al mar el río San Lorenzo

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