Hace un tiempo visité a unos amigos en Sudamérica. Allí había mucha disconformidad con el gobierno, y ellos me explicaron que en los últimos seis años habían tenido seis presidentes. Cada uno de ellos había sido elegido y reemplazado después de un levantamiento popular. No obstante, ninguno de los cambios que mis amigos anhelaban había tenido lugar. La corrupción, el nepotismo y las promesas no cumplidas continuaron, sin importar quién estaba en el gobierno.
La expresión “Cambio de régimen” es parte del vocabulario del mundo de hoy. Lo hemos visto recientemente en Haití, Iraq, Bolivia y Liberia. Estos cambios a menudo envuelven luchas prolongadas. No obstante, cambiar al jefe de gobierno es más fácil que cambiar la “conducta” de un gobierno.
Cuando hay corrupción, el partido gobernante a menudo termina por repetir las faltas del partido que ha reemplazado. Pero la población en general todavía tiene que vérselas con la falta de servicios, el desempleo, una burocracia indiferente y la continua corrupción en casi todos los niveles de gobierno.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!